El sol, brillando en un Miércoles cualquiera, se colaba a través de las cortinas de un gran cuarto de paredes blancas, donde en medio, encima de una cama bastante grande, se encontraba durmiendo a gusto un adolescente castaño, que había tirado prácticamente todas sus mantas y hasta su sábana al suelo en medio de su plácido sueño. Finalmente despertándose con un quejido en cuanto la luz solar llegó a sus ojos, se estiró de mala gana sentado en aquella cama y soltó un suspiro.
—Joven Diego. —Se escuchó de pronto a través de la puerta de la habitación.
El joven castaño en la cama se estiró sin querer levantarse, escuchando que seguían llamándolo desde afuera no le quedó otra opción que responder.
—Lucía, estoy despierto. ¿Qué pasó? —Alcanzó a decir lo suficientemente fuerte para ser escuchado, soltando un bostezo en cuanto terminó de hablar.
—Su padre me ordenó que le dijera que baje a su oficina... Desea hablar con usted.
Aquello terminó despertando completamente y de golpe al adolescente, que se apresuró a levantarse de la cama para correr hasta la puerta y abrirla, observando a Lucía, la mucama de mayor edad de su casa, parada frente a él, mirándolo igualmente y con una sonrisa.
—Disculpa, Lucía... Pero si no me equivoco, hoy es jueves, y mi padre sólo está aquí los sábados.
Estaba claramente confundido, aunque Lucía parecía estar segura de lo que había dicho, por lo que Diego empezó a creer que quizás si estaba equivocado y realmente era sábado, no jueves.
—Su padre está aquí, joven Diego, a pesar de que es jueves... Creo que lo que quiere decirle es importante.
El chico tragó saliva con nerviosismo mientras le daba las gracias a la mucama y cerraba la puerta, decidiendo entonces cambiarse de una vez el pijama para poder ir con su padre y saber que era eso tan importante que éste debía decirle.
—No recuerdo haber hecho algo esta vez. —Murmuró para sí mismo, dándose ánimos.
Desde que Diego tenía memoria, muy pocas veces en toda su vida había podido ver a su padre en un día laborable como lo es el jueves, por lo que claramente le era muy extraño que de pronto lo estuviese llamando aquel día.
Apenas terminó de cambiarse, el castaño salió de la habitación y bajó prácticamente corriendo las escaleras. Se detuvo frente a la puerta de la oficina de su padre y tomó aire antes de tocar.
—Pase. —Escuchó que alguien decía con voz grave y firme a través de la puerta.
—Buenos días, padre. —Saludó el adolescente entrando a aquella habitación y cerrando la puerta detrás suyo.
—Hola, hijo. Ven, siéntate.
Diego caminó con lentitud y obedeció, sentándose en la silla de madera que tenía su padre frente al escritorio, donde el señor, igual de castaño que él, lo miraba fijamente con sus ojos azules. Aquino se puso más nervioso aún, temiendo por la conversación que vendría.
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⊹⊣ ¡Sᴇᴀᴍᴏs ᴀᴍɪɢᴏs! ⊢⊹ [Duxino]
Fanfiction⩺ Tras pasar años siendo educado en casa, apenas saliendo algunas veces de aquel lugar, Juan Diego Aquino por fin puede ir a una escuela normal y socializar, o eso es lo que esperaba, no estaba en sus planes el olvidar como hacerlo... Por lo que ten...