Arco XVI. Libertad
aemond el inconquistablenadie mejor que aemond targaryen representaba el animal de su casa, un dragón
o en donde tras ser exiliado, aemond rompe sus cadenas
"They say I'm dangerous, 'cause I
Broke all the cages
No I, won't sit and take it"-Royalty; Egzod, Maestro Chives y Neoni
Dicen que los omegas no serán feliz si no tienen una pareja y unos niños. Que si no se casan y viven en santo matrimonio, vivirán una vida miserable y sola, sintiendo sus corazones y sus vientres vacíos.Aemond Targaryen creia que era una estupidez, ignorando los regaños de su abuelo, los reclamos de su madre y las miradas de su patético enfermo padre. El veía de primera mano lo que su madre sufria, cuánto sacrificó y todo para nada, porque Viserys no tenía a nadie en su corazón más que su querida hija Rhaenyra. Un alfa enfermo que dejaba que su madre y sus hijos fueran humillados y rechazados.
Viserys, quien debía proteger y cuidar a su madre y a sus hijos, no hacía nada de eso. Aemond jamás presenció aquello que el mundo predicaba, así que perdónenlo si piensa que los alfas son una mierda y que los omegas eran los ingenuos que parecían ser los únicos en ser castigados por hasta la más mínima mierda, hasta por respirar.
Por eso el estaba feliz con su soltería. Era libre, hermoso, inteligente, poderoso y tenía como como compañero a la Reina de los Dragones, su hermosa Vhagar. No tenía que unirse a ningún alfa inferior de alguna de las otras nobles casas.
Se alegraba de haber insultado al rey y a Rhaneyra cuando fue acusado de robar a Vhagar, si no hubiera enojado tanto a su familia, seguramente estaría sufriendo en algún lugar de Westeros, eso o en la cárcel, porque Aemond mataría a cualquier alfa indigno que osará tocarlo.
Aemond no era como los otros Targaryen o Hightower, el no era un ganado al que podían ordenar. El era un dragón, y los dragones eran libres y hacían lo que se les plazca. Aemond no era diferente. Y es feliz con su vida.
Sabía que había elegido bien cuando veía a su madre, su hermana y otros omegas ser controlados por sus esposos. Vistiendo con los mejores vestidos y las más brillantes joyas, pero condenadas a no ser nada más que adornos en los brazos de sus esposos. Incluso Baela, a quien creyó igual de rebelde que el, sucumbió a su papel.
Aemond no tenía nada que envidiarles.
—¡Han atacado a tu hijo! ¡Casi le dejan una cicatriz en su rostro! ¡Casi arruinan su vida, Viserys! —gritó Alicent mientras sostenía la mano de su hijo omega, Aemond.
El joven príncipe omega había decidido ir por Vhagar y obtener un dragón, solo para ser emboscado y atacado, causando que Lucerys casi le arrancara su ojo, aunque gracias a los Siete Aemond esquivo y solo quedó el susto.
—¡Nos llamó bastardos! —se quejó Lucerys bajo la protección de su madre.
—¿De dónde sacas eso, Aemond? —ordenó Viserys con voz fría. Aemond miró a su alrededor, viendo la mirada de advertencia de Daemon y sonrió.
—Es patético el hecho de que aún protegas a Rhaenyra de sus errores. Todos saben que esos Valeryon son bastardos, con sus ojos y cabellos oscuros. Todos lo saben, el único ciego aquí eres tú, al punto que solo la ves a ella, ignorando el hecho de que tu hijo, un omega, ha sido atacado. Pero no puedo esperar más de un alfa que no puede mantener a su familia unida, mucho menos su reino. —contraatacó Aemond.
Sus palabras causaron que fuera exiliado a Essos por años con tan solo diez onomásticos. Aemond no se arrepintió, tomó sus cosas, alisto a Vhagar, se despidió de sus hermano, y se marchó a tierras desconocidas, más allá de incluso Poniente.
—Serás feliz, Em. —le había dicho su dulce hermana mayor, Helaena— Y cuando regreses, traerás contigo el fuego.
Aemond fue enviado con escoltas, pero no pasó mucho tiempo antes de que emprendiera un vuelo por si mismo, dejándolos atrás y preocupados, enviando cartas sobre la rebeldía del joven omega y su desaparición, pero nadie jamás pudo atraparlo mientras el volaba sobre su dragona, nada podía compararsele a las grandes alas de Vhagar. Y los dragones más grandes estaban de lado de Rhaenyra, quien no lo buscaría. Así que Aemond voló por el mundo solo, abandonando sus escoltas.
La corona trató de perseguirlo y mantenerlo bajo la mira, hasta que se rindieron tras el constante movimiento de Aemond, quien satisfecho, siguió su aventura, enviando personas extrañas aquí y allá para enviarles cartas a su amada hermana mayor.
A pesar de tener solo diez años, y sin escolta, Aemond no temia de nada ni de nadie, aún cuando tras crecer y desarrollarse, comenzó a llamar la atención de cientos de alfas y betas que intentaban reclamar al rebelde omega que viajaba con su gran dragona por el mundo, y aquel que osaba a intentarlo, eran enviados de regresos sin miembro y con cicatrices que jamás sanarían.
Ganaba dinero destruyendo y matando a cualquiera que podía comprar sus servicios y los de su dragona, quemaba enemigos y cortaba cabezas. No tardo mucho en ganarse una fama por todo Essos y una larga lista de pretendientes.
Aemond tenía a los alfas y betas más codiciados y poderosos detrás de él, dispuestos a embarazarlo y marcarlo, todo para atar a la gran dragona y a su rebelde y hermoso jinete a ellos. Grandes regalos fueron exhibidos para él, promesas de gloria y riqueza inimaginable, y Aemond las rechazó todas. Ningún alfa asqueroso lo tocaría, no importa quien fuera, incluso si era un emperador de lejanas tierras.
Los años pasaron y Aemond siguió viajando, sin atarse a alguien. Tenía muy en claro la razón por la que acepto su exilio y su amor por la libertad que los omegas no tenían el honor de tan siquiera desear. Aemond era un dragón, más dragón que cualquier otro, pues nadie lo ataría, no importa cuánto su belleza llamará la atención y cuantos se prostratan a sus pies por algo se atención.
Así pasaron diez años, donde el rebelde y exiliado omega Aemond se volvió tan famoso en Essos, que su nombre resonaba en Westeros. Las habladurías del omega más hermoso del mundo, de un rebelde omega que volaba sobre un dragón, de un omega que traía fuego a sus enemigos, de un omega inconquistable. Fue diez años después de Aemond recibió la noticia que para ser sinceros, ni quería, ni esperaba.
Era momento de regresar a Westeros junto a su familia.
YOU ARE READING
Madness and Greatness Can Both Share a Face
Fanfiction"Locura y grandeza son dos caras de la misma moneda y cada vez que un Targaryen nace, los dioses lanzan la moneda al aire y el mundo aguanta la respiración para ver de qué lado caerá". -Jaehaerys Targaryen II 🐉Team Green🐉