15. Desliz

70 9 0
                                    

La vida de un joven nunca es fácil, menos cuando eres un joven que se dedica a ser una figura pública, admito que estoy feliz con lo que hago, pero hay ocasiones en las que quiero mandar todo por la borda y ser simplemente yo, Rebecca Armstrong, una persona normal que lleve una vida común.
Poder salir a la calle sin tener que preocuparme por hacer o no bien las cosas, poder visitar lugar sin ser el centro de atención, simplemente, hacer lo que me gusta con quien me gusta y sin rendirle cuentas a nadie.
Pero bueno, mandar al carajo todo, ahora mismo no esta en mis planes, tampoco es como si pudiera hacerlo, supongo que lo hubiese hecho ya si hubiera tenido oportunidad.

Es emocionante saber hasta dónde habíamos llegado, siempre supimos que sería un trabajo difícil y muy duro, pero gracias a los fans ahora estamos aquí.
Cada día creciendo más como personas y como actrices, todo era gracias al apoyo que recibíamos, no importa cuanto nos esforzáramos, las personas allá afuera valían cada minuto de ese tiempo.
Mi vida era casi perfecta, ¿el motivo? Ella era el motivo de ese casi, todo sería mejor si estuviera a mi lado.
Para los ojos de los demás seguíamos siendo muy unidas, seguíamos siendo FreenBeck, la pareja perfecta que querían que fuera real, no los culpo, también yo quería eso.
Frente a las personas seguía existiendo ese amor de "hermanas" que nos pedían dar, estaba esa cercanía constante una con la otra, estaban esos coqueteos que de vez en cuando salían para jugar con las emociones de los demás y claro, también con las mias. Era doloroso ver como todo eso se esfumaba cuando no había nadie más, forzadamente nos dirigíamos la palabra, fuese como si nada entre nosotras hubiera existido, aunque en el fondo, aún me quedaba la esperanza de que sus sentimientos hacía mi aun permanecieran. Sus preocupaciones y atenciones se sentían naturales, no se sentían actuados, aunque todo fuera parte de un trabajo, se sentía bien.

[....]

-No se te olvide llevar la pulsera para el evento de hoy, ¿aún conservas la cadena que hace juego con la mía?, llévala igualmente, en cuanto más cosas haya mejor- Sólo hablaba y hablaba, sin dejarme responder.

-¿Esto será así siempre?- Cuándo estuve
segura de que no tenía nada mas por decirme, hablé.

-¿A que te refieres con.. "esto" ?- hizo ese peculiar gesto con los dedos.

-A tu tonta manera de dirigirte hacía mi- Se sorprendió ante mis palabras.

-¿Que hay de malo? Ambas dijimos que sería solo trabajo- Se recostó en el sillón que estaba ahí.

-Pues si, pero eso no quiere decir que me trates como si me odiaras- me senté a su lado, muy cerca de ella, sentí como se tensó en su lugar -O es que acaso ¿phi Freen me odia?- Me acerque a su rostro, quería jugar con ella un poco, aun sabiendo que esto sería algo de lo que me arrepentiría más tarde.
Note como su mirada paseaban por mi rostro, deteniéndose en mis ojos, teniendo una lucha constante consigo misma para no dirigirla a mis labios, sabía que el tono de voz con el que la había llamado la ponía mal, siempre lo supe, pero no sabía que aún tenía ese efecto en ella. Miré sus labios fijamente mientras me mordía los míos, estaba muriendo por tirarme sobre ellos, quería besarla, me acerqué un poco más y escuche como pasó saliva, cerró sus ojos y me di cuenta que ella también lo quería, quería besarme, no podria asegurar que sus ganas eran más grandes que las mías, pero sabía que lo deseaba tanto como yo.
Cerré los ojos y junté mis labios con los suyos, ahogó un gemido, y yo también lo hice cuando nuestros labios se rosaron, me ardía la piel con el tacto, por un momento había olvidado la suavidad de estos, siempre tan perfectos, con ese brillo sabor fresa que los adornaba.
Quería llorar, tenía tantas ganas de besarla, pero sabía que eso no me traería nada bueno, tan solo pensaba en las noches que aun pasaba llorando por ella, pensaba en lo hiriente de su silencio y el dolor que me causaron sus palabras en aquel momento.
Entonces me alejé, no me podía permitir que mi dolor quedara a un lado.

𝒞𝒰𝒜́𝒩𝒟𝒪 𝒩𝒜𝒟𝐼𝐸 𝒩𝒪𝒮 𝒱𝐸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora