Cap. 7

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Penélope se dio la vuelta haciendo una exclamación de sorpresa. ¡Era Colin! ¡Y estaba en su dormitorio! No lo podía creer. Su respiración se agitó y su corazón... su corazón estaba que se salía de su pecho. Colin no tardó, en atravesar la habitación hasta quedar frente a frente con ella.

-¡Colin! -Por fin dijo Penélope.

-Penélope -Respondió Colin con una sonrisa.

-No es gracioso, ¿Qué estás haciendo acá? No puedes estar acá. Nos pueden descubrir. -Dijo susurrando Penélope.

-Ya te lo dije. Tenemos que hablar -Dijo Colin, mirándola directamente a los ojos.

-Pero, si ya hablamos en el baile -Respondió muy nerviosa y haciéndose hacia atrás.

-En el baile dijiste que me diste todo lo que quería -Dijo Colin acercándose a Penélope.

-Si, respondí a todas tus preguntas. Te di todo lo que querías -Respondió aún más agitada Penélope.

-No. Solo respondiste mis preguntas. Pero, no me diste lo que quería -Dijo Colin mirándola con intensidad y ya pegado a ella. Sentía su aroma y solo quería que sus manos se perdieran en esa cabellera roja. Ahora todo estaba claro. Le molestaba la idea de que Penélope se casara con otro, porque él la deseaba. Él quería ser quien la esperara en el altar de la iglesia. Él quería ser con quién Penélope bailara cada pieza. Él quería ser con quién Penélope se fuera a dormir. Él quería ser con quien ella despertara cada día y él quería ser el padre de todos sus hijos. No solo era deseo. Por fin se dio cuenta que en realidad la amaba.

-Entonces dime que quieres. No es seguro que estés aquí. No, no es decente que estés aquí -Dijo Penélope, sacándolo de sus pensamientos.

-Bailar contigo -Respondió en tono de súplica.

-¿Acaso estás borracho? -Preguntó Penélope.

-No, no he bebido una gota de alcohol en toda la noche. Tú me preguntaste qué quería y, la verdad, es que quiero muchas cosas, Pen. Para empezar quiero saber si recibiste mis cartas, si las leíste, que seas sincera y me digas por qué no las respondiste. También, quiero bailar contigo. Hoy me lo negaste. ¿Qué más quiero? Quiero poder verte siempre que quiera hacerlo, quiero poder hablar contigo, sin hacer tretas, para que accedas a hacerlo. Quiero... Quiero que me digas que me extrañaste. Quiero que me digas que no ha pasado nada entre él y tú. Quiero... Quiero tomar tu mano, quiero abrazarte, quiero besarte. Pero, lo que más quiero... es que me digas que no vienes de estar con él. -Respondió Colin en un susurro, mirándola a los ojos.

Penélope estaba muda. No podía creer que Colin estuviera en su cuarto y menos que le diría, alguna vez, algo como eso. Él tomó sus manos y eso la hizo reaccionar.

-Entre lord Debling y yo no ha pasado nada. Él es un caballero. Vengo de otro lugar, no estaba con él. -Respondió tímidamente Penélope. Casi en un hilo de voz.

-No sabes lo feliz que me hacen tus palabras. Me alegra mucho saber que lord Debling es un caballero. -Respondió Colin.

-Colin ¿Qué significa esto? ¿Por qué me estás diciendo todo esto ahora? -Preguntó Penélope.

-Porque, al fin entendí qué es lo que siento por ti. Esta distancia entre los dos me duele. Y, también, me hace daño verte con él. Siento que me está robando, que te está robando, Pen. -Dijo Colin.

-¿Te das cuenta que en realidad son celos? Si no estuviera lord Debling -Dijo Penélope hasta que fue interrumpida.

-Yo sería inmensamente feliz -dijo abruptamente mientras la interrumpía.

-No. Si lord Debling no estuviese. Tú no estarías aquí. No me habrías dicho lo que me dijiste recién. Si yo hubiese respondido a tus cartas. Tampoco me estarías insinuando que sientes algo por mí. Nosotros solamente seguiríamos siendo amigos. -Dijo con dolor Penélope.

-¿Insinuando que siento algo por ti? Lo siento, Pen. Déjame ser mucho más claro: Yo quiero ser el que se case contigo. Yo quiero ser con quien te despiertes cada día. Yo quiero ser la persona a la que tus ojos siempre busquen. Yo quiero ser el padre de todos tus hijos. Pen, quiero compartir mi vida contigo, con mi mejor amiga. -Dijo Colin mientras la tomaba suavemente de los hombros.

-No quiero que juegues conmigo. Colin, esto no es gracioso. De verdad esperas que te crea. Que crea todas estas palabras. ¿Sabes que escuché cuando me decías todo esto? Las mismas palabras que tú le dijiste a lord Fife. ¡Déjame terminar! ¿Sabes qué pienso? Pienso que no puedes soportar que alguien haya tomado uno de tus juguetes y que lo único que estás intentando hacer es tenerlo de vuelta. Aunque no lo quieras. Es eso. Golpeé tu ego. Si yo no tuviese pretendientes, esto no pasaría -Dijo Penélope herida y haciendo todo lo posible por no llorar.

-Lo siento, Pen. -Dijo Colin mientras acariciaba sus brazos. -Siento mucho haberme tardado tanto. Y siento mucho haberte hecho daño. También, siento terriblemente mis palabras de ese día. -Dijo mientras la abrazaba.

El olor de Colin era embriagador. Nunca había estado tan cerca de él. Nunca había estado tan cerca de ningún otro hombre y nunca había abrazado a ninguno. Lo único que sabía es que no quería que Colin la soltara. De repente, sintió como las manos de Colin acariciaban su espalda. Se armó de valor y lo abrazó también. Esto provocó que él la apretara con más fuerza. Sintió como una de sus manos comenzó a acariciar su cabello. Esto hizo que se le dificultara respirar, en este momento odió usar corsé. En ese preciso instante, sus ojos se abrieron y se separó rápidamente de Colin. Ella no llevaba corsé, estaba con su camisón y recién se daba cuenta.

-Esto no es correcto. Es mejor que te vayas Colin. No deberíamos estar así -dijo sonrojada.

-Está bien. Pero, mañana estaré aquí. No como tu amigo, sino como tu pretendiente. Pediré autorización para poder cortejarte formalmente, Pen. -Dijo Colin mientras se acercaba a la ventana, de la mano de Penélope.

Colin besó su mano y bajó rápidamente del balcón.

Colin volvió a su habitación. No podía dejar de pensar en Penélope y en cómo se veía esa noche en su camisón. No podía esperar a casarse con ella y poder verla así a diario. No pudo entender de dónde sacó las fuerzas para contenerse y no besarla. Ahora que entendía sus emociones, él la necesitaba y estos días previos a su boda iban a ser una verdadera tortura. Sobre todo, teniendo a lord Debling tan cerca de ella. Pero, ahora tenía una esperanza. No, después de compartir ese abrazo, ahora tenía una certeza. Estaba seguro que Pen también lo quería. 

No necesito un amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora