Capítulo XV

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Inicio del flash back

Albert y Candy se encontraban en Nueva York en un baile ofrecido por el alcalde de la ciudad, habían llegado como todos los bailes a los que asistían, siendo la pareja que causaban más furor por ser elegante y realmente hermosa, sobre todo cuando todas las damas querían bailar con Albert y mucho más cuando él mismo por alguna razón, no quería que Candy compartiera con otros caballeros; de alguna manera la compartía a regañadientes, pero no quería verla en brazos de otros. Afortunadamente a Candy poco le agradaba asistir a esos eventos, por lo que apenas hubo bailado unas cuantas piezas cuando le pidió a Albert que salieran al jardín.

- Albert, ¿podemos salir al jardín por favor? – le suplicó vehementemente a su rubio amigo.

- Un momento señorita Andley, recuerde que me concedió un baile en la cena que ofrecieron los Worthington – solicitó Fred Thorton a Candy.

- Lo siento, pero la señorita Andley no puede acceder a esa petición, debe de tomar en cuenta que debe respetar las jerarquías, permiso – contestó Albert sumamente molesto.

- ¿Jerarquías señor Andley? Desde ¿cuándo dices eso? – reclamó la rubia a su acompañante.

- No soporto verte con él...en realidad con nadie, vamos, el rosedal nos espera – Albert intentó distraerla.

- Un momento Albert... ¿qué has dicho? – lo detuvo tranquilamente.

- Que me molesta compartir el tiempo de los bailes con esos mequetrefes – vociferó

- Y ¿qué me dices de las señoritas de alcurnia que te rodean? ¿Ellas no cuentan? – reclamó la rubia porque ella no sería la única privada de su libertad.

- Bueno... es diferente – resolvió el, ya que el sí tenía que hacer esos sacrificios por el papel que desempeñaba.

- Ah sí y ¿cómo es diferente? – cuestionó la rubia un tanto enojada.

- Sencillo, es diferente porque yo no me desvivo por los acompañantes...como por ejemplo con Lord Worthington – recordó Albert un poco altanero.

- Eso es ridículo...él...él podría ser mi padre – espetó Candy sin poder creerlo.

- Yo era tu padre y nunca me nombraste así – replicó Albert sentido.

- Nunca...por eso me lo reclamas ahora, esto es increíble – Candy se enfadó tanto que comenzó a caminar hacia el interior del salón de baile.

- ¿A dónde vas? – la llamó, pero la rubia ni caso le hizo.

- Me voy de aquí...eres...eres tan....obtuso – Candy enojada se volvió para gritarle lo que en realidad pensaba.

- No puedes hacerle una escena al Alcalde, eso sería irrespetuoso – Albert le recriminó.

- ¿Con que no puedo...? Pues veme, así sabrás que si puedo....pero antes iré a bailar con Fred – le aclaró ella de sus intenciones a lo cual el rubio le cambio el semblante.

- No, no irás, ¿no que ya te ibas? – le cuestionó celoso.

- Y ¿quién va a detenerme? Tú y tus estúpidos..."celos". Eso es, ¿estás celoso? – se atrevió a preguntarle, como siempre había atinado.

- Lo normal, debo cuidarte – intentó enmascarar la razón del por qué de su actuar.

- Sí claro, te recuerdo que sé cuidarme, te recuerdo que cuando Terry se fue de Londres yo lo seguí y viaje sola, así que por lo visto sé cuidarme – le gritó sin saber en verdad porque lo hizo.

Enfermera de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora