Pirata

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La llegada al capitolio había sido nada menos que caótica. Eso no sorprendió a Carlos, aunque no esperaba ser completamente ignorado en la estación de tren, mientras las cámaras enfocaban a Charles en todo momento, quien después de unos cuantos minutos de sonrisas encantadoras, comenzaba a verse como un pez sacado del agua con claros signos de ahogamiento.

Honestamente había impactado un poco su ego.

Había sido subido rápidamente entre la multitud a un vehiculo largo y lujoso, que suponía les llevaría al centro de entrenamiento. Fue entonces cuando todo se volvió demasiado real. Sus manos comenzaban a temblar.

— Tranquilo, todo va a estar bien, Carlos.

Las manos suaves y cálidas de Charles sobre las suyas le tomaron por sorpresa. A diferencia de su piel manchada y gruesa, lastimada por la sal del océano, las del menor eran blancas, tanto como la arena de la playa donde jugaba de pequeño, y aterciopeladas como las esponjas de mar que llegaban a la orilla.

— ¿Lo prometes? — Preguntó mirándole a los ojos, sin poder apartar la mirada.

— Lo prometo.

Suspiró suavemente, retirando sus manos en cuanto notó a Elenna voltear los ojos con desdén, uno que a Carlos le dio escalofríos. Se sentía culpable por pensarlo, pero agradecía que Elenna fuera la mitad de pesada que él, porque comenzaba a sentir el desprecio de la niña, y podría jurar que aquella esperaba ansiosamente encotrarselo en la arena y sacarle de la competencia y de la existencia de paso.

Klayton había tomado por su parte un tiempo de monólogo de lo agradecidos que deberían estar, enumerando las maravillas del capitolio por donde pasaban, fuera una gran boutique o una simple tienda de comestibles,y aunque se había perdido la mitad de su palabrerío, puso más atención al enterarse que venía el desfile de tributos.

El desfile era aquel donde todo Panem les conocía, donde representarían a su distrito y serían el foco de atención. Y donde harían el ridículo ante todo el país. No es que fuera secreto que unos diseñadores del capitolio los tendrían a su disposición para vestirlos de cualquier manera ridícula que se les ocurriera.

— Piensalo... más bien como una reunión de presentación... — Quizo arreglar Charles, en un intento de no ponerle nervioso, el cual había fallado estrepitosamente. — En realidad si, es mas una fiesta. Todo Panem lo verá, pero ellos no son los que nos importan, sino las personas importantes que estarán ahí. Personas con recursos.

— Charles, querido, deja que los chicos se diviertan, estás quitándole toda la diversión. Te aseguro que el galán que tienes a tu lado podrá ganar varios obsequios de las damas sin toda esa presión.

Carlos se sentía a tres segundos de que le diera una embolia al escuchar a Klayton, en especial cuando Charles comenzó a reír.

— Si, estoy seguro que podrá. Él es el único que no lo cree.

Charles se había bajado tan rápido del vehículo en cuanto estacionaron que había desconcertado a todos a su paso. No se veía emocionado por estar ahí, pero en cuanto bajó y le vió hablando al oído con un chico que para ser del capitolio no le parecía tan horrendo. Aunque definitivamente supo que lo había pensado demasiado rápido cuando escuchó aquella voz chillona gritar mientras corría hacia él.

— ¡ES PERFECTO! ¡VEN ACÁ, VEN ACÁ!

Solo pudo ver a Charles quedarse atrás mientras él era llevado a jalones por el chico de pestañas de casi quince centímetros y uñas en punta verde chillón.

Si alguien le hubiera dicho que se encontraba en el medio de un huracán, lo hubiera creído sin ningún problema. El agua – que al menos estaba tibia y tenía un fuerte olor a lavanda – caía sobre él de todas partes, su ropa había desaparecido en algún momento, y otras dos chicas se habían unido a la masacre lavando su piel tan fuerte que estaba seguro que otro poco y llegarían al músculo.

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