CAPÍTULO DIEZ.

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🐺

―Déjame acompañarte a la puerta ―dijo Seokjin cuando el auto alquilado se detuvo frente a la casa de Yoongi.

Ya habían ido a dejar a Chanyeol y Baekhyun al departamento que compartían en una casa reformada cerca del río. La casa de Yoongi era la siguiente parada.

―Si te dejo hacer eso, querrás quedarte a tomar una copa, y si te quedas para eso... ―Yoongi sonrió con timidez.

Los ojos de Seokjin se iluminaron con interés.

― ¿Por qué no debería quedarme a tomar una copa?

―Harás que el chofer de este auto espere aquí durante mucho tiempo. No queremos hacerlo enojar. Estoy seguro de que esta noche le gustaría llegar tempano a casa.

Seokjin se acercó más. El olor de su costosa loción para después del afeitado, llenó el espacio entre ellos. ―Puedo llamar a otro.

Yoongi suspiró, apretándose más la bufanda alrededor de su cuello.

―Sabes que no puedes entrar, Seokjin. No así. Ya no.

―No tuvimos una despedida apropiada ―las palabras fueron bruscas y con tristeza, causando que Yoongi se tragara las propias.

―Así es como es la vida, ¿no? ―no había podido despedirse de sus padres antes de que murieran. Frecuentemente los finales eran súbitos. Despedirse era un regalo que no todos recibían. ―No puedo ir en contra de mis instintos sobre este asunto. Si Jungkook elige a otro, bueno... se tendrán que hacer arreglos para mis celos. ¿Quién sabe lo que depare el destino?

―Eres un tonto. Ese niño y su papá te tiene en la mira. Pero, ¿el alfa? Ese es otra historia. Aunque todos sabemos quién realmente lleva la batuta.

―No discutamos. Estoy cansado.

Seokjin presionó su pulgar en la barbilla de Yoongi.

―Un trago como amigos.

―No esta noche. Conozco esa mirada en tus ojos. La he visto durante años y siempre te di lo que querías, sí, lo que yo también quería, pero mañana no podría mirarme en el espejo si lo permitiera ahora.

―Eres muy seguro de ti mismo, ¿verdad? Tal vez sólo quiero una copa.

―Te quiero con locura, Seokjin, pero mientes terriblemente. Otra noche compartiremos un trago, cuando no nos estemos sintiendo tan raros.

―Extrañaré lo que teníamos.

Yoongi sonrió y le tocó la mejilla, enterrando su dedo en su piel cálida.

―Yo también.

― ¿Con quién vas a hablar acerca de esta noche? ―Yoongi se encogió de hombros.

―Tengo teléfono. Tal vez llame a alguien. Tengo amigos.

―Baekhyun, Chanyeol y yo.

Yoongi jadeó simulando sentirse ofendido.

―Tengo otros amigos. ¿Y quién dice que necesito hablar de esta noche? Fue lo que fue, él es quien es, y no hay más.

―Es un cachorro.

―Ya lo habías dicho y no cambia nada ―Yoongi abrió la puerta del auto y salió. Se inclinó y le sonrió a Seokjin por última vez. ―Que te vaya bien.

Caminando hacia la puerta, estudió su casa de manera objetiva.

¿Qué pensaría Jungkook de ella? ¿Cuánto tiempo se le permitiría conservarla una vez que se emparejaran? Si es que lo hacían. El patio de enfrente estaba lo suficientemente arreglado, contrató a alguien para eso, pero la parte de atrás y las laterales, parecían un desastre intratable. Probablemente Jungkook querría venderla. No podía culparlo.

Erõs - KookGi [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora