Las rejas que dan paso al palacio se abren para darnos la bienvenida. Ayer después de que volvimos del baile no pude dormir con todo lo que pasó ayer, fueron muchas cosas. Siento una mano en mi rodilla, es mamá.
—¿Por qué tan pensativa?—aprieta mi rodilla.
—No es nada mamá.—acaricio su mano.
—Te siento tensa. ¿Va todo bien?—me susurra.
—¿Por qué susurras si papá no está aquí?—papá no pudo asistir a la cena por cuestión de trabajo.
—No me cambies de tema.—se molesta.
—Es por el compromiso, solamente eso.—miro por la ventanilla.
—Ya llegamos mis ladys.—dice el cochero abriendo la puerta.
—Fin del tema.—la corto saliendo del carruaje.
A lo lejos veo a la reina y a Philippi en las enormes escaleras. Me acerco a ellos y hago una reverencia ante los reyes.
—Buenas tardes majestades.—conecto mis ojos con los de Philippi y tiene un brillo especial en ellos.
—Estoy muy contenta de que hayan podido asistir al almuerzo.—me sonríe la reina. Mira entre mi madre y yo frunciendo el ceño.—¿Y Lord Brownbear?
—No pudo asistir por cosas de trabajo pero está agradecido por la invitación. Les manda saludos.—Lo excusa mi madre.
—Buenos damas, pasen.—Philippi se hace a un lado y nuestras madres pasan. Tomo mi vestido de los costados y me dirijo a la entrada del gran palacio.
Paso por el lado de Philippi y siento su mirada quemarme desde lo más profundo de mi ser. Lo veo de reojo y tiene las manos en puños mientras se muerde el labio. Paso y camino delante de él, no sé a donde me dirige el salón del comedor pues no conozco nada de este enorme palacio. Contoneo mis caderas con cada paso que doy.
Veo tres puertas al final del pasillo. ¿Cuál será el comedor? Me odio en este preciso momento. Me decido por la puerta de la derecha pero soy detenida por Philippi que me tomó del antebrazo.
—Es la puerta de la izquierda.—me susurra al oído.—Estoy loco por poner mis manos sobre ti y cumplir las promesas que te hice en el baile de anoche.
Me doy la vuelta y lo miró, sus ojos azules están en llamas mientras me come con la mirada, su pecho sube y baja de manera discontinua. Está desesperado por mi y eso me gusta. Me acerco a él tanto que nuestros labios se rozan, su boca es tan suave como el algodón y eso solo me provoca a mordersela y hacer otras cosas más que ya hicimos el día en que nos conocimos.
—Y yo estoy cada vez más intrigada por verte cumplirlas y sentirlas.—susurro tan bajo para que solo nosotros podamos escuchar.
Escucho como se aclaran la garganta, el miedo se apodera de mí y me aparto de Philippi como si quemara a lo que él pone mala cara. ¿No conoce de límites este hombre?
Levantó la vista asustada de quien sea que esté ahí. Y es la reina que está recargada de la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho.
—Pensé que te habías perdido pero por lo que veo te perdiste pero en una persona.—sonríe con picardía levantando sus pequeñas arrugas.
—Magestad no es...
—No tienes que explicarme nada, ya mi hijo se encargó de ponerme al tanto, Mey.—me tenso al escuchar ese nombre. Le contó todo. Miro a Philippi con todo el odio puesto en mi mirada, está nervioso.
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Cautivando a Lady Brownbear
Roman d'amourIsabel Brownbear, la envidia del reino, parece tenerlo todo: belleza, una vida de ensueño y al codiciado novio, Edgar, capitán de la guardia real. Sin embargo, su vida perfecta se ve amenazada cuando comete un acto de traición hacia Edgar. El rey Ph...