Seis

190 24 0
                                    

Durante las dos semanas siguientes, Mark se despertó cada mañana y corría al baño con nausea. Él creía firmemente que la altura era la culpable, no está tontería de que estaba embarazado. Su estómago empezaba a crecer, pero culpó de ello a la comida de Johnny, que era tan buena que Mark no dejaba pasar una sola comida que Johnny le hubiese servido.

Aunque nada de eso explicaba la extraña línea oscura en su estómago.

Johnny entró en el baño y mojó un paño, como lo hacía cada mañana. Limpió la boca de Mark y tiro de la cadena antes de recoger a Mark y llevarlo de vuelta a la cama.

—Descansa mientras te hago algo ligero para comer.

—Creo que me estás engordando para después cocinarme. —Mark se dio la vuelta, abrazando su estómago—. Deja de hacerme más gordo de lo que ya lo estoy.

Con una profunda risita, Johnny se dirigió hacia abajo. Eso era otra cosa. Últimamente, Johnny sonreía mucho e incluso se rió. Su sonrisa le hacía diez veces más guapo.

Mark finalmente le dijo a su jefe que había decidido regresar a casa. Gracias a Dios que nunca le había hablado a Billy acerca de su padre, o Billy hubiera sabido que Mark estaba lleno de mierda. No tenía idea de qué haría por dinero, pero en ese momento su única preocupación era conseguir que su estómago se asentara.

El olor de las tostadas subió por las escaleras, haciendo rugir el estómago de Mark. —¿Cómo puedes pensar en comer cuando estás nauseas? —Se preguntó. Pero últimamente, el apetito de Mark había crecido.

Se levantó y salió de la cama, luego bajó las escaleras. La vista de Johnny en el mostrador no llevando nada más que sus pantalones de pijama nunca pasarían de moda. El pene de Mark estaba de acuerdo.

Sacó una silla y se sentó en la mesa. —Pensé que te había dicho que te quedaras en la cama. —dijo Johnny.

—Y me estoy volviendo loco encerrado dentro. ¿No podemos ir a dar un paseo hoy? Necesito un poco de aire fresco. —Tal vez eso ayudaría a su nauseas.

—No es seguro que pasees afuera. —Johnny puso dos trozos de pan tostado en un plato y la mantequilla.

—No vas a estar a salvo aquí si tengo que quedarme encerrado más tiempo. —Johnny gruñó—. Voy a salir hoy. —dijo Mark. 

—No, tú no lo harás.

—Mírame. —Se levantó y se sintió un poco mareado mientras caminaba hacia la puerta principal. Antes de que pudiera abrirla, Johnny estaba allí apretando su mano en la madera.

—¡Deja de ser un idiota! —Mark tiro de la puerta, pero Johnny se negó a mover la mano—. He dicho que no es seguro.

—Entonces tú y tus hermanos podéis ser mis guardaespaldas. —Mark le dio a Johnny una palmada en la mano—. Necesito aire fresco.

Johnny apretó la mandíbula. —Entonces come algo primero. Y tienes que vestirte apropiadamente.

La única ropa que Mark tenía eran las que llevaba puestas cuando Johnny lo trajo aquí. Johnny las había lavado todos los días, pero Mark daría su huevo izquierdo por ir a casa para recuperar el resto de sus cosas. Aunque le gustaba dormir con las camisas de Johnny quería su propio pijama.

—Bien. —Mark cedió y volvió a la cocina—. ¿Qué tan difícil sería sacar mis cosas de mi casa? 

—No es difícil. —Dijo Johnny—. Tengo tu licencia de conducir de tu cartera y envié a Jaehyun y Sunghoon a tu casa anoche.

Mark se animó. Estaba tan feliz de tener su propia ropa que a él no le importaba que Johnny hubiera tomado su billetera. —Entonces, ¿dónde están mis cosas?

Johnny (JohnMark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora