CAPÍTULO 16

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LIAM

No lo podía creer.

Todos los sucesos que habían ocurrido aquella noche se rememoraban una y otra vez en mi cabeza.

Joder.

Tenía que estar soñando. Aunque sinceramente, no creo que ni siquiera mis sueños puedan ser tan bonitos como la sensación de sus labios sobre los míos; la sensación de nuestras bocas encajando perfectamente para unirse en busca de un placer mutuo.

Mi sonrisa no podía parar de crecer y es que, honestamente, no era para menos. Leah y yo estábamos juntos, juntos en una relación falsa, pero juntos a fin de cuentas.

Vale, lo admito, tal vez estaba siendo un poco exagerado, pero es que nunca llegué a pensar siquiera que llegaría hasta aquí.

Enhorabuena, ahora sólo te falta enamorarla de verdad, lo de menos.

Mi sonrisa se borró inmediatamente ante mi último pensamiento, pero no disminuyó la emoción que llevaba sintiendo durante todo el día ni un poco.

Puede ser que todo el entrenamiento de hoy haya estado mucho más amable que de normal, puede ser que me haya pasado una buena parte sonriendo como un tonto y puede ser que todo esto se deba a cierta chica castaña.

Claramente, me negaba profundamente a aceptarlo del todo, y mucho menos en voz alta. Así que mis compañeros, pese a intuir lo que me ocurría, eligieron sabiamente no hacer comentarios.

Después de la fiesta, nada mas llegar a mi apartamento, no pude evitar reflexionar sobre toda la situación y solo pude llegar a la conclusión de que no lo entendía. Mi mente no podía dejar de darle vueltas sin llegar a ninguna explicación. Leah era guapa sí, pero objetivamente no era la chica más guapa que había conocido. Ni siquiera me trataba bien como para atribuir mi atracción por ella a esto último. Sin embargo, cada vez que recordaba cómo ella me besó se me plasmaba una sonrisa tonta en la cara que no podía ocultar. Me había dado cuenta de que sería capaz de todo por un mísero segundo de su atención y que, aunque no quisiera admitirlo, pensaba en ella en cada momento del día.

Estaba tan concentrado en mi propios pensamientos que no fui capaz de reaccionar hasta que un balón fue a parar directamente a mi cara. Giré la cabeza para encontrar el culpable y me encontré con Noah mirándome con una pequeña sonrisa en la boca.

Escuché unas tenues risas sonar a nuestro alrededor, pero una simple mirada de advertencia por mi parte fue más que suficiente para que el único sonido que se pudiese apreciar a nuestro alrededor fuese silencio.

-Os veo un poco distraídos, deberíamos descansar-dije, muy digno.

Tras observar las caras de confusión de mis compañeros, me fuí felizmente hacia el pequeño banquillo que decoraba la inmensidad del campo, en el cual no solo entrenabamos, sino que celebrabamos los partidos.

Noah fue el primero, y sabiamente, el último que se acercó para hablarme.

-¿Se puede saber que te pasa?

La amabilidad siempre ante todo.

-¿A mí? Absolutamente nada.

-Claro.- me miró como si no creyese ni una palabra que salía de mi boca.

-No entiendo porque insinuas lo contrario.

-Liam, creo que ya hemos tenido esta misma conversación, ¿no es así?

Suspiré antes de mirar a mi amigo.

-Puede ser que esté un poquito emocionado por lo que pasó en la fiesta, pero solo un poco.

La Estrella Que Nos UnióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora