CAPÍTULO NUEVE.

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🐺

― ¿Crees que traer a Seokjin fue una buena idea? ―susurró Baekhyun en el oído de Yoongi, mientras esperaban en la acera a que Chanyeol y Seokjin bajaran de la parte trasera del auto que los Jeon habían enviado para recogerlo.

Yoongi miró a su apuesto amigo. Baekhyun llevaba el pelo algo largo y ondulado, casi tocando sus hombros, una camiseta café de cuello alto y una chaqueta de color café con leche que le quedaba bien y parecía casual y relajado en comparación con su propio traje verde oscuro y camisa blanca. Al menos Chanyeol también llevaba puesto un traje color rojo baya que, junto a su pelo negro, bien peinado, lo hacían verse como todo un galán de la televisión del Viejo Mundo.

Yoongi vio hacia la casa de Jungkook, mejor dicho, mansión, preguntándose cómo demonios la antigua familia Jeon, había encontrado piezas tan grandes de granito para la fachada, y cómo las habían transportado hasta allí. La casa parecía fría desde el exterior, pero Jungkook no había parecido ser un hombre frío, como tampoco lo pareció su papá cuando lo invitó por teléfono.

―Seokjin es el guardaespaldas del grupo ―murmuró Yoongi. ―Dudo que vaya a tener que contratarlo, pero no quiero que piensen que estoy indefenso.

― ¿Qué crees que van a hacerte? ¿Secuestrarte y obligarte a consumar la imprimación?

Yoongi resopló suavemente.

Baekhyun continuó: ― ¿Y que van a cometer el delito durante la primera fiesta de otoño?

―No, pero no quiero correr ningún riesgo. Además, Seokjin es parte de mi vida. Heechul, el papá de Jungkook, dijo que invitara a mis amigos más cercanos. Y esos son ustedes tres.

―Sí, pero Seokjin es un alfa. El alfa del que has escrito poemas. El que te ha ayudado en ¿cuántos celos?

Yoongi se encogió de hombros, esperando que su estómago inestable no lo hiciera vomitar en los arbustos. ―Si quieren que firme el contrato, tendrán que aceptarlos a todos ustedes. ¿No es eso lo que me dijo Chanyeol tan sólo hace unos días?

―Estás asustado ―Baekhyun le puso un brazo protector alrededor de sus hombros. ―Está bien. Estás conmigo.

Yoongi puso los ojos en blanco y se deshizo del brazo de Baekhyun.

―Jungkook está tomando tranquilizante alfa. Todo debería estar bien.

― ¿Incluso con Seokjin aquí? ―preguntó Baekhyun de nuevo, claramente pensando que Yoongi se había excedido en traerlo.

―Especialmente con Seokjin aquí ―dijo el aludido, sonando su voz profunda y confortable en el oído de Yoongi, quien se volvió a verlo, enderezando su sencillo traje gris y corbata negra. ―Entremos, señores. No hay que perder el tiempo.

Yoongi guió el camino por el sendero, con Seokjin detrás de él, y Chanyeol y Baekhyun siguiéndolos con los brazos entrelazados. Siempre la pareja enamorada. Si no fueran tan amigos, la envidia que sentía por ellos se volvería tóxica.

La casa se erguía imponente a pesar de ser de sólo tres pisos, con la planta superior aparentando ser un ático. Era la parte frontal de granito y las amplias ventanas mirándolos hacia abajo como ojos blancos, lo que le daba un aire tan majestuoso. Al menos las ventanas en la parte inferior estaban iluminadas con luces cálidas, como miel derramándose sobre el césped bien cuidado.

La puerta principal se abrió antes de que tuvieran la oportunidad de tocar el timbre. Yoongi no sabía lo que había estado esperando, posiblemente a un sirviente beta o incluso al propio Heechul... pero que Jungkook fuera el que estuviera en la puerta, lo tomó por sorpresa. Se quedó inmóvil en los escalones de la entrada, con el corazón latiendo contra sus costillas, gimiendo al sentir un pequeño y cálido desliz de lubricante humedeciendo su trasero.

Erõs - KookGi [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora