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—¡Mía, sí viniste!— Me recibe Floch en la entrada de la casa.

—Se nota que los dueños de este lugar tienen dinero.— Comento asombrada al ver la fachada, mientras el pelirrojo me abraza.

Hay algunas personas afuera charlando mientras beben o fuman tranquilamente, recargados en autos. Desde aquí puedo escuchar la música proveniente de adentro y el escándalo de la gente, además de luces apuntando hacia el cielo mientras se mueven.

—¿Quién te trajo? ¿no invitaste a alguien?— Pregunta cuando nos separamos.

—Llegué en taxi.— Contesto. —Y sí invité a alguien, pero no sé si vendrá.—

La respuesta de Eren no fue afirmativa ni negativa, así que no tiene caso estar ansiosa esperándolo—aunque no lo puedo evitar—.

—¿Es una amiga tuya? espero que sí.— Alza las cejas coqueto y río sutilmente.

—Lamento decepcionarte, pero no.— Rodea mis hombros haciendo que caminemos hacia la entrada.

—¿Entonces invitaste a un chico?— Pregunta sorprendido. —¿¡Qué!? espera espera, ¿la pequeña Mía interesada en un chico? jamás lo esperé.—

Floch me conoce desde que tengo catorce años, ha sido amigo de Reiner gracias a un trabajo de medio tiempo que ambos tuvieron. A veces me sigue viendo como una adolescente, o mejor dicho, la hermana pequeña de su amigo.

—N-no es así...— Murmuro apenada, sintiendo mi rostro caliente. —Sólo es un conocido.—

—Hmm, sí claro.— Contesta burlón. —En fin, bebamos algo para entrar en calor.—

Nos adentramos a la casa y rápidamente la música a todo volumen se filtra por mis oídos, miro cautelosamente a las personas alrededor, definitivamente vienen más arreglados que yo. Acaricio un mechón de mi cabello sintiéndome cohibida, creo que no fue tan buena idea venir, aunque ya estoy aquí e irme tan pronto significaría herir a Floch.

—¡Toma esto!— Alza la voz para que pueda escucharlo, dándome un vaso rojo con una bebida dentro.

—¿¡Qué es!?— Pregunto dudosa.

—¡Alcohol con saborizante o una mierda así!— Miro el vaso no muy convencida. —¡Vamos, sabe bueno, lo juro!—

Hago una mueca llevando la bebida hacia mi boca y dándole un sorbo pequeño, no está malo pero aún así quema mi garganta, no estoy acostumbrada a beber alcohol.

—¡Esooo, ya eres una adulta de verdad!— Festeja. —¡Tu hermano bebía como albañil, era un puto roble!—

Mis facciones se tensan poniéndome seria y miro hacia abajo, decaída. ¿Por qué tiene que mencionar a Reiner justo ahora? se supone que vine a divertirme, no a recordar lo mala hermana que soy por estar en una fiesta.

—¡Mierda, lo lamento!— Dice en mi oreja. —¡No lo pensé, perdóname!—

—¡Tranquilo!—


***

Cada segundo que paso en esta fiesta me arrepiento de haber venido, quiero regresar a casa y dormir hasta que mi cuerpo se fusione con la cama, pero lamentablemente eso no pasará. La casa de estas personas es inmensa, llena de lujos y cosas innecesarias, pero que gritan lo ricos que son. Recuerdo hace un año decirle a Reiner lo que quiero lograr cuando me gradúe, siempre se ha esforzado demasiado por darme lo que quiero.

"—Pondré mi propia empresa.— Comenté mientras comíamos.

—¿Ah sí? ¿de qué?—

el menú de dios | eren jaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora