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Estar entre la espada y
la pared no es agradable.

Nunca me había tocado estar en un conflicto interno como el de ahora, por un lado quiero mantener a Eren tranquilo, pero por otro la necesidad de seguir buscando a mi hermano me impide aceptar ya no frecuentar LUC. No tengo a alguien con quien pueda apoyarme o recibir un consejo que me sirva, si le pregunto a Ymir que haría en mi situación dirá que siga buscando a Reiner, pero si hago lo mismo con Armin me dirá que ya no vaya a LUC.

No existe un intermedio.

Después de la vergonzosa confesión que le dije a Eren y tranquilizarnos, no sé como ahora acabé en su cama. No hablando de una manera sexual, sino que literalmente estoy acostada sobre la cama.

—Duérmete ya.— Dice Eren poniendo una cobija sobre mí. —Te llevaré a la universidad en unas horas.—

—No voy a ir.— Murmuro en bajito.

—¿Por qué no?— Me encojo de hombros tímidamente. —Mía, no es bueno que faltes a clases.—

—Sólo será por esta ocasión...— Suelta un suspiro resignado.

—Bien.— Aparta el cabello que estorbaba en mi frente. —Iré a dormir al sofá, si ocupas algo me llamas.—

—¿Por qué te vas?— Lo detengo, sosteniendo su muñeca.

—Para que duermas cómoda.—

—Pero es tu cama, puedes quedarte.— Arquea su ceja. —No m-me molesta.—

—¿Segura?— Asiento con la cabeza. —Okay.—

Me hago a un lado para darle espacio en la cama y se recuesta cuidadosamente, sigue lastimado por la pelea que tuvo hace unas horas.

—¿Quieres que vaya por hielos?— Pregunto preocupada.

—Estoy bien.— Contesta aguantándose un quejido cuando por fin su espalda descansa sobre el colchón. —Sólo necesito dormir.—

—Claro, umh...— Siento mis mejillas calentarse cuando flexiona su brazo hacia atrás, acomodando su almohada. —Buenas noches.—

—Buenas noches.—

Estaba esperando—ilusamente—a que me abrazara o algo así, pero sólo se da la vuelta dándome la espalda. Eren dijo que le importo, pero no sé si eso incluye un "también me siento atraído hacia ti" o es sólo un "ya me acostumbré a ti y por eso te tolero". Pero si fuera la segunda opción no me besaría, ¿verdad?. Tampoco me rechazó directamente, estoy tan confundida que sólo quiero atacarlo con preguntas, aunque tampoco quiero agobiarlo con mis sentimientos.

Maldita sea.

El cabello de Eren cae sobre la almohada, a pesar de la poca luz que entra por la ventana luce suave, tanto que mis dedos actúan por sí solos y termino acariciándolo. El ojiverde no se queja ni se opone, hasta parece que lo disfruta porque suelta un suspiro de alivio. Sonrío sutilmente continuando con las caricias en su cabello, mis dedos separan mechones hasta llegar a las puntas, a mí también me está relajando bastante hacerlo. Después de un rato creo que Eren está dormido, pero se voltea quedando cara a cara, así que quito la mano.

—No.— Susurra sujetando mi muñeca y guiando mi mano devuelta a su cabello. —Sigue.—

Obedezco sin chistar continuando con las caricias, contenta de que le gusten. El ojiverde rodea mi cintura con su brazo sutilmente y por poco me paralizo, además de que aprovecha para esconder su rostro cerca de mi cuello. Siento su respiración tibia sobre mis clavículas, no sé si hace calor por la cobija que nos tapa o el hecho de que Eren está muy cerca de mí.

el menú de dios | eren jaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora