Capítulo 04. Curiosidad

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Gowther comenzó a caminar por los grandes pasillos del castillo de Liones, observando cada detalle, cada cuadro, cada mueble y cada decoración, como si tuviera que memorizarlos todos y cada uno. Se sentía algo perdido, ese sentimiento era nuevo para él, pues después de mucho tiempo, había despertado.

—¡Criada! ¿Por qué osas vagar por el castillo? ¡Vuelve al trabajo ahora! —escuchó una voz masculina detrás de él, por lo que decidió voltearse, encontrándose a un hombre de mediana edad vestido de manera elegante, asumió que era algún duque que estaba de visita o algo así.

No supo cómo responder, abrió la boca pero ninguna palabra salió de ésta. Trataba de buscar alguna excusa, o tal vez usar su magia en él para que lo dejara en paz, pero cuando estuvo apunto de explicar, sintió la presencia de alguien más a su lado.

—Duque de Danafor, lamento interrumpir en su conversación, pero esta criada está en descanso, y se le ha dado permiso para pasear por el castillo —reconoció su voz de inmediato, giró su rostro y pudo verlo, sonrió levemente.

—¡Ah! Príncipe Edric —al ver de quien se trataba, el hombre se sintió avergonzado—. Lo lamento, no lo sabía, dejaré que continúe con lo que hacía —y sin más dio media vuelta y desapareció por el largo pasillo, el castaño suspiró, girando su cabeza al muñeco.

—¿Qué hace aquí, sir Gowther? Pensé que se quedaría con la princesa Nadja hasta que despertara —preguntó confundido, para después procesarlo—. ¡Oh! No me diga que ya despertó, ¿se encuentra bien?

—Está bien, de hecho te estaba buscando —respondió con un brillo en los ojos, Edric lo miró aún más confundido.

—¿A mi? ¿Acaso necesita algo? —Gowther negó con la cabeza, para después responder:

—Quería saber adónde habías ido, pero ahora que te encontré, ya no me interesa saber —se acomodó los lentes, el contrario pasó saliva, para después aclarar su garganta.

—Ya veo, si ese es el caso... volvamos con la princesa Nadja, ¿de acuerdo? —Gowther asintió, y ambos dieron media vuelta comenzando a caminar en dirección a la habitación de la chica.

Se quedaron en silencio por algunos segundos, eso fue hasta que Gowther volvió a notar el anillo de oro que descansaba en su dedo anular.

—El duque de Danafor —mencionó, captando la atención del contrario al instante—. Se refirió a ti como "príncipe Edric" —el nombrado soltó un pequeño jadeo en forma de sorpresa, para después aclararse la garganta y comenzar a explicar.

—Ah, eso —se notaba un poco nervioso, el de lentes lo pudo notar al instante—. Supongo que no lo mencioné antes, soy el príncipe de Camelot, después de todo.

—¿Camelot? —recordó que cuando lo vio preguntó si no conocía ese lugar, supo de inmediato que era otro reino que habían creado los humanos en el lapso de tiempo en el que estuvo dormido.

—Sí, tal vez algún día pueda visitarlo, sería todo un placer acompañarlo —dijo con una leve sonrisa, tratando de ser amable.

—Mmm... tengo otra pregunta.

—Adelante, responderé lo que pueda.

—¿Desde cuando conoces a Nadja? —Gowther sentía demasiada curiosidad hacia los humanos, a tal punto de que quería saber todo sobre ellos, quería ver sus memorias, pero se había prometido no hacerlo para poder aprender directamente de ellos.

—Bueno... la conozco desde que tenía dos años, aunque casi no lo recuerdo —explicó, volteando la mirada a otro lado—. Lo que sí recuerdo es que mi madre estaba tan feliz de saber que el rey de Liones tendría una hija... me llevó a conocerla un poco después de que naciera. De hecho, me obligó a cargarla entre mis brazos, con un poco de ayuda, por supuesto —contó, recordando la pintura que les habían hecho ese día y que se encontraba en algún pasillo del castillo de Camelot—. Estoy feliz, por supuesto, ella es asombrosa...

Uvas | GowtherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora