IX

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Miraba hacia el cielo, como si buscara a una amiga perdida en las estrellas — Esa niña es idéntica a ti

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Miraba hacia el cielo, como si buscara a una amiga perdida en las estrellas — Esa niña es idéntica a ti...— murmuró en voz baja

Aun recordaba el día en que conoció a Iris, una niña tan hermosa que lo cautivó en un abrir y cerrar de ojos. Sus ojos brillaban con vida y su sonrisa era tan radiante que no solo él, sino también varias personas, quedaron enamoradas. Iris Markis, el nombre resonaba en su mente como un eco lejano, dejando atrás recuerdos de aquel encuentro mágico que nunca olvidaría. 

...

—Auch— exclamé mientras Jazmín aplicaba una crema en las pequeñas heridas dejadas por los tacones.

—Princesa, debiste avisar cuando empezaste a sentir dolor— me regañó.

—Lo sé, pero no quería molestar. Además, se curarán rápido gracias a tus cuidados— le sonreí para mostrarle que me sentía bien y que las heridas no dolían tanto.

—Tu halago no será suficiente para calmar mi enojo, princesa—respondió sin ceder.

Suspiré cuando Jazmín terminó y se fue prometiendo traerme una taza de té para que pudiera dormir. Como en los cumpleaños anteriores, no recibí ninguna felicitación de Claude, ni siquiera por mi debut.

—El sufrimiento ha terminado— murmuré mientras caminaba con cuidado para que las heridas de mis pies no tocaran el suelo; de lo contrario, arderían.

Finalmente, llegué a mi escritorio y saqué el libro donde anotaba todo. Se suponía que en el siguiente año no habría ningún incidente importante hasta la fecha del debut de Athanasia. Mi encuentro con Anastacius nunca debió ocurrir; no es hasta esa fecha que él hace su aparición. Entonces, ¿por qué tan pronto? Observé el pañuelo que esa persona había dejado caer. Lo abrí y encontré una nota en su interior.

"Casa Markis", murmuré sorprendida al leer el papel. Markis, la familia de mi madre.

Sentí los pasos de Jazmín acercándose a la habitación y rápidamente escondí el papel entre las páginas del libro, cerrándolo y guardándolo. Luego, saqué las dos hojas que había mandado Claude y actué como si simplemente las estuviera leyendo.

"Princesa, es hora de descansar. Mañana podrá empezar con sus deberes", dijo mientras dejaba la taza en el escritorio.

"Simplemente las estaba leyendo", dije rápidamente, esperando que ella creyera mi mentira.

...

—¿Qué es esto? —pregunté al ver un montón de cartas en mi mesa.

—...Tírenlas— respondí sin tener intención de hacer amigos.

—Oh, princesa, creo que esta es del joven con el que bailó— añadió en ese momento. Me quedé quieta y regresé con cuidado. Tomé la carta y la leí, con un tono de incredulidad en sus palabras.

𝒉𝒊𝒋𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒄𝒖𝒃𝒊𝒏𝒂 𝒐𝒍𝒗𝒊𝒅𝒂𝒅a/Princesa Encantadora/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora