Capítulo 10: Locas suposiciones

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Desperté temprano con dos mensajes de texto de Ada.

¿Tú me trajiste hasta mi cama?

No recuerdo nada de anoche, espero no haberte vomitado encima :(

Traté de no rodar los ojos mientras ignoraba los mensajes levantándome de la cama para caminar hacia el balcón. Ayer no pude dormir, dando vueltas en la cama pensando en Bizcochito y el casi beso en la fiesta de su mejor amiga. Había estado tan cerca de probar sus labios, mis manos habían rodeado su cintura y mi nariz había estado peligrosamente cerca de su cuello, inhalando su aroma a vainilla. En ese momento solo pude pensar en lo preciosa que se veía, en la manera en cómo sus ojos azules brillaban por la proximidad entre nosotros, cómo sus mejillas se sonrojaron por tocarla, por poner mis manos sobre su cuerpo y embeberme de su aroma.

No había estado borracho de alcohol, sino de ella, de Ruby.

Y habíamos sido cruelmente interrumpidos por el maldito DJ para que ella subiera al escenario y diera unas palabras por el cumpleaños número dieciocho de Amber.

Maldito momento el que nos arrebataron. Podría haberla besado, haber saboreado sus labios como tanto deseaba.

Me acerqué a mi balcón desanimado porque desde aquí no podía ver si había movimiento en la habitación de Ruby, así que bajé las escaleras hacia su balcón, pero no se encontraba en su habitación.

Ni por ningún lado.

Al ser fin de semana no tenía que ir al colegio, por lo que me extrañó no verla leyendo en el pequeño sofá de su balcón, como solía hacer cada vez que tenía tiempo libre. Recorrí con mi índice la portada de un libro de romance que estaba sobre la pequeña mesa frente al sofá, había otro con una portada muy llamativa en el sofá, lo que me indicó que Bizcochito era esa clase de lectora que podía leer varios libros al mismo tiempo.

Sonreí por el pensamiento y me encaminé hacia mi piso, desanimado por no haberla visto.

Cuando trepé a mi balcón vi a Kylan parado en mi habitación mirando a todos lados. Me vio llegar desde las escaleras de emergencia, su expresión era entre sorprendida y curiosa, sus ojos un poco desorbitados por haberme atrapado en el acto.

—¿Qué haces escabulléndote abajo...? —No terminó la oración porque se dio cuenta de que no lo hacía por divertirme las alturas o querer colgarme como un mono, sino porque Ruby vivía abajo, exactamente en la misma habitación que yo, pero con un piso de diferencia. El rostro de mi hermano terminó por desencajarse mirándome con reproche—. No se supone que estés tomándote libertades yendo cuando quieras a la habitación de Ruby.

—¿Celoso, hermanito?

Sus manos se apretaron en puños al oírme, como si quisiera golpearme. Nosotros jamás habíamos peleado en serio, siempre todo era en broma, pero ahora parecía querer hacerlo de verdad por la expresión de furia en su rostro.

Y jamás, nunca, habíamos peleado por una chica. Tenía que ser Bizcochito la manzana de la discordia entre nosotros.

—Solo te advierto que estás jugando con fuego. —Me apuntó con un dedo, aun con el ceño fruncido y la mirada enfurecida—. No sé qué pretendes con Ada, pero te advierto que no juegues con Ruby. Ella no merece ser el segundo plato de nadie, mucho menos el tuyo.

Esta vez fui yo quien apretó los puños al oírlo.

Ruby no era un juego para mí, mucho menos un segundo plato. Ella era a quien yo quería a mi lado, me estaba enamorando como un loco y no había manera de retroceder ni aunque lo quisiera.

—No tengo nada con Ada, es Ruby quien me importa.

—¿Ah sí? ¿Entonces por qué está aquí Ada, esperándote en nuestra sala para hablar contigo?

La chica de abajo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora