La triste melodía de Nemilus

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Para el clan Lupei fue confusa la situación de Nemilus y Stelian.
Aún el mismísimo Iván no podía creer la manera en que su propio vástago defendió a su más fuerte enemigo, pero tampoco lo podía culpar. Pues sabía que era la reacción normal de aquel que defendía a su pareja de vida.
Así que a pesar de dejar libre a su hijo para ir trás de Nemilus, también se cuestionaba el alcance destructor de esos dos vampiros juntos.
Los Lupei vigilarían a la pareja, y de ser necesario exterminarían a cualquiera de los dos si representaban una amenaza para clanes y humanos.
También confiaba en el juicio de Stelian para no dejarse llevar, pero no estaba de más tener un plan en caso de ser necesario actuar.
En la seguridad de la cueva de Stelian la pareja tenía mucho que platicar.
Stelian lloraba como lo que era, un muchacho demasiado inmaduro para dominar sus emociones con su pareja, estaba tan aprensivo que se aferraba con fuerzas a la camisa blanca de Nemilus.
Tan alto como era, Nemilus por momentos se agachaba hasta quedar cerca de el rostro de Stelian para cubrir de besos su húmedo rostro.
-Quería que seas tú, murmuraba el enorme vampiro acariciando la espalda del jóven. Mientras sus labios besaban la parte superior de la cabeza de Stelian quien lloraba por la alegría de estar en los brazos de SU vampiro.
-Shhh, todo ha terminado, vamos a estar bien.
Nemilus levantó la vista del niño y en su mirada acuosa se encontró así mismo.
Stelian se apartó un poco mientras sus lágrimas las limpiaba con el dorso de las manos.
-Ahora tienes que explicarme esto. 
Nemilus levantó las manos que exhibían retorcidas cicatrices de quemaduras.
-Yo te extrañé tanto, al punto de querer morir. Stelian miraba con anhelo a Nemilus. 
Por fin se sentía completo y sabía que no vacilaría para aniquilar a quien se atreva a amenazar al poderoso vampiro.
Nemilus sonrió, encontrándose enamorado, sabiendo que nunca podría dejar solo a su joven pareja, y que tanta tristeza por la lejanía de este desencadenaría en un suicidio al no ser capaz de enfrentar la soledad, gracias a qué a penas había cumplido la edad humana requerida para la transformación.
—¿Sabes que tus acciones en contra del clan de tu padre te han puesto en la mira de todos, verdad? —Stelian apenas llegaba al pecho de Nemilus, pero para nada se sentía débil.

—Sí y no me importa.
Nemilus abrazó aún más fuerte a Stelian. Y sonrió, empezaba a conocer la determinación de su muy joven pareja.
Al darse cuenta de quién era el portador de tan delicioso aroma  tuvo cierta calma pues por fin dos de sus preocupaciones estaban arregladas, su pareja de vida y dueño de aquel intenso aroma era el mismo niño que tanto amaba y él ya por voluntad propia había decidido seguir a Nemilus, separándose así de su clan.
Sus fosas nasales se saturaron del aroma a bosque húmedo de Stelian, pero si seguía aspirando más  y más, enloquecería así que debía hacer la vinculación pronto y retirarse ya del camino de los demás clanes, como Razvan y Petru Soare habían hecho siglos atrás.

—Debería ser más fácil la vinculación ahora que sé que no eres un humano. —El vampiro alejó a Stelian para poder verlo bien. —Pero entiendes que hay muchos riesgos en ese proceso pues eres joven.
Stelian sonrió pues a pesar de la posibilidad de morir, lo haría feliz de saber que no murió sólo y que sus ojos verían a Nemilus mientras lo amaba y transformaba.
Parecía irracional, y hasta cierto punto incoherente, pero prefería mil veces eso a sufrir por soledad.
—Entiendo el riesgo —los labios de Stelian besaron el duro y frío pecho de Nemilus. —Quiero intentar la vinculación.
La determinación de Stelian no dejó con dudas al gran vampiro que de inmediato tiró al chiquillo en la cama.
Besándolo con ferocidad, Nemilus arrancó literalmente las ropas del niño, razgandolas como si fueran hojas de papel.
—Ahhhghhh, mi príncipe.
El aroma de la sangre de Stelian era tan intenso pues su cuerpo reaccionaba a la necesidad de ser reclamado por Nemilus, quien por un momento paró para poder ver al chiquillo endemoniadamente excitado.
—Eres tan perfecto, Stelian sonrió para SU vampiro.
Nemilus acarició y mordió ese delgado y débil cuerpo. Marcandolo y amandolo por todos esos meses de locura.
Tomando las manos de Stelian y viendo las cicatrices de las quemaduras suspiró —esto lo hice yo.
Stelian alargó su mano hasta acariciar la fuerte mandíbula con la incipiente barba rubia.
—Esto es mí culpa, por no tener el valor de buscarte.
Nemilus lo abrazó con tal fuerza, que asombro al vampiro al sentir el poder  sobrehumano de Stelian.
Mirándose a los ojos, sabían que ya nada los separaría. Ambos eran la vida y la muerte para cada uno.
Desnudos y tan excitados como estaban Nemilus besaba el miembro de Stelian, que se retorcía de placer al sentir su lengua fría y áspera, juguetear con sus dientes que por momentos mordían suavemente la cabeza de su pene.
—Me enloqueces. —Nemilus se deleitaba recreando su vista con Stelian que estaba tendido en la cama con el cabello revuelto y los ojos chispeantes.
Sin más vueltas Nemilus separó sus piernas dirigiendo su enorme pene a la cerrada entrada del chiquillo, quien al sentir ese contacto gimió de placer.
El enorme miembro de Nemilus destilaba líquido transparente, que era una prueba de su necesidad por Stelian.
Tomando su falo por la base, Nemilus empujó un poquito hasta entrar en la cavidad, haciendo que con esto ambos vampiros gimieran con deseo.
Nemilus recitaría sus votos al crear el vínculo, no le negaría a su pareja la experiencia del cántico de sangre, el que se usaba únicamente en la unión de la pareja eterna.
—Más... —el tono necesitado de Stelian excitó al milenario vampiro.
Con fuertes empujones de cadera Nemilus Dracul se enterró en lo profundo del muchacho, quien se retorcía buscando más placer, mientras su pequeña mano cubría su pene en un subir y bajar de intensa presión.
La visión era demasiado sensual para Nemilus que solamente atinó a gruñir entregándose sin reserva.
Toda una eternidad, y este momento parecía perfecto para la pareja tan contrastante.
Un hombre de casi dos metros adulto de pasados treinta años, y un adolescente delgado de un metro sesenta.
Nemilus sonrió al ser consciente de tal imagen.
Decidido a no perder más tiempo Nemilus bajó su boca, incorporándose se sentó hasta quedar en el respaldo del sofá cama, y Stelian quedó montado sobre él.
—Es hora, susurró Nemilus al chico que apretó más su trasero, arrancando al enorme vampiro un delicioso suspiro.
Nemilus besó el cuello frío y blanco, a la par que Stelian no dejaba de mover sus caderas con extrema violencia.
—esto es dolorosos, se quejó  para después soltar un suave gemido detrás del sonido de la piel desgarrandose  de Stelian, que hizo a Nemilus apresurarse succionando toda la sangre que pudo, paladeando ese indescriptible sabor a bosque, a especias, a frutas.
La lividez en el cuerpo de Stelian le indicó que era el momento crucial.
Si Stelian no caía en un sopor de muerte y lograba succionar aquella sangre estaría salvado, pues la vinculación habría sido completada.
Pero sino, en una hora buscaría el alba con Stelian en brazos.
Abriendo con su uña una herida cerca de su corazón, acercó la boca del muchacho a su pecho la sangre salía sin ser detenida ni probada.
Stelian estaba inconsciente, y no reaccionaba a la sangre.
Desesperadamente Nemilus obligó al niño a abrir más la boca, sin tener respuesta.
Asustado y sin cuidado alguno empezó a acariciarar el cuerpo con brusquedad concentrándose en el pecho, buscando ese latido tan pausado, lento y débil que caracteriza a un vampiro.
Stelian se atragantó mientras por sus comisuras resbalaban pequeñas hileras de sangre.
—Stelian no me dejes, que no se apague mi estrella y me deje en la oscuridad. Los gemidos desesperados y rotos de Nemilus retumbaban en toda la trabajada cueva. —Que tu luz me cubra y me salvé del alba que sin ti yo no tengo un motivo real para quedarme en este mundo.
Nemilus se aferraba con fuerza a Stelian.
En todos sus miles de años, Nemilus no recordaba un dolor tan intenso como el que estaba sintiendo ahora, con un Stelian que parecía no reaccionar a la vinculación, densas lágrimas recorrían su rostro.
Para Nemilus fueron los minutos más largos de su existencia, en donde vivió la más absoluta soledad y tristeza.
Nemilus se asombró al sentir a su pequeño vampiro succionar con una fuerza que a él lo debilitaba.
Al momento de ser consciente de la succión del jóven lo despegó de su pecho y vió que traía la cara arrebolada, propia de quien acaba de consumir algo tibio.
Stelian llamio sus labios de manera sensual y con su lengua cerró la herida de Nemilus, a quien vio con una expresión triste.
—Tuve miedo de que no regresarás. Nimilus abrazó con fuerza a Stelian.
—No puedo dejarte sólo. Tenemos tantas cosas que vivir juntos.
Ese fue el abrazo más cálido que los acompañaría mientras estuvieran juntos.

La Melodía Del Vampiro. La Historia De Nemilus Dracul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora