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Ximena abrazó una última vez a su mejor amigo—

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Ximena abrazó una última vez a su mejor amigo—. Buena suerte, Patito —beso su mejilla—. Sé que lo harás excelente.

Te amo, reinita —dejo un beso en su frente—. Me avisas cuando aterricen en cada escala y cuando llegues a casa.

—Lo haré, lo prometo. Te amo.

Pato se alejo un poco para que Max y Ximena se despidieran—. No tendré a mi amuleto mañana —hizo un puchero—. Si pierdo la carrera será culpa tuya.

La clasificación ya había pasado y aunque a Pato le había ido mal y empezaría la carrera desde la décimo quinta posición ella le había dado ánimos pues estaba segura de que su amigo volvería a la zona de puntos.

Con Max era diferente, el chico se había llevado la pole y cuando bajo del auto había corrido a abrazarla confirmándole que realmente era su amuleto de la suerte.

—Mentiroso, no necesitas amuletos de la suerte ni nada de eso —rodó los ojos divertida, en su cabeza llevaba la gorra del neerlandés aunque en su cuerpo tenía puesta la chaqueta de McLaren que Pato le había regalado.

—Claro que la necesito, me quede con la pole porque tu estabas ahí —acomodó el largo cabello de la chica hacía atrás.

Ximena lo pensó un poco antes de actuar—. Ajá, si tanto crees en la suerte... —observó que nadie estuviera prestándoles atención y al comprobar que Pato miraba a otro lado tomó suavemente la cara de Max y le planto un beso en la mejilla—. Te acabo de pasar toda la suerte que tengo para que ganes la carrera.

Max estaba rojo hasta las orejas—. Tal vez no me pasaste la suerte suficiente —la miro intensamente tomando la mano de la chica que aún tenía en la mejilla de el—. Deberías darme otro beso... en otro lado.

—No lo creo —se rió pero al final dejo un beso en su otra mejilla—. ¿Contento?

—No era lo que esperaba si te soy sincero —suspiró.

—No sé que esperabas —se desentendió mirándolo con inocencia.

El rubio oscuro cerró los ojos controlando todos sus impulsos de quererla agarrar ahí y darle un beso—. Vete antes de que haga algo que no deba hacer —la mexicana rió dándole un último abrazó.

—Nos vemos en el GP de Miami, Maxie —avanzó por el aeropuerto siendo guiada por un hombre de traje que llevaba sus maletas—. ¡Adiós, Patito!

Pato le mando un besó con una sonrisa gigantesca, cuando ambos hombres confirmaron que la mexicana había desaparecido por la zona de abordaje la sonrisa de Pato desapareció y ahora veía fijamente a Max.

—No sé que trates de hacer —alzó una ceja el neerlandés—. Pero no me intimidas, Pato.

—Lo que sea que intentes hacer con Ximena, déjalo ahí —ordenó con seriedad.

WILDEST DREAMS | MAX VERSTAPPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora