Cuatro

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Durante los dos días siguientes, Mark había tenido más sexo de lo que pensaba que su cuerpo podía soportar. Estaba tan adolorido que sentarse dolía. También se estaba volviendo loco por estar encerrado. Mark estaba acostumbrado a estar en movimiento, trabajando, no permaneciendo inactivo durante mucho tiempo.

Él sólo podía disfrutar de la vista a través de las ventanas durante tanto tiempo, antes de que se volviera loco. Pero, afortunadamente la sensación de quemarse finalmente lo había dejado.

Ahora Mark se sentó incómodamente en una de las sillas de la cocina mientras Johnny preparaba el desayuno. Verlo moverse usando nada más que bóxers ajustados no era un problema. Aunque Mark ya no estaba fuera de su mente por la lujuria, aún apreciaba la vista sexy.

—¿Así que hibernas?

Johnny lo miró por encima de su hombro. —No soy un oso salvaje. 

—¿Eso es un no?

—Sí, eso es un no.

—¿Coges peces en el lago con la boca? —Mark había visto suficientes documentales y tenía curiosidad por saber la diferencia entre los shifter y los osos salvajes. Si ahora estaba con Johnny, entonces necesitaba aprender todo lo que pudiera sobre su situación.

Mark se sorprendió de lo rápido que había aceptado el hecho de que Johnny era para él. Todavía estaba asustado, pero no tanto como cuando el idiota lo había sacado del camino.

A decir verdad, Mark no tenía a nadie y estaba cansado de vivir la vida solo. Realmente le gustaba Johnny, incluso si el hombre tenía tendencias de hombre de las cavernas. Estaba bastante seguro de que una vez que llegaran a conocerse, las cosas entre ellos mejorarían.

O eso esperaba Mark.

—Yo uso una caña de pescar. —Johnny coloco los panqueques que había hecho y los llevó a la mesa. Agarrando una gran botella de jarabe también.

—¿Vas a buscar miel? —Johnny frunció el ceño. 

—Sí, me gustan los dulces.

—¿Pero vas a buscar miel? —Mark cogió dos panqueques y los tiró a su plato.

—No, no busco colmenas. —Señaló la comida de Mark—. Ahora come, Cachorro.

El cariño crecía en Mark.

—¿Cómo puedes convertirte en un ser humano? —Mark empujo un bocado en su boca y sus ojos rodaron por los suaves y blandos que eran los panqueques. Johnny era un infierno de cocinero y si continuaba alimentando a Mark así, pesaría trescientas libras en poco tiempo.

Johnny tomó asiento y amontonó cinco panqueques en su plato, luego sirvió la mitad de la botella de jarabe sobre ellos. —No estoy seguro. Hay leyendas, pero con el paso del tiempo, esas leyendas ya no tienen tanta verdad.

—Pero tiene que haber algo de verdad para ellas, —dijo Mark.

—Haces muchas preguntas, —dijo Johnny—. Trata de comer en su lugar. 

Mark acabo con sus panqueques y dejó el tenedor a un lado. — ¿Ahora puedo hacer preguntas? 

Johnny soltó un largo suspiro. — ¿Qué quieres saber ahora?

—¿Todos los osos son tan gruñones como tú? —Mark se apoyó en una mejilla. Su culo realmente dolía—. Creo que he sido más que comprensivo. Podrías ser un poco más feliz y no sólo cuando me estás follando. 

—Pero me gusta follarte.

—Y me gusta también, pero mantengámonos en el tema aquí. —Mark descansó su barbilla en su mano—. Ahora responde a mi pregunta.

Johnny (JohnMark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora