Decimotercero

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Inicio Triste, con final ¿Feliz?

Zeno Sama, el rey de todo explora todo universo, todo planeta en busca de nuevos paisajes, nuevos amigos.

Llegó al reflejo de la tierra, la tierra espejo.
Los bellos Montes de cerezos adornaban una vista desde las grandes alturas.

El pequeño Zen descendió y corrió por todos los lugares, divirtiéndose con pétalos que caían y rozaban su piel, los animales que lo veían de forma extraña.

Toda su diversión que podría sacar de su interior lo hacía muy feliz, la felicidad nublo su camino al momento de tropezar con un bulto y caer de forma suave en un montón de pétalos.

Zeno Sama se levantó rápido y miró con lo que se había tropezado, se quedó fascinado por lo que vió.
Un rostro envuelto con mantas, Capullito, como lo que hacer las orugas antes de germinar y ser unas bellas mariposas.

- Un bebito, es muy lindo, lindo -
Sonrió y se puso en otro lado del bebé
- Oye, bebito. ¿Me escuchas? Hola - tocaba con su dedo aquella mejilla, pero no había reacción en nada.

- Aléjate de mi Sakura - Un grito llegó a él, dándose la vuelta y mirar a dos humanos con ropas de color negro.

- Tsuna, tranquila - el hombre la tomaba de la cintura a su esposa.
- ¡No! Esa cosa se quiere llevar el cuerpo de mi Sakura - Tsunade, seguía gritando enojada tratando de liberarse del agarre.

Zeno Sama rió otra vez y tomó entre sus brazos aquel bulto envuelto de mantas rosadas.
- Solo quiero jugar, porque el bebito duerme mucho -

- ¿Qué? - Ambos adultos respondieron, acaso no sabía lo que le ocurría la cuerpo.

- Ese bebito duerme mucho, mucho. ¿Podría jugar con él? -

- No puedes - Sentenció la rubia

- Mi bebé, mi pequeña bebé está muerta - Dijo Jiraiya, acariciando los largos cabellos rubios de su esposa al ver cómo trataba de calmar sus llantos.

- ¿Por qué? ¿Por qué está muerta? -

- El día de ayer fue su nacimiento, pero se enredó con el cordón umbilical y murió -

- Es por eso que nunca más va a despertar -

- Y ella es nuestra primera hija, mi esposo y yo lo intentamos por cuatro años, y cuando por fin lo logramos... -

Zeno Sama voló a dónde estaban ellos, y le dió a la bebé a la rubia.
- Yo les ayudo, quiero ayudar - Entusiasmado giró por el aire varias veces
- Ella se va a despertar - Reafirmó

- Si eso es posible le deberemos un gran favor -

- Promesa de meñique, Sí - y es ahí donde ambos esposos y el rey de todo pactaron una promesa

El rey de todo le dió un pequeño beso en la frente de la bebé
- Tsuna, mira la frente de nuestra hija -

- Tiene un ¿Rombo? - preguntó extraña

Sangre del Linaje SacerdotalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora