Chapter XXVIII.

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Capítulo 14.

"Iris, una diosa fuera de lo común"

Entre Katherine y Hazel ayudaban a Percy a caminar hacia el supermercado mientras Frank se mantenía en guardia, preparado para defenderlos por si las serpientes aparecían. A medida que se acercaban, Katherine temió que el supermercado se iluminara de golpe con el arcoíris y los volatilizara, pero el edificio siguió a oscuras, aparentemente inofensivo.

Las serpientes que Polibotes había soltado parecían haber desaparecido, sin embargo a unos veinte metros del porche se escuchó un susurro en la hierba detrás de ellos.

—¡Vamos! —gritó Frank.

Percy tropezó. Mientras Hazel y Katherine le ayudaban a levantarse, Frank se volvió y colocó una flecha en el arco y disparó. El proyectil se deslizó a través de la hierba, estalló en una llama naranja y emitió un silbido.

En ese momento Katherine y Hazel habían logrado llevar a Percy al porche. Comenzaron a subir con cuidado las escaleras para por fin llegar a la entrada de la tienda.

—Bonito reptil asqueroso —oyó decir a Frank—. Bonito reptil venenoso escupefuego.

—¡Frank! —gritó Hazel—. ¡Vamos!

Escucharon sonidos de siseos y un quejido de Frank. Katherine, Percy y Hazel se dieron vuelta justo para ver al grandullón soltar su arco que comenzó a desintegrarse. Corrió hacia el porche. Percy, Katherine y Hazel le ayudaron a subir los escalones. Cuando Frank estuvo con ellos, se volvieron los cuatro justo para ver que los tres monstruos daban vueltas en la hierba, escupiendo fuego y tiñendo la ladera de marrón con su contacto venenoso. No parecían capaces o dispuestos a acercarse al establecimiento, pero a Katherine eso no la hacía sentirse más tranquila.

—Nunca saldremos de aquí —dijo Frank con desconsuelo.

—Entonces será mejor que entremos. —Murmuró Katherine.

Hazel leyó el letrero pintado a mano que había sobre la puerta: ALIMENTACIÓN Y VIDA SANA ARCOÍRIS.

Katherine no tenía ni idea de lo que significaba, pero pintaba mejor que unas serpientes monstruosas, además esperaba que eso de «vida sana» significase que tendrían algo para hacer que Percy se sintiera mejor. Ayudó a Percy a pasar por el interior colocando uno de sus brazos sobre sus hombros, sosteniendo gran parte de su peso.

Cuando cruzaron la puerta se encendieron las luces. Una música de flauta empezó a sonar como si hubieran subido a un escenario. Los anchos pasillos estaban bordeados de cubos de nueces y frutas deshidratadas, cestas de manzanas e hileras de percheros con camisetas desteñidas y vestidos vaporosos. El techo estaba lleno de móviles de campanas. A lo largo de las paredes había vitrinas donde se exponían bolas de cristal, geodas, atrapasueños de macramé y un montón de cosas extrañas más. Debía de haber incienso encendido en alguna parte. Olía como si un ramo de flores se estuviera quemando.

—¿Una tienda de adivinos? —Frank preguntó.

—Espero que no —murmuró Hazel.

Percy soltó un suspiro tembloroso.

—Necesito sentarme... —murmuró en su pelo—. Agua.

—Te encontraremos algún lugar para descansar y también te conseguiremos agua, héroe —dijo Katherine.

Las tablas del suelo crujían bajo sus pies. Frank pasó entre dos fuentes con forma de estatuas de Neptuno qué poseía un rostro de pocos amigos.

Una chica salió de detrás de los cubos de frutos secos.

—¿En qué puedo ayudarles?

Frank retrocedió tambaleándose y derribó una de las fuentes. Un Neptuno de piedra cayó al suelo con gran estruendo. La cabeza del dios del mar se fue rodando, y de su cuello empezó a salir agua que salpicó un perchero con carteras de caballero desteñidas.

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