Capítulo 3

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—¿Cuánto… falta… para… llegar? —decía Waver entre jadeos.

—Aún falta medio camino —contestó su servant sin la menor señal de fatiga— ¿Seguro que no quieres que te cargue? No les concedo a muchos mortales ese favor.

—¡Nunca, eso es demasiado vergonzoso! ¿Qué pensarían los otros masters si me vieran haciendo algo tan ridículo?

El día anterior Waver y Caster estaban recorriendo el distrito de Miyama, ya que ninguno estaba familiarizado con la zona. En ese curioso recorrido se encontraron con el servant Lancer.

No parecía con ánimos de pelear. Después de todo, las batallas debían que llevarse a cabo durante la noche, y en aquel momento el Sol no podía estar más reluciente.

Les informó de su encuentro con Assassin y de la invitación a una reunión en el Templo Ryuudou a la medianoche.

Estaban indecisos sobre ir. Estaba presente la posibilidad de que fuera una trampa. Aquel templo se ubicaba en la cima del monte Enzou. Los servants como Caster solo podían ingresar por la entrada principal, ya que en los alrededores había un Campo Limitado que impide la entrada de espíritus.

Por otro lado, la idea de ir era tentadora. En caso de no ser una trampa podrían reunir información sobre sus enemigos, y tal vez formar alianzas.

Fue así que el dúo decidió ir. El monte era enorme, más de lo que imaginaron. Para alguien con la condición física de Waver subir se volvía un infierno.

El trayecto fue silencioso y sin problemas. Incluso en la primera vida de Caster, no recordaba haber visitado mucho algún templo budista.

Al llegar a la cima Waver se derrumbó. Mientras tomaba aire, su servant le entregó una botella de agua.

—Miren quien ha tenido el valor para venir. —Reconociendo esa voz, el joven master casi escupió todo el agua de su boca.

Allí, parado a unos pocos pasos, estaba Kayneth El-Melloi Archibald. Tenía el cabello rubio claro y vestía un largo abrigo azul oscuro, junto con unos guantes blancos.

Todo en él reflejaba arrogancia. No consideraba a Waver una amenaza, incluso si hacia algunos días su servant fue derrotado por Caster.

—¿Sabes?, aún estás a tiempo de retirarte de la guerra —continuó el mago—. No quiero ver a mi buen estudiante asesinado. Si me das tus Sellos de Comando, consideraré perdonarte la vida.

Caster iba a replicar a esto, pero otro individuo se les adelantó.

—No le hagan caso, mi master sigue resentido por nuestra derrota contra ustedes. Es un mal perdedor el idiota

Archer se veía recuperado. Las heridas sufridas hace algunos días no fueron demasiado graves, un buen mago podría curarlas en poco tiempo. Tampoco se veía resentido por ello. Estaba feliz, como si se hubiera encontrado con un viejo amigo.

—¡Desgraciado! —se quejó Kayneth— ¡¿Cuántas veces he decirte que conozcas tu lugar?!

—Si, si, lo que tu digas.

Waver estaba en impresionado por esto. En la Torre del Reloj nadie se atrevería hablarle de manera tan descortés a el profesor El-Melloi. Y sin embargo aquí Archer no demostraba el menor respeto por su master.

Fue entonces que dos personas más se acercaron a ellos. Uno era Lancer, el otro probablemente su master, un hombre que exudaba elegancia tanto por su traje rojo como por su postura.

—Un placer conocerte, joven —dijo el master rival mientras extendía su mano hacia él—. Mi nombre es Tokiomi Tohsaka.

—Waver Velvet, señor —contestó mientras le estrechaba la mano.

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