Capítulo 08. Dueto

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        El sonido de las teclas del piano despertó a Edric de su profundo sueño; uno donde podía correr libre por una verde pradera.

Normalmente era levantado por su mayordomo, pero esta vez fue diferente; aquella melodía le parecía tan conocida que su cuerpo decidió despertar. Confundido, se cambió rápidamente de ropa, arreglando su cabello en el proceso, y colocándose sus típicas botas largas que siempre utilizaba.

Era extraño. El baile de la noche anterior lo había dejado aturdido, pero aún así, trató de mantenerse estable mientras salía de su habitación y se dirigía al lugar de donde provenía la música.

Sus piernas lo llevaron al salón de música del castillo; una pequeña habitación decorada por diferentes instrumentos musicales. Edric sólo había estado ahí una vez, pues normalmente a Nadja le gustaba pasar el tiempo en la biblioteca o el jardín.

Al estar frente a la puerta, escuchó con claridad la música que salía de ahí; era la misma canción que había bailado con Gowther la noche anterior. No tenía duda alguna.

Pero ahora se preguntaba, ¿quién estaría tocando el piano a esta hora de la mañana? Apenas la gente comenzaba a despertar, y estaba seguro de que habría quejas después. Aún así, decidió colocar su mano en el pomo de la puerta, y sin siquiera pensarlo, la abrió lentamente.

Se regañó a sí mismo al darse cuenta de que ni siquiera había tocado antes de abrirla, pero decidió que eso no era lo que importaba ahora, sino más bien ver de quién se trataba.

—¿G-Gowther? —por alguna razón, no estaba tan sorprendido como lo esperaba. Se quedó parado en el marco de la puerta, el contrario ni siquiera se había movido de su lugar, aún tocando las teclas del piano—. Sir Gowther, ¿qué está haciendo aquí?

No respondió, y eso hizo que Edric se preocupara. Caminó hacia él, cerrando la puerta para disminuir un poco el sonido, aunque no había funcionado tanto, de ser así, él no estuviera ahí.

—B-Buenos días, sir Gowther... ¿qué es lo que hace aquí? —preguntó de nuevo, pensando qué tal vez no lo había oído claramente.

El nombrado paró abruptamente de tocar las teclas, causando que Edric diera un respingo. Y finalmente, lo miró de reojo, sin mover un centímetro su cabeza.

—Me odias, ¿cierto, Edric? —soltó de repente, el castaño mostró una expresión de sorpresa al escucharlo—. Anoche hice que te regañaran... y ahora te desperté con la música. Debes odiarme.

Edric sonrió gentilmente al escucharlo. Era cierto que Gowther era un muñeco, pero sus emociones estaban bastantes presentes en su corazón.

—No lo odio, sir Gowther —respondió, su sonrisa sin desaparecer de su rostro—. Jamás podría hacer eso.

—No mientas —su voz sonaba rota. El ojiazul sintió pena por él.

—No miento —aclaró el príncipe, colocando una de sus manos en su pecho—. Es cierto que anoche fue inesperado, pero lo que recibí sólo fue una advertencia, no un regaño.

Aún así, me encantaría bailar con usted de nuevo— se tragó sus propias palabras, sin poder decirlas en voz alta.

—Y la música... no me molesta —agregó, mirando con una sonrisa gentil a Gowther—. Es una melodía hermosa.

—¿...Entonces no me odias? —el de cabellos magenta finalmente se atrevió a mirarlo, sus ojos cristalinos por las lágrimas que trataba de mantener.

Uvas | GowtherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora