Había pasado una de mis mejores noches desde que estaba aquí en el campus. Junto a Hart todo se volvía más intenso y más emocionante. La noche había pasado en nuestros cuerpos uno encima de otro y entre jadeos. Agradecía que Mara hubiese preferido quedarse en el departamento de Fabian, así no escucharía todos mis gritos de placer y me evitaría sus burlas.Estaba acostada sobre el torso desnudo de Hart mientras él con una de sus manos, acariciaba el centro de mi espalda deslizando sus dedos de arriba hacia abajo. Mi cabeza está sobre su pecho y mi oído escuchaba el relajado latir de su corazón. Me sentía ligera, liviana, en un limbo. Estar en sus brazos era la mejor medicina de todas. Me había olvidado del dolor de mi rostro al momento de empezar todo esto. Ya no me dolía mi rostro, solo me dolía mi feminidad de tanta embestida que había recibido. No me quejaba porque en definitiva, me había encantado todo lo que habíamos hecho. Tomándole la palabra a Mara, parecíamos conejos. Lo habíamos hecho desde la sala, hasta el baño y mi cuarto. Parecía que ninguno de los dos tenía suficiente de el otro y sin queja, disfrutaba gustosa.
Faltaba solo un par de horas para que amaneciera y aún estábamos aquí, así uno encima del otro dándonos caricias. Detuvo sus caricias y sentí frío donde antes resbalaban sus dedos. Levanté el rostro y lo miré con un puchero en mis labios.
— ¿Por qué paras? — sus ojos recorrieron mi rostro, se mordió el labio escondiendo una sonrisa al verme con tal gesto.
— Verdad que eres mimada — se burló de mí dejando huir su sonrisa.
Los dientes que antes apresaban su labio se dejaron ver en fila y admiré lo bonitos que eran. Subió una mano a mi rostro y acarició mi mejilla quitando con sus dedos un mechón travieso de mi castaño pelo. Miró unos segundos mis labios al pasarles saliva y vi en sus ojos el claro deseo de besarlos, por algún motivo se contuvo y solo dejó un casto beso en ellos.
— Deberías dormir. Los analgésicos deben de hacer efecto. — asentí al sentir pesado mi cuerpo y mis párpados, tanta acción me estaba pasando cuenta. Dio una vuelta dejándome acostada de lado en la cama con él, pegado a mi espalda. — Dulces sueños, mi princesita engreída.
Cuando volví abrir mis ojos rodé en la cama buscando el calor de su cuerpo, pero no lo encontré. Abrí los ojos sintiendo la parte de la cama donde él, antes dormía, fría. Me senté mirando mi habitación y todo estaba oscuro, no había rastro de Dareen. Saliendo de la cama caminé hasta la sala, todo estaba vacío y silencioso en igual medida. Caminé hasta la mini-nevera y saqué una botella de agua, me senté frente al televisor y fruncí las cejas al ver una pequeña nota sobre la mesa de centro junto a mí. La tomé en manos y no pude evitar que una sonrisa de estúpida se formara en mis labios al leer su contenido.
Pequeña engreída:
Prepárate para esta noche, tengo en mente un secuestro.Tu idiota
Me tapé el rostro con la nota escondiendo mi sonrisa. Se me hacía muy loco el hecho de que esté teniendo todo esto con alguien como Hart.
En mi adolescencia siempre pensé en tener a un príncipe azul con una reluciente y brillante armadura que me llevara a pasear sobre su cabello blanco y me entregara flores. Muy irónico teniendo en cuenta la extraña y sin etiqueta relación que teníamos Dareen y yo. Éramos polos opuestos, había mucha diferencia entre ambos, incluyendo que en un inicio fui juzgada por él sin conocerme y odié eso. Pero aquí estaba, con una estúpida sonrisa en los labios porque el idiota del mejor amigo del novio de mi amiga, me había escrito que me iba a secuestrar.
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Antes que me vaya (I) [Borrador]
Novela JuvenilPara Camila las cosas nunca han sido fáciles. La muerte de su madre da muestra a los golpes que el destino le tiene preparado. Cuidando de su hermana y apoyando a su padre, tiene que adentrarse a una nueva fase en su vida: la universidad. Para Hart...