Bajar de ese carruaje había sido toda una experiencia en aquel disfraz, mientras los brillos comenzaban a metérsele a los ojos volviéndose realmente incómodo. Finalmente recibió la ayuda de alguien que le sostuvo, ayudándole a llegar al piso. Iba a disponerse a agradecer cuando reconoció a Charles, quien aún tomaba su mano.
— Sé que no es el momento, pero te ves espectacular.
Carlos sintió como su rostro cambiaba en todos los colores posibles, ya que definitivamente ese cumplido era lo último que él esperaría y sin duda hacía unos días le hubiera molestado. Pero se había quedado pasmado.
– Carlos lo siento... yo... yo no quería...
Charles sintió la punzada de culpa en el pecho al instante, ¿Cómo carajo había podido decirle algo así?
No pudo ni siquiera terminar de disculparse cuando en un parpadeo Carlos ya había desaparecido, siendo escoltado por los agentes de la paz hacia el edificio de entrenamiento.
– ¿No salió como esperabas, galán? – Dijo esa voz inconfundible y por ahora sumamente irritante, perteneciente a Max Verstappen.
– Max en serio, no estoy de humor para...
– Relajate, no me interesa lo que haya entre tú y ese chico. Pero tienes que tener cuidado. No sigas con eso.
La voz despreocupada y gesto burlón de Max cambió por un semblante serio, uno que Charles no había visto desde los juegos.
– ¿De que estas hablando?
– Leclerc, tú y yo sabemos que no eres idiota, para este cuento de hadas. Ese chico en 3 días estará en la arena, y eso te va a destrozar cuando...
– ¿Cuándo qué, Max? ¿Cuándo muera? – Respondió molesto, con una rabia que no sabía de donde había venido ante solo contemplar la idea. – ¿Tan seguro estás de que tu tributo va a ganar?
– Max, Charles. Es hora de subir.
Era claro que habían llamado la atención cuando Lewis se acercó a interrumpirlos. Ninguno de los dos se había atrevido a decir nada más, sino que se habían separado
Charles prefirió saltarse la cena, quedándose en su habitación.
Se sentía idiota. No solo por lo que le había dicho a Carlos, sino porque aún cuando era un ególatra narcisista, Max seguía siendo su único amigo. Y podía tener razón.
Si Carlos moría no solo iba a dolerle como otros años. Iba a hacerlo pedazos. Pero ya no estaba tan seguro de la razón, de que solo se tratara del agradecimiento a su madre cuando le había salvado de pequeño.
Entonces la puerta se abrió.
– No veníste a cenar.
– ¿Carlos? – Preguntó sorprendido al verle en la puerta, claramente recién duchado y con una pijama negra que pareciera que habían hecho a la medida para él y una bandeja con comida que él suponía había llevado desde la mesa. – ¿Qué haces aquí?
– Asegurándome de que comas algo, te necesito vivo si quiero patrocinadores.
Aquello si que le había tomado por sorpresa. El chico había entrado poniéndolo en la cama, claramente él tampoco había cenado aún.
– Carlos yo... de verdad lo siento, no estaba pensando y...
– No, tranquilo. Casi podía escuchar a mi padre hablando en mi cabeza diciendo que seguro me veía ridículo. – Dijo con una sonrisa más de dolor que de felicidad tratando de restarle importancia. – Él siempre decía eso de los desfiles cuando nos obligaban a verlos.
– No, te veías genial. Aunque los del diez fueron vacas, cualquiera se veía genial al lado.
Esa fue la primera vez que le escuchó reír, aunque fuera de nerviosismo mientras comenzaban a comer. Agradecía que el menú fuera carne, lo que el chico necesitaría si quería estar en forma en unos días, aunque definitivamente ese era un ambiente todo menos formal a diferencia de los que habían compartido los últimos días. Incluso privado.
– Charles... ¿de verdad crees que puedo ganar? – Preguntó Carlos con inocencia, mientras jugaba con un trozo de brócoli en el tenedor.
– Si, lo creo... pero necesito que tú lo creas.
Los ojos hasta ahora duros y defensivos de Carlos comenzaron a llenarse de lágrimas y miedo, por lo que sin pensarlo se acercó, rodeándole con sus brazos.
– Lo sé... da mucho miedo, sé que si... pero tu puedes con todo esto... sé que así se siente, pero no estás solo... yo estoy aquí contigo...y haré todo lo necesario para que regresemos a casa... te lo prometo.
No se enteró de cuando se había quedado dormido, hasta que por la madrugada despertó sintiendo a Carlos tranquilo en sus brazos, como si Panem, Los juegos o el mundo existiera. Ahí lo entendió. Volvían juntos a casa, o prefería no volver ninguno.
![](https://img.wattpad.com/cover/342573830-288-k967505.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Tributo
FanfictionPara Carlos, el vencedor Charles Leclerc es lo peor que ha salido del distrito 4. Presumido, un títere del capitolio y de sus estúpidos juegos, una diva insufrible, y quiere mantenerse lo más lejos posible, hasta que su nombre es elegido en la cosec...