XI

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Desvanecí la magia que ocultaba mi verdadera apariencia, me iba a dejar caer en la cama pero justo en ese momento, escuché ruidos procedentes del balcón y supe de inmediato quién era el intruso.

—¿Acaso tú no descansas? —Lucas entró a mi habitación, quitándose su abrigo y acercándose hacia mí.

—¿Visitaste a Athanasia? — ignore su pregunta mientras retrocedía y me sentaba en la cama.

—Sí, se manchó con una peste —dijo una vez que estuvo cerca de mí—. Al igual que tú —extendió su mano, pero rápidamente la aparté.

—No —afirmé. Conocía sus intenciones y no lo permitiría—. Déjalo así.—

—Sabes que tú también estás al borde —asentí ante sus palabras, pero por ahora estaría bien. La restricción de Claude ayudaba—. Eres una persona demasiado terca.—

—Como digas, me iré a dormir— trate de evitar cualquier discusión, no tenia la fuerza para seguir manteniendo mis ojos abiertos. Me acurruqué en mi cama, buscando algo de paz en medio de ese momento tumultuoso.

...

Continuemos con mi aburrida vida. Hasta ahora, todo seguía normal y esperaba que así estuviera hasta el final. Pasaron algunos días, durante los cuales solo me dedicaba a las tareas que me asignaban y nada más. Pero hoy era diferente; tenía tiempo libre y estaba decidida a hacer algo interesante, algo que rompiera con mi rutina monótona.

—Bien... —dije para mí misma mientras sacaba los papeles y tomaba el pañuelo que contenía el nombre de la casa.

"Markis". No tenía la intención de ir a esa familia y revelarles que era hija de Iris; simplemente tenía curiosidad por saber cómo estaban viviendo ahora, después de la tragedia.

—Vayamos al pueblo —me dije a mí misma mientras cambiaba mi apariencia.

Rápidamente, me teletransporté al pueblo. Decidí dar un paseo por allí y preguntar a algunas personas que probablemente sabrían algo.

—Vamos a buscar a la persona mas cercana a nana —murmuré para mí misma mientras buscaba el puesto o local donde estaría esa señora ya mayor.

Me adentré entre la gran variedad de puestos que ofrecían comida y joyas. Vendía comidas, así que no sería difícil encontrarla. Ya estaría muy anciana; la conocí cuando tenía 5 años, cuando nana no tenía con quién dejarme, ella se encargaba de cuidarme. Tenía unos hijos mayores que la ayudaban, y eran personas amables.

Después de un corto tiempo la encontré. Me acerqué a la mujer de cabellos blancos que estaba sentada en una silla, observando cómo sus hijos atendían a los clientes y comiendo algo de lo que preparaban.

Por un momento me puse la capucha y desvanecí mi magia sus hijos estaban concentrados en los clientes a si que no éramos observadas, esperaba no ser reconocida 

—Señora Sara —dije, intentando llamar su atención—¿puede ser que no me reconozca? Soy Misa, la nieta de la señora Elvira— Quise ir directo al grano, por mis recuerdos ella era muy directa 

—Oh, mi niña, ¿estás bien? —me interrumpió con una voz débil mientras me daba un abrazo.

Su abrazo era cálido y acogedor, aunque débil debido a los años que habían pasado desde la última vez que nos vimos. Sentí un nudo en la garganta mientras asentía con una sonrisa nostálgica.

—Sí, señora Sara, estoy bien. Perdone por haber venido a visitarla después de tanto tiempo. ¿Cómo ha estado? ¿Cómo están sus hijos? —pregunté con genuino interés por su bienestar y el de su familia. 

𝒉𝒊𝒋𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒄𝒖𝒃𝒊𝒏𝒂 𝒐𝒍𝒗𝒊𝒅𝒂𝒅a/Princesa Encantadora/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora