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16 de Marzo 2016.

—Va a necesitar un transplante tarde o temprano.— Habló el doctor. —Su corazón está teniendo problemas para bombear sangre.—

Un año antes la madre de Eren había ido al hospital de urgencia, el ojiverde pensó que le estaba dando un ataque cardíaco, pero era más que eso. La vida de su madre corría peligro, cada latido de su corazón era como una cuenta regresiva para hacer explotar una bomba.

—Y...— Tragó saliva en seco. —¿Cuánto costaría ese transplante?—

El doctor suspiró apenado por el ojiverde, sabía que con duras penas podía pagar la noche que su madre pasó ahí en observación, y al enterarse del precio de la operación se quedó helado.

—Conseguir un donante de corazón es complicado.— Comentó el doctor. —También aunque lo consiga, se necesitan hacer pruebas para saber si es compatible con su madre.—

—Sin esa operación, ¿cuánto tiempo de vida le quedaría?— Preguntó con temor a la respuesta.

—Hmm.— Apretó los labios un momento, pensativo. —Si toma medicinas y se cuida, probablemente un año.—

—Un año....—

Si Eren no hubiera estado sentado frente al escritorio del médico, habría caído de rodillas al suelo. Un año era un tiempo extremadamente corto si le ponían fecha de caducidad a su madre, aunque tuviera doce meses para asimilar su muerte, no podía permitirlo.

—Lo único que le puedo recomendar, es pasar el tiempo que le queda junto a ella.— Volvió a hablar el doctor. —Los pacientes en este caso prefie....—

—No.— Interrumpió Eren. —Mi madre no va a morir.— Se levantó rápidamente. —Haré lo que esté a mi alcance para conseguir dinero y pagar esa operación.—

Salió del consultorio sin dejar que el médico dijera algo más, limpió unas cuantas lágrimas que cayeron por sus mejillas y llegó a la habitación donde estaba su madre. Se había quitado el catéter de la mano y sentado sobre la cama, aún estando débil.

—Mamá, ¿q-qué haces?— Se acercó hacia ella con preocupación.

—Me molestaba la aguja.— Rió traviesa. —Además ya me dolió la espalda por estar acostada tanto tiempo.—

—Necesitas descansar aún.— Intentó volver a acostarla, pero ella se negó.

—Sólo fue un susto, no pasa nada.—

—Mamá...—

—Vamos a casa, Eren.—

Ella misma sabía que algo andaba mal en su cuerpo, pero como buena madre, no quería asustar a su hijo—aunque él ya supiera todo—. El ojiverde aguantó las ganas de soltarse a llorar ahí mismo, limitándose a sólo asentir con la cabeza.

—Sí.— Contestó y extendió su mano hacia ella. —Vamos a casa, mamá.—

***

23 de Marzo 2016.

Eren se encontraba más estresado de lo usual, su trabajo como mecánico no le daba el suficiente dinero como para pagar lo que necesitaba, además debía pensar en los futuros gastos del hospital. Dejó de hacer cuentas sobre la mesa y se estiró, tratando de relajar los músculos.

—Mierda.— Masculló en bajito.

—¿Pasa algo?— Preguntó su madre caminando hacia la cocina.

—No, nada.— Mintió y la vio abrir el refrigerador. —Oye mamá, estaba pensando...—

el menú de dios | eren jaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora