[Capítulo 23]

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Decir que papá se había puesto a hacer guardia en mi puerta anoche después de despedirme de Dareen era innecerario, se la había pasado en vela y por eso hoy estaba más lento y distraído que nunca. Pero no le imposibilitaba el estar vigilando mi cercanía a Dareen.

Tía había preparado un desayuno delicioso esta mañana, tortitas, pan recién horneado, fritos secos, flan y su exquisito batido de plátano, mi favorito.

Estábamos todos sentados en la mesa, papá en el extremo, mi hermana y tía frente a mi, y Hart a mi lado.

Como ayer, la pequeña de los Morgan, no dejaba de ver al chico a mi lado. La tenía cautivada, la había encontrado varias veces con la boca abierta mirando sus brazos.

¡Alto ahí enana! Dareen es mío, MÍO

Los ojos de papá estaban escondidos detrás del papel periódico pero cada tanto nos hecha a una miradita. Dareen estaba encantado, mi tía no paraba de hacerle conversación y super gustoso, le respondía.

Para cortar un poco de tensión y no tener que soportar todo el día la intensa mirada de mi padre y tía, decidí llevarlo a dar un paseo.

Por aquí no es que hubiera nada interesante, pero en esta época del año montaban un pequeño parque con atracciones. Papá no estuvo de acuerdo con que pasara el día sola con él, pero no le quedó remedio cuando tía lo regañó por parecer un niño celoso y nos dejó marchar.

Decidimos ir andando para disfrutar del claro día y de la calidez de los rayos del sol. Llegamos al parque y estaba lleno de adolescentes tomándose foto y haciendo fila para subirse a las atracciones.

- ¿Quieres? - lo miré cuando señaló hacia un puesto ambulante de algodón de azúcar.

- No hace falta. - bajé la mirada.

En realidad si quería, amaaaaba el algodón de azúcar. Parecía una niña pequeña cuando lo degustaba y jugaba aplastándolo pero era delicioso.

- Vale. - caminó hasta el puesto y sacó dos billetes, se los tendió al vendedor y este le dio uno de los algodones. - ¿Segura que no quieres? Está delicioso... Mmhm se deshace en la boca.

Salivé más de lo normal al ver lo jodidamente sexy que se veía comiendo un puto algodón de azúcar.

Los labios se embarraron de almíbar viéndose demasiado tentadores para mí.

Me lo imaginé mordiéndome los labios mientras mi lengua ascendía por su cuello y llegaba a su boca para comérmelo a besos. Uniría su lengua a la mía y mordería su labio inferior degustando el sabor dulce de...

- ¿Qué está pasando por esa cabecita, conejita? - me sonrojé al volver a la realidad.

- ¿Qué? Nada. - respondo demasiado rápido.

Negó divertido mientras tomaba un pellizco del dulce con su dedo pulgar e índice y lo acercaba a mi boca.

- Venga, abre los labios. - hice justo lo que me pedía mirándolo fijamente a sus iris grises. Vi como su pupila se agrandaba unos milímetros y luego tragaba saliva. - Joder, Camila. Si me sigues mirando de esa forma te voy a meter en uno de esos baños y te follaré hasta dolerte el alma.

Apreté las rodillas cuando temblaron del deseo. Con sólo unas palabras mi sistema se había subido unos grados más de temperatura, pareciendo hasta febril. Deslicé mis labios por la piel de sus dedos de forma tentadora, solo para mortificarlo un poco y me alejé de él, yendo hacia una caseta de acertar con aros.

Lo escuché soltar un «mierda» y minutos después, estaba parado a mi lado viendo como el encargado del juego me tendía cinco pequeños aros.

Frente a mi habían pequeños patos de goma que se estaban en constante movimiento. Tomé un poco de aire y lancé el primer aro que acertó a uno de los patos de la orilla. Lancé los otros cuatro y por suerte, acerté en todos. Daba gracias a que mamá siempre me traía a este tipo de lugares y me hacía jugar estos juegos.

Antes que me vaya (I) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora