Capítulo 3

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 Estoy adolorida, todo me duele y palpita. Por eso odio tomar, me deja con un dolor muscular horrible al día siguiente.

Remuevo mi cuerpo sobre las sábanas de seda blancas. Que raro que cambiaron el color de las sabanas.

Cierro mis ojos con la intención de dormir nuevamente pero me paralizo al sentir una mano que viaja desde la curva de mi cintura hasta mi trasero y deja un leve apretón ahí.

¿Qué rayos pasó anoche Isabel? Cierro los ojos tratando de recordar.

Copas. Muchas copas.

No encontraba a Peyton.

Un hombre.

Escaleras.

Más copas.

Risas.

Yo desnuda y encima de un hombre.

Un hotel.

Yo con el mismo hombre pero en el hotel.

Abro mis ojos y salgo de la cama.

—No. No. No.—repito una y otra vez.

—¿Qué sucede, Mey?—me volteo veo un hombre en toda su plenitud sobre la cama.

Tomó una sábana que yace en el piso y cubro mi cuerpo, sé que es en vano, mas no me importa.

Edgar.

Dios que he hecho.

Lágrimas bajan por mi rostro. Siento mi corazón cabalgar en mi pecho con fiereza. Los sollozos se apoderan de mí.

—¿Qué tienes?—se levanta de la cama e intenta tocarme.

—No.—él me mira desconcertado.

Limpio mis lágrimas ferozmente buscando mi ropa.

—¿Dónde está mi ropa?—preguntó con voz rasposa.

—Está tirada en el club.—intenta bromear.—por favor dime lo que te pasa para poder entenderte.

Los recuerdos de la noche anterior atormentan mi mente. Más lágrimas bajan por mi rostro.

—Solo ayúdame a salir de aquí.—pido desesperada. Las paredes me aprisionan dificultando mi respiración.

—No te vas hasta que me digas.—va hacia la puerta y se pone seguro.

Mi pecho duele y mi cabeza quiere explotar. ¿Cómo pude hacer algo así? ¿Por qué? Teniendo un hombre increíble a mi lado, que me ama y lo daría todo por mí. Un hombre que se imagina una vida a mi lado, lo tuve que arruinar por una aventura de una noche. Me odio. Me repudio.

—Responde.—me tome de los hombros y sacude mi cuerpo.

Me sacó de su agarre tomo su camisa y fui a la puerta.

—No te puedes ir así.—intenta persuadirme.

—Esto nunca paso. No me busques y olvídate de mi.—digo antes de abrir la puerta.

—No, Mey. Sabes que para mí será imposible olvidarme de ti.—dice despacio.

—Solo hazlo.—salgo del edificio bajo la mirada de todos.

Debo de ser un desastre andante. Con lo poco que sé de este pueblo trato de ubicarme y llegar al hotel donde debía de despertar y no en la cama de un desconocido.

Cautivando a Lady BrownbearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora