Capítulo 5.

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Gogeta yacía completamente a la intemperie de un desquiciado, vaya que lo era. No, no trató de justificar en ningún momento su comportamiento.  Sí,  estaba consiente de que ambos eran simios pero jamás se le cruzó por la idea estar servido en "bandeja de plata" a expensas de un sujeto que era muy similar en aspecto físico.

《 Eran seres muy iguales pero a la vez muy distintos 》

La sola idea de encontrarse cara a cara con alguien que promulgaba ser mejor que él en todos los aspectos le provocaba una sensación de desdén. Pero ya que podía hacer, el metamoru estaba a punto de vivir el infierno en carne propia.

— ¡Déjame, maldito loco! — exclamó Gogeta, con ello, lo poco que logró reunir de energía le da un rodillazo sobre su estómago con el fin de zafarse de ese agarre.

Sin embargo sus débiles intentos por huir lo hacían parecer una presa más endeble ante los ojos del pothala. Si bien, en Gogeta vio en él a un pequeño cordero que estaba dispuesto a degustar y no habría testigos en la escena. Todo ruido, quejido y gemido sería ahogado por ese recóndito lugar.

—¡Detente!— exclamó el metamoru, alzando la voz, sintiendo como se le aceleraba el corazón de puro nerviosismo.

Ante esta acción el pothala no hizo mayor caso, pues, el burdo intento que realizó su homólogo simplemente provocó en él una ligera molestia. Y aumentó de inmediato ese lívido, dibujando una pequeña sonrisa depravada entre sus labios.

— Bien, es bueno que intentes defenderte. No me gusta lo fácil, ni tampoco me gustan los afeminados— espetó Vegetto con asco.

Sin más lo acorraló contra la pared, en un movimiento le arrancó esa maltratada prenda descubriendo sus voluminosos pectorales. Se detuvo unos segundos para contemplar esta parte, mientras se saboreaba impaciente los labios. Con posesión lo tomó del cabello, y lo azotó contra la pared. No deseaba ver su rostro, era lo que menos le importaba.

Con devoción se acercó al cuello de Gogeta y paseó su lengua en un inquieto vaivén de caricias desiguales en la curvatura del mismo. Una y otra vez, impregnando ese líquido en su piel. Finalizó,  y con fuerza mordisqueó de manera fuerte este lugar. Que delicioso festín, la sangre de su hermano corriendo por su cuerpo y él hambriento saboreó ese líquido carmesí.

Gogeta se heló, ese bastardo hablaba en serio. Pero por alguna razón, ¿se erizó? Era la primera vez que estaba con un varón.

Cuando volvió en sí, se movió violentamente queriendo huir del depredador.  Pero el pothala lo tomó con fuerza de los cabellos en un movimiento veloz y  lo arrojó contra el piso de manera impetuosa.

— ¿No entiendes aún tu lugar, verdad? — el pothala le preguntó con sorna.  Sacudió sus guantes y lo tomó de los escombros del polvo tomándolo de sus hebras y nuevamente azotandolo una y otra vez contra el piso.

—Necesitas un correctivo, ¿hermano? — rió ante sus palabras y dejó a Gogeta tirado, ya bastante mal herido.

Gogeta se quedó atónito ante lo que estaba pasando, odiaba sentirse humillado e inferior a él. Claro, se aprovechaba de su vulnerabilidad porque si estaba sano y fuerte le daría pie a una buena venganza. Así que su espíritu de lucha aún le decía que debía hacerle más frente, intentó levantarse del suelo y solo la sangre de su rostro corría sobre su frente.

— Bastardo...— balbuceó el metamoru y trató de levantarse pero fue inútil.  Sus ojos nublados yacían a la dirección donde estaba Vegetto.

— ¿Te llamas Gogeta, cierto? — lo interrogó burlón.

Gogeta solamente con el dorso de su mano limpió la sangre que corrió sobre su boca. El sabor corrosivo a hierro estaba en toda su boca, estaba exhausto.

— Bésame las botas y suplica por tu vida y tal vez en estos días te alimente — le ordenó mientras acercó su bota a unos centímetros del metamoru. Esculcó en el bolsillo de su dogi una pequeña semilla y se la mostró.

—Es tuya si haces lo que digo— Vegetto le ordenó  indiferente.

— N-no lo haré — Gogeta pronunció desconfiado.

— Entonces. . . Muérete. Te veo después, si es que logras sobrevivir — dijo esto para luego hacer presión con la punta de su bota en el mentón impropio. Y luego caminar por su cuerpo como alfombra.

La silueta de la fusión se dispersaba entre la oscuridad del lugar. La Luna se encargaba de colarse por unos barrotes y apenas alumbraba su visión, no quería quedarse aquí. Él extrañaba su casa, extrañaba incluso los regaños de Milk y los reclamos de Bulma. ¿Es que realmente era un castigo del destino o desafió el poder de los dioses al viajar entre líneas alternas a placer?

Esto se estaba poniendo tan enredado y no le quedaba tiempo para asimilar que fue capturado y que probablemente no sobreviviría por el hecho de ser una amenaza en este universo.

Gogeta cayó agonizante en un profundo sueño... Tal vez, si moría de una vez se ahorraría toda esta tortura. Pero esto solo era el inicio de todo.

* * *

Los rayos del sol a primera hora del día le dieron la bienvenida a un nuevo amanecer. Con pesadez apenas y pudo abrir sus párpados, estaba tan cansado que realmente ansiaba sentirse mejor. No solo por esta situación tan humillante sino... porque realmente estaba hambriento.

—Khghgh— se quejoneó Gogeta al sentir como sus músculos yacían más raquíticos y sin fuerza.

Sin más cierra sus ojos un par de segundos y siente la presencia de su homólogo yacía levitando justo arriba de él. De la pequeña bolsa sacó una de estas, con una dosis bastaba para devolverle algo para reponer sus fuerzas.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó Vegetto un tanto preocupado por el metamoru.

—Ten, agradeceme después — añadió llevando a los labios de Gogeta una de estas semillas. Contento con esto, palmeó la mejilla  y le trajo un vaso de agua.

— ¿Estás loco? — Gogeta le respondió, tan pronto sintió como un rayo de vitalidad inundaba a su enfermo cuerpo.  Lo ignoró completamente, ¿Cómo el pothala podía estar como si nada después de lo ocurrido días anteriores? Fue lo único que dijo, no planeaba cruzar palabras con el mismo individuo que pensaba finiquitarlo.

—Aléjate — sentenció Gogeta, quitando su mirada del castaño. Y con ello procedió a cerrar sus ojos.

— ¿Por qué tienes que ser tan amargado? Yacía tiempo observandote desde hace meses— le confesó el pothala un tanto confundido ante la reacción de la fusión.

— Vamos Gogeta, te gustará hacerme compañía— dijo esto y aterrizó en el piso nuevamente,  inclinó su cuerpo  y le jaló del mechón, molestandolo.  Después de ello también jaló brevemente de la cadena, como si se tratase el metamoru de un pequeño y dócil cachorro.

— Más te vale que te vayas acostumbrando a esta nueva vida— Vegetto sentenció,  dejandole un pequeño y casto beso sobre la frente de Gogeta. No negó que al estar más cerca de su homólogo sintió el ki gigantesco.

Gogeta en esos momentos se puso de meta salir de ahí, tenía que encontrar algún plan para escapar y tener suficiente de las semillas y poder regresar a su línea temporal. No le importaba si era el más fuerte o no. Quería encontrar el camino de la paz y primero tendría que deshacerse de él a como diera lugar.

[ Dulce adiós] Vegetto x Gogeta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora