Dos

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Johnny sabía que había manejado todas las cosas mal, pero cuando el olor de Mark había flotado hacia él, casi se había perdido en esa calle. No había mentido a Mark cuando había dicho que su oso se había hecho cargo. Johnny había luchado con todo en él para controlar a su bestia.

Mientras olfateaba el nocivo olor del miedo que emanaba de Mark, no tenía ni idea de cómo manejar esto. Johnny no tenía un hueso cuidadoso en su cuerpo. Su oso le exigió que llevara a Mark de regreso a su casa e impregnara al humano lo antes posible, para marcar a Mark con su olor.

¿Qué demonios iba a decirle a Mark para calmarlo? Johnny había crecido con cinco hermanos y un padre malhumorado. Mostraban su amor el uno al otro luchando en sus formas del oso para intentar llevarse mejor, o simplemente no matarse el uno al otro.

Dudaba mucho que Mark quisiera pelear y Johnny tampoco quería pelear con su cachorro. Entonces, ¿qué se suponía que debía hacer?

—¿Por favor? —La palabra le vino a la cabeza.

Mark lo estudió. Maldita sea si el humano no era observador. Tenía cabello rubio, labios perfectos, ojos azules magníficos y un cuerpo que Johnny podía sacudir toda la noche.

—Es difícil tener una conversación cuando estás desnudo. —La mirada de Mark cayó sobre la polla de Johnny antes de que rápidamente apartara la vista. Sus mejillas se volvieron de un rojo más oscuro mientras miraba el suelo. Aw, el humano era tímido.

—Entonces debemos irnos. —Johnny examinó sus alrededores. Una manada de lobos estaba al este, un ejército de leopardo de las nieve hacia el norte y unos leones al oeste. No quería quedar atrapado aquí con su compañero.

—¿Qué pasa? —Mark miró a su alrededor—. ¿Hay alguien más aquí?

—Puede ser. —Johnny olisqueó el aire, pero lo único que olía era su compañero—. Debemos irnos.

—Así que puedes llevarme a casa, ¿verdad? —Mark pasó por delante de él y se apresuró en avanzar.

Si se refería a la casa de Johnny, entonces seguro. No había manera de que Johnny lo llevara de regreso a la ciudad. Recordó las historias transmitidas a través de generaciones sobre cómo los seres humanos habían cazado a su especie hasta el borde de la extinción.

No tenía amor por la gente de Grizzly Ridge, pero estaba contento de haber decidido tomar un atajo al volver de Howling Cavern. Johnny no se aventuraba a menudo en territorio de los lobos, pero a veces tenía que cambiar por cosas que necesitaba.

Estaba un poco sorprendido cuando Mark no discutió con él y en lugar de eso devolvió su culo a la camioneta y subió dentro.

Con una sonrisa, Johnny se metió en el lado del conductor y puso la camioneta en marcha. Cuando continuó subiendo la montaña, Mark se volvió en su asiento y miró a Johnny. —Este no es el camino de regreso a la ciudad.

—Querías que te llevara a casa, —le recordó Johnny—. Lo estoy haciendo.

—No casa. —La mano de Mark aterrizó otra vez en la manija de la puerta. Johnny se estaba cansando de perseguirlo.

—Trata de salir de nuevo y te pondré sobre mi puta rodilla. —Advirtió.

—Voy a seguir tratando de escapar, hombre de las cavernas. —Johnny gruñó. 

Mark miró por la ventana y sus ojos se abrieron. Johnny sonrió. Ahora estaban a un lado de la montaña. Si Mark trataba de saltar, tendría una caída de doscientos pies bajo de él.

—¡Oh, Dios mío! —Mark movió la cabeza—. ¿Cómo no estamos cayendo por el borde? Está demasiado oscuro. ¿Cómo puedes ver el camino?

—Sólo relájate cachorro. Sé lo que estoy haciendo.

Johnny (JohnMark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora