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El ambiente melancólico y silencioso acompañado de colores claros capta mi atención, además de un aroma a productos de limpieza muy notorio. No recuerdo haber entrado a un hospital antes, sólo los he visto en películas y series.

—¿Otra vez aquí Eren?— Pregunta simpática una enfermera con lentes.

—Mi sueño frustrado era ser doctor, no me culpe.— Responde haciéndola reír un poco. —Por cierto, ella es Mía.— Me presenta. —Mía, ella es la enfermera de mi madre, Hange.—

—Mucho gusto.— Saludo tímidamente.

—El gusto es mío, linda.—

El que Eren me haya traído aquí es un paso abismal para sembrar confianza entre nosotros, además de mostrarme una grita en su corazón con la cual podría lastimarlo, pero sabe que no lo haré.

—Olvidé algo en la habitación.— Habla Eren y Hange se cruza de brazos.

—Sabes que no es hora de visitas.—

—Por favor, será rápido.—

—Agh.— Ríe sutilmente mientras niega con la cabeza. —Bien, pero si te ven no les digas que yo te di permiso.—

—Hecho.— Eren toma mi mano guiándome por el pasillo.

—¡Gusto en conocerla!— Digo antes de entrar al elevador.

Estoy nerviosa, cada piso que sube el elevador es un minuto menos que se acerca para ver a la madre de Eren, no estoy preparada mentalmente para eso. Sin embargo, no pienso rechazar la oportunidad.

—¿Vienes todos los días?— Pregunto para romper el silencio.

—Eso trato.— Contesta. —A veces en la mañana, otras en la tarde, pero procuro hacerlo seguido.— Acaricia su nuca, tenso. —Las únicas veces que no vengo es cuando estoy golpeado y se nota mucho.—

El ascensor se detiene luego de unos segundos y las puertas se abren, en ningún momento Eren suelta mi mano, me gusta. Comienza a guiarme por un largo pasillo blanco hasta llegar a una puerta, asomándose por una pequeña ventana rectangular cerca del picaporte.

—Ella es mi madre.— Murmura sin dejar de verla.

Me asomo también observando a una señora de cabello negro acostada sobre la camilla, durmiendo plácidamente.

—Está cansada de esa habitación.— Vuelve a hablar. —De las medicinas, estudios, doctores, todo lo que hay que hacer cuando estás enfermo.— Noto la frustración en cada palabra. —Su nombre es Carla, lamento que no puedan hablar ahora.—

—Tranquilo.— Aprieto sutilmente su mano. —Debe guardar reposo, ya habrá oportunidad después.—

El silencio reina durante unos instantes más, Eren no deja de ver a su madre. Tengo una idea de como se debe sentir respecto a su enfermedad, pero no podré entenderlo al cien por cierto jamás. Aún así quiero hacerle saber que estoy aquí para él siempre.

—Quiero que salga de aquí pronto.— Hace que nos sentemos en unas sillas de espera, afuera de las habitaciones. —Pero cuando lo haga, no sé qué le diré.—

—¿A qué te refieres?—

—Ella no sabe lo de las peleas en LUC.— Voltea a verme. —No tiene ni idea de lo que hago para conseguir dinero.—

—¿Le mientes?— Frunzo las cejas.

—Es por su bien.— Se recuesta contra el respaldo de la silla, bajando la mirada avergonzado. —No me gusta hacerlo, pero le rompería el corazón si supiera la verdad.—

el menú de dios | eren jaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora