Capítulo 20: Estado de shock

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Sentí cómo todo a mi alrededor se desvanecía.

El rostro de Ada comenzó a desdibujarse mientras yo retrocedía hasta apoyarme en la pared. Nada de lo que había dicho tenía sentido para mí. Mi mente comenzó a dar vueltas, mis ojos se cristalizaron y mi oídos empezaron a zumbar.

Estaba en absoluto shock.

—¿Kem? —Escuché a lo lejos hasta que la voz de aclaró—. ¿Me has escuchado?

Volteé a mirarla, anonadado. Su rostro lleno de lágrimas y rojo seguía siendo claro. Esto no era un sueño, era real.

Y aún así no podía creerlo.

—No puede ser. —Fue todo lo que dije en un susurro quedo.

—Estoy de cuatro semanas, pienso que... —Dejé de escucharla después de esas palabras.

Porque significaban que había sucedido el día que me desmayé y desperté en su cama, desnudo y sin tener idea de lo que ocurrió. Puede que mi mente, por protección, haya borrado todo lo sucedido entre Ada y yo. Así que ahora no tenía idea de lo que pasaría a continuación.

Pensé en Ruby.

Lo que tenía con ella..., ahora todo estaba opacado. Opacado por el embarazo de Ada.

Mis ilusiones, mis sueños de estar junto a ella se vieron rotos, cualquier tipo de esperanza que guardara para un futuro junto a Ruby, ahora todo eso se había ido con esas simples palabras que destrozaron mi mundo por culpa de Ada. Tal vez culpa mía, por haberme permitido ir a su casa ese día en primer lugar. Nada de esto estaría ocurriendo su hubiera tenido un poco más de sentido común. Pero al final de todo, ¿cómo hubiera sabido que Ada haría una cosa así?

—Vete —susurré cortando las palabras de Ada.

—¿Qué?

—Vete, no te quiero aquí. —Abrí la puerta y esperé a que se pusiera de pie.

En vez de irse, se acercó a mí.

—Kem, puede que ahora la noticia te parezca absurda, pero tengo los resultados y los exámenes que el doctor me hizo. Y no...

—¡Lárgate! —Mi grito la hizo callar abruptamente.

Asintió, quitándose con rabia las lágrimas de los ojos.

—Así que la eliges a ella de nuevo.

—Cállate y vete.

Me hizo caso, luego de lanzarme una mirada llena de dolor.

No quise mirarla más, esperé a que se fuera para cerrar la puerta a mis espaldas y recargarme en ella mientras me deslizaba por el suelo, pensando en que nada tenía sentido.

Me quedé ahí un buen rato hasta que recordé de golpe lo que sucedía.

En estos momentos el baile de media estación estaba celebrándose en el gimnasio de la escuela de Ruby y mi hermano era su pareja cuando debía ser yo. Me puse de pie con rapidez y me metí al baño, lavándome de prisa. Ahora mismo aquel manuscrito que debía entregar, me importaba muy poco. Una vez con el cabello mojado y una toalla alrededor del cuerpo salí, vistiéndome luego de haberme secado. Para mi cabello utilicé una toalla seca y una vez que me sentí listo, me miré al espejo, notando que mis ojos estaban apagados.

Tenía que hacer todo lo posible por borrar mi expresión triste.

Ruby aún no podía enterarse de nada. Necesitaba llevármela, ir a un lugar privado y poder conversar con ella. Tenía que explicarle absolutamente todo, desde aquel día en donde Ada me drogó hasta hoy, para que supiera cómo eran las cosas.

La chica de abajo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora