Gusto o adicción

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Nemilus no se acercó otra vez hasta el niño, pero  en los siguientes días lo mantenía fuertemente vigilado.
Los lobos lo acechaban por orden del vampiro, cuidando que este no se meta en problemas.
Stelian sabía que el ser lo observaba, por lo que hacía malabares para alimentarse y para cumplir con sus obligaciones en el clan.
Por su parte Iván estaba muy tranquilo pensando en que su intempestivo hijo por fin se había calmado. Sabía que este se recluía en algún sitio pero eso era normal entre vampiros. Ya que sólo se congregaban cuando algo pasaba, a pesar de que Iván contradecía todas las conductas antisociales de los vampiros, pues se aferraba a la vida en familia y realmente el y Lohana amaban a sus hijos y a las parejas de estas.

Para Stelian la espera de ver a SU vampiro era eterna, era como esperar muchos más años de los que él había vivido, pero su corazón se llenaba de felicidad al saber que los lobos lo vigilaban porque el antigüo se los pidió, de esa manera se sentía... Feliz.
Una semana después Nemilus había vagado por el pueblo, otra vez sintió el aroma a bosque y lluvia, y otra vez no pudo dar con el portador.
Pero por las noches daba una pequeña ronda en la oscura cueva, creyendo que su habitante estaba dormido.
En una ocasión cerca del amanecer, Nemilus se adentró hasta el interior de la cueva, viendo a Stelian dormido, al observarlo mejor parecía muerto.
Confundido Nemilus lo tocó, y los ojos azules más intensos lo miraron adormilado.
—Hola ¿te quedas?, Preguntó Stelian débilmente, los ojos del chiquillo se cerraban, a Nemilus se le hizo fácil pensar que era porque el mocoso estaba de vago por las noches, así que esperó hasta que esos bonitos ojos se cerraron, entonces le dió un suave beso en la fría frente y salió sin decir o hacer algo más.
Stelian se perdió en el reposo de los vampiros con una sonrisa en los labios.

Nemilus llegó hasta su castillo. 
Algo en él estaba cambiando. Su paz regresaba al estar con Stelian Ghenadie, pero su instinto le rogaba por encontrar a ese escurridizo vampiro que era su pareja y acabar con su larga soledad, teniendoben mente ya lo que quería hacer Nemilus estuvo más tranquilo.
Decidió dejar a su pareja para cuidar a ese niño que se le hacía tan frágil, lo cual le creó un fuerte conflicto. Entre el deber y el deseo. Tal vez se arrepentiría y ese muchacho terminaría matandolo una vez que descubra lo que él era.

Stelian vagaba en el bosque, recién se alimentó de un bastardo que estaba a punto de cometer una atrocidad con una jovencita. Stelian como siempre jugó con el bastardo hasta aterrorizarlo, el asqueroso hasta se había orinado en los pantalones.

Para cuándo Nemilus se apareció, Stelian estaba sentado en el bosque, cerca de la entrada a su cueva.
Stelian sonrió al ver al vampiro, y sin poder contenerse corrió hasta abrazarlo.
Nemilus sintió que sus brazos eran el lugar perfecto para su jovencito y en aquellos brazos parecía que toda la oscuridad de Nemilus desaparecía.
—¿Cómo has estado?
El gran vampiro miraba escrutadoramente al adolescente, mientras este sonreía de oreja a oreja al verlo.
—Triste.
La mirada de Nemilus fue de preocupación.
—¿Por qué has estado triste?
Los fríos ojos del vampiro observaban al chiquillo quien con una fuerza bastante controlada para parecer un humano abrazó más fuerte a Nemilus.
—Porque te extrañé.
Stelian hundió su rostro en el fuerte abdomen de Nemilus, quien acarició la espalda del niño, sonriendo como sólo un tonto puede hacerlo y se sintió asquerosamente satisfecho por ello.
Stelian tomó la mano del vampiro, y otra vez lo metió a su pequeño cubil.
—Stelian... 
Nemilus dijo  el nombre del muchacho, de manera distraída.
En realidad le gustaba nombrarlo cada que lo recordaba.
El chico volteó a ver al enorme vampiro, —¿Me decías?.
Nemilus sonrió, —Camina, no voy a desvelarte mucho tiempo.
En un momento Stelian estiró el sofá cama para que ambos se recuesten.
—Ven.
Stelian palmeo la superficie suave y lisa de la cama, teniéndose juguetonamente en ella.
Nemilus no creía haber visto algo tan erótico e inocente a la vez, sin pensarlo dos veces se recostó a lado del chiquillo, quien sonrió.
Nunca se habría visto una imagen tan contrastante.
Un enorme tipo de aspecto frío y duro, junto a un frágil y casi infantil muchacho con un aspecto inocente.
—¿No te asustaron los lobos?, Nemilus acariciaba ese delgado brazo, mientras se sentía de lo más cómodo ahí tendido.
—Nop, para nada, la sonrisa cálida de Stelian calentó la líbido y el corazón de Nemilus.
—De hecho parecía como si me cuidaran, Nemilus sonrió pícaro.
—Claro, deben cuidar este pequeño mondadientes, la sonrisa burlona del vampiro hizo reír a Stelian.
Risa...
Por fin Nemilus se deleitaba en ese sonido que en otros seres y personas sonaba tan monótono, pero en Stelian era como música, y necesitaba más de ese sonido.
—Dime, ¿cuántos años tienes?
Junto a Stelian, Nemilus no podía tener las manos quietas.
Extendiendo su brazo acercó su mano hasta el castaño cabello juvenil, para terminar acariciando las cortas y suaves hebras.
—Diesciocho.
Stelian seguía esa fuerte mano.
Y animandose el también acarició el largo y rubio cabello del fuerte vampiro.
Sus miradas se encontraron y en ese silencio cargado de sensualidad Nemilus se acercó hasta quedar sobre el jovencito.
Con sus labios besó con fuerza esa tierna boca. 
"Dieciocho años" pensó el vampiro. Es tan sólo un adolescente, pero tan tierno como era, también destilaba una fuerte sensualidad.
—Yo tengo treinta y cuatro años, aunque siento que te vivido muchos más. —Mirando intensamente al chiquillo buscando alguna señal que le indicara en que este tenía algo del sentido común del cual Nemilus carecía totalmente ahora al enterarse de su edad, pero tal parecía que los dos estaban jodidos.
Los números pararon por su mente, no se había sentido viejo, hasta que se comparaba con el mocoso.
Stelian quedó de frente a Nemilus entonces se aferró con las dos manos en la camisa negra de este, como si de esa manera pudiera retenerlo.
Sin prestar la menor atención al dato que el vampiro le había proporcionado.
Acariciando el pómulo delgado y afilado, Nemilus bajó por las frías mejillas del niño, son darse cuenta se acercó más al tierno cuello, mientras sus manos memorizaban las líneas de aquel delgado cuerpo que se retorcía con demanda bajo Nemilus. 
—Eres mío.
El suave susurro excitó a Stelian quien de manera instintiva se restregaba en Nemilus.
Nunca su miembro había reaccionado a alguien, ni cuando era humano, por lo que la sensación lo abrumó al grado de sentir que sólo eso no bastaría.
Pero no era el único que estaba en ese estado.
La enorme erección de Nemilus amenazaba con salir disparada.
El vampiro apretaba la mandíbula en un intento por calmar aquella necesidad, pero se sentía salvaje, quería tomar ese suave y tierno cuerpo que le decía con cada movimiento que nunca había experimentado algo así.
Sin más miramientos Nemilus sacó sus afilados colmillos, dispuesto a rasgar la blanca piel del muchacho, lo quería vincular y reclamarlo como consorte, y con eso condenaría a muerte a ese niño.
Pues al ser tan jóven no soportaría una transición de ese tipo, recordándole una de las razones por las que se prohibía la transformación de niños y adolescentes.
Recobrando parte del sentido Nemilus se alejó como si el chiquillo le quemara, —debo irme.

La mirada confundida de Stelian desgarro al vampiro quien conciliador se arrodilló cerca de la cama para poder hablarle. —Pequeño, si tan solo supieras. 
Las palabras llenas de dolor conmovieron a Stelian quien abrazó al vampiro.
—Lo que sea que venga de tí, para mí estará bien, aquellos preciosos ojos estudiaron a Nemilus, era como si el muchacho buscara bondad o cualquier mierda sentimental.
No la encontraría, él era la muerte de los clanes, los príncipes y sus lacayos no se atrevían a decir su nombre.
—No vendré en unas semanas.
Nemilus estaba parado en la entrada de la cueva, de espaldas.
No quería que el pequeño humano vea el dolor y la necesidad en él. —Debo buscar respuestas y tú debes alejarte de mí.
Así tan pronto en un parpadeo que Stelian sí pudo ver, el imponente ser se alejó.

Stelian estaba solo, triste.
Con un vacío mortal en su corazón.
Y lloró como hacía siglos no lloraba. 
También deseó morir.

Nemilus debía buscar respuestas entre los vampiros más viejos.  O de lo contrario buscaría el alba, a pesar de haber encontrado a su pareja a la cuál condenaría también a muerte de no formar el vínculo.
Pero Nemilus gustoso renunciara a él por tener a Stelian, a su brillante estrella.
—Tan apropiado —sonrió.
Necesitaba saber si tal situación tenía precedente.
Y ansiaba como el infierno poder hacer algo con ese niño. Lo anhelaba, lo amaba, y descubrir eso era enloquecedor.

La Melodía Del Vampiro. La Historia De Nemilus Dracul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora