El primer día de clases llegó. En casa todo fue un caos. Mis padres trabajaban desde muy temprano y no tenían tiempo para dejar a Kylan en la escuela. Es por eso que me dejaron a mí esa tarea. Mientras que ellos llevarían a Kara a la escuela, yo llevaría a Kylan. Ya que él era muy tardón y Kara demasiado impaciente como para esperarlo. Una vez que lo dejé en la escuela regresé a casa.
Mientras leía un libro, una idea se me ocurrió.
Rápidamente arranqué una hoja de mi libreta y cogí una lapicera.
Hice la misma maniobra que la vez pasada bajando por las viejas escaleras de emergencia hacia su balcón. Sin distraerme más dejé la nota sobre el libro que leía, el mismo de la vez pasada, y me fui sin volver a inspeccionar su espacio.
Subí de nuevo a mi habitación recordando lo que le había escrito.
Que tengas un buen primer día, bizcochito.
Sabía que lo leería cuando regresara. En verdad me hubiera gustado dejársela antes de que se fuera pero no me fue posible.
Cuando las horas pasaron y toda mi familia llegó a casa decidí salir a cenar con ellos. Al terminar corrí lo más rápido posible a mi habitación y volví a encerrarme. Ya era de noche pero no planeaba dormir. Quería verla de nuevo, todo el día había tratado de hacer todo lo posible para que mi mente no fuera a ella, y aunque me distraje haciendo otras cosas, mi mente siempre encontraba una forma de volver a ella.
Odiaba aquella sensación, pero aun así estaba a punto de ceder a ella.
Bajé por las escaleras con cuidado de no hacer ruido pero me detuve cuando oí su voz.
—Alto ahí —murmuró con ímpetu. Me giré despacio y bajé los últimos escalones hasta estar de pie en el suelo. La vi tomar aire, su camiseta de tirantes era ancha y no me permitía visualizar sus curvas pero sabía que estaban ahí. Se cruzó de brazos en mi inspección, casi me reí al verla descalza. No podía culparla, este era su espacio y estaba muy cómoda—. ¿Qué mierda haces aquí?
Chasqueé la lengua, impresionado con su boquita. Literalmente. Sus labios eran rojos y no porque se pusiera labial, ese era su color natural. Cualquier hombre estaría de rodillas ante semejantes labios.
—Ah, no creí que fueras una chica de groserías. ¿Esa es la manera de saludar a tu vecino, bizcochito?
—Eres tú quien está en mi balcón. Y no me vengas con preguntas tontas, dime ahora mismo qué hacías colándote en mi balcón a esta ahora.
Me encogí de hombros.
—Solo pasé a saludar.
—¿Mientras dormía? —¿Tan temprano? No lo creía.
—Cuando me di cuenta de eso me estaba yendo, pero tú apareciste —mentí descaradamente. Últimamente eso se me daba muy bien.
—Imagina que creo todo lo que dices. —Hace una pausa—. ¿Por qué vendrías a mi habitación para saludarme? No somos amigos. Te odio, tú me odias. Ni siquiera deberías estar aquí ahora mismo. Vete.
Eso dolió como una patada en las bolas. Avancé un par de pasos hasta quedar frente a ella. No quería intimidarla pero quería estar cerca a ella cuando dijera mis siguientes palabras.
—No te odio —susurré.
—Pues yo a ti sí. —Trató de hacerse la dura.
—¿Por arruinar tu libro? —Estaba dudoso de que esa fuera la única razón.
—Entre otras cosas.
—¿Puedo saber cuáles?
—Eres un idiota —replicó—. Eso es suficiente para odiarte.
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La chica de abajo #2
Teen FictionKem Woods no tiene planes de enamorarse, no después de pasar una reciente ruptura amorosa. Sin embargo el destino caprichoso pondrá a Ruby Graham en su camino. Y luego de ella nada volverá a ser lo mismo su vida. ☽ ☽ ☼ ☾ ☾ Kem Woods tiene una meta e...