Maldito Niño

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Nemilus rondó por el pueblo durante dos días, y su paciencia se estaba agotando, se sentía como un cable de alta tensión necesitaba destruir algo.
De alguna manera su atención estaba en malas condiciones, no podía concentrarse ni aunque de ello dependiera su vida.
Se debatía entre buscar al vampiro dueño de ese aroma, o buscar al pequeño muchacho que lo había encantado con su inocente belleza y le hacía sentir en paz, por más que peinó el pueblo no pudo encontrar ni a uno ni a otro, se sentía como un maldito acechador, vigiló cada hogar, cada edificio, en el proceso mató a algunos desgraciados abusivos que lastimaban a niños y mujeres, escoria en palabras de Nemilus.
Esta sería su tercera noche sin saber del chiquillo o de su pareja, de no tener suerte empezaría una matanza humana hasta que cualquiera de los dos aparezca.
Por la cabeza de Nemilus se paseaba la idea de que tal vez su pareja lo estaba rechazando, después de todo su fama lo precedía, no había un maldito clan que no le temiera, y tal vez eso hizo que su pareja lo rechazara, porque no encontraba otra respuesta. Su maldita pareja sufriría porque no había poder que evitara esa unión pues los dos se condenarían a muerte si no se vinculaban.
La curiosidad carcomía a Nemilus, porque ese aroma era propio de un vampiro con habilidades que solo aquellos que habían vivido muchos años, poseían y dominaban, y Nemilus conocía a los pocos sobrevivientes que quedaban y nunca sintió algo similar en su cercanía.

Vestido con una camisa negra ajustada, unos pantalones entubados negros de mezclilla y unas botas militares de caña alta negras, Nemilus salió al abrigo de la noche a buscar lo que tanto anhelaba.

Stelian moderó su presencia en el pueblo, a pesar de esa necesidad que le carcomía, admitía también su imprudencia, así que sólo dejaba sentir lo suficiente de su aroma para hacerse presente ante otro vampiro. Estaba dispuesto a ver al vampiro antigüo, pero no se sentía con ánimos para hablar con él, así que sólo le haría saber que estaría cerca.
El joven vampiro también gustaba de jugar con ese ser milenario, pesar de desear verlo, también quería evaluar cosas a las que él se estaba enfrentando y por las cuales desafiaba no solo a su padre, sino a su clan.
Con su corto cabello castaño revuelto, una playera de un grupo musical de moda, ajustados pantalones y un par de tenis converse, Stelian más parecía un pilluelo que vagaba fuera de casa en busca de diversión.
En pocos instantes ambos vampiros estaban cerca. 
Nemilus, olfateo el aire.
Ahí estaba...
Con todas sus fuerzas quería gritar llamando al vampiro huidizo, pero sabía que sería inútil.
Así que sólo se contentó con aspirar y saturar sus sentidos con ese embriagante aroma.
—Estas aquí...
Stelian escuchó fuerte y claro la voz del vampiro cuando se percató de su aroma.
El joven vampiro no podía dar respesta al porqué no podía apartarse de aquel ser.
Nemilus recorrió el pueblo, era como jugar al gato y al ratón.
Cuando estaba cerca como una ráfaga desaparecía el aroma, eso lo hizo sonreír.
—Debes ser muy antigüo, para tener tal poder.
Stelian sonreía al escuchar esas aseveraciones, —¡Genial!, nada más fuera de la realidad. 

Dos semanas sin noticia alguna del poseedor del aroma y Nemilus estaba enloqueciendo, esta vez ni siquiera sentía su presencia en los alrededores.
Solamente en la tranquilidad del bosque podía Nemilus encontrar paz.
Stelian por su parte se mostraba introspectivo, lo cual tranquilizó a su padre y hermano, hago lejos del castillo hasta llegar a una profunda cueva en donde se recluyó, escondiendo todo rastro de su presencia, tanto en que pensar y ninguna respuesta, ahora su mente hiperactiva añadió una carga más a su ya pesada existencia.
El recuerdo de ese poderoso vampiro lo perseguía, haciendo que su joven y hermoso cuerpo vibre de una sensación desconocida para él, pero que para nosotros se llama necesidad.
Amparado por la noche, Stelian salió de cacería siempre cubriendo su rastro.

Nemilus se encontraba con una fuerte manada de lobos, acercándose cuidadosamente los acarició hasta que el alfa, un lobo negro e imponente levantó el olfato.
—Humano, susurró Nemilus.
Relamiéndose los labios se acercó hasta ese aroma, dispuesto a poner fin esa vida, en haras de su supervivencia.
Lo que sus ojos vieron fue suficiente para que el poderoso vampiro pierda los sentidos.
Sentado en el borde de un pronunciado risco, una estrecha figura miraba distraídamente hacia el horizonte, era ese maldito niño que lo tenía debatiendose entre buscarlo a él o a su pareja de vida.
"Los humanos son frágiles",  pensó Nemilus. "Si este pequeño idiota cae, no hay forma de que sobreviva.
Con rapidez el poderoso vampiro se acercó hasta el pequeño cuerpo y lo arrastró lejos de la orilla.
La mirada atónita de Stelian recorrió al ardiente vampiro.
—¿Qué pensabas hacer pequeño hijo de puta?
El enojo de Nemilus no pasó desapercibido para Stelian.

—Sólo miraba, la sonrisa tímida en realidad escondía una enorme sonrisa de felicidad al ver a SU vampiro.
Todo este tiempo Stelian sintió la presencia del poderoso ser.
Pero decidió quedarse quieto hasta saber que haría el vampiro.

—Pequeño estúpido, pudiste caer y destrozarte el cuello.
Nemilus extendió su enorme y fría mano, hasta tocar ese infantil rostro.
Su cuerpo vibró como si un rayo le hubiera golpeado y reanimado, se sentía vivo de nuevo.
Con una sonrisa apenas perceptible, Nemilus recorrió ese delgado cuerpo, para terminar reaccionando como el frío vampiro que era, y sin embargo solo quería estrechar a ese niño en la seguridad de sus brazos.
—¿Qué coño haces fuera de casa?
El seño fruncido observaba molesto al joven.
—He salido a meditar, necesito aclarar la mente. —Encogiéndose de hombros el chico siguió con su explicación —estoy tratando de ordenar algunas cosas y por eso escapé hasta esa cueva— Stelian señaló la prominente formación rocosa cubierta de helechos y yerba.
Nemilus no podía creer lo que escuchaba. ¿A caso ese niño estaba demente?, había lobos, animales salvajes y hasta vampiros que con gusto saciarian su hambre con ese delicioso bocado.
Con un suspiro cansado Nemilus dirigió al jovencito hasta el interior de la cueva.
Al entrar se asombró de lo que vió.
Esperaba una fría, mohosa y húmeda cueva llena de alimañas, pero en cambio todo el interior era de cantera tallada, con la piedra blanca, el interior era un pequeño departamento bastante confortable para su gusto.
Había un sofá y una pequeña mesa, un comedor y una televisión la cual Nemilus sospechaba era más decorativa, las velas alumbraban el lugar dando un aire romántico pero funesto.
Una cocina con su tarja y lavabo, un baño con una tina y un retrete, en fin era la casa perfecta para él. 
Stelian también al ser un maestro en el camuflaje usó varios comestibles, para dar una apariencia muy humana.
—¿Vienes tú sólo, aquí?
Nemilus recorría  una vez más con la vista el interior de la agradable cueva.
Stelian sonrió —Sip, mi padre construyó está cueva antes de morir.
Nemilus señaló el sofá que parecía cómodo.
—Imagino que ahí duermes.
—Si, —Tomando la fría mano del vampiro Stelian lo jaló para que ambos se sentasen juntos.
Nemilus algo contrariado por la acción tan confiada del muchachito lo siguió, sin poner resistencia.
Stelian se sentó e hizo una seña al vampiro para que este se siente a su lado.
—Dime, ¿cómo te llamas?
Stelian quería saber algo más del enorme ser que estaba a su lado.
Nemilus lo observó, que le sacaran el corazón pero estar junto a ese niño le hacía sentir algo parecido a la felicidad.
—No puedo decirte mi nombre.
Nemilus observó con la mirada fría. Ese niño era su paz.
Tan simple y pequeñito, pero de una belleza casi irreal, Nemilus quería comérselo para tenerlo siempre junto a él.
—Si te dijera tendría que matarte, usurró el vampiro en el oído del niño, la sonrisa burlona de Nemilus hizo al chico sonreír.
—¿Cuánto tiempo estarás aquí, sólo?.
Nemilus no estaba seguro de dejar a ese insensato muchacho en medio del bosque. Aunque parecía que se las apañaba bien.
Encogiéndose de hombros Stelian recogió sus piernas y las pegó a su pecho.
—No lo sé. Creo que estaré aquí por las noches. Un suspiro escapó de la boca del niño. —Aquí me siento feliz. —Sonrió para el vampiro.
Nemilus ni siquiera se dió cuenta cuando se acercó hasta quedar a milímetros de la boca del niño.
Y sin poder controlarse posó sus varoniles labios en esa tierna cavidad.
De un brusco salto se alejó del niño, quien estaba asombrado, pero para Nemilus ese beso había sacado el mundo de su eje.

—Debo irme, gruñó enfadado Nemilus, Stelian lo iba a retener, pero estaba en un estado de Shock, que se le hizo imposible reaccionar.
Minutos después Stelian reaccionaba,—Me gustó, susurró una vez se supo sólo en la cueva, mientras sus dedos recorrían su propia boca.

La Melodía Del Vampiro. La Historia De Nemilus Dracul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora