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"Voy a besarte".

—Abril.

—¿Por qué no la llamaste?.— Me preguntó Chio, indignada, cuando nos encontramos en la cafetería a mediodía.

—Porque no sé que decirle.— Respondí siendo tan honesta como pude.

Lo cierto era que había marcado el número de Abril para llamarla, había esperado el tono e inmediatamente me había arrepentido. ¿Qué clase de estupida habría sido al llamarla? Las peor de todas, seguro. Me gustas Ari, y no pude evitarlo.
Era una línea tan patética que incluso a mí me daba nauseas.

—Dile la verdad, Samantha.— Exclamó con énfasis.

—No es tan fácil.— Confesé.

De repente ella sonrío y me miró suspicazmente.

—Lo es.— Entonces al decirlo, miró a la entrada de la cafetería y sus dientes relucieron.
—¡Abril!.— Gritó.

Mi cuerpo se tenso y supe, sin necesidad de voltear la cabeza, que la estaba llamando.

—No eres capaz de...

Rocío me señaló con su dedo índice en cuanto una sombra se proyectó a mi lado, quede muda.

—Samantha quiere hablar contigo.— Susurró, y poniéndose de pie agregó: —Nos vemos luego.

La sombra a mi lado se convirtió en un cuerpo, el cuerpo de Abril.

Abril mirándome con disgusto.

—¿Qué quieres.?— Preguntó bruscamente.

¡Quiero dejar de ser una cobarde y decirte la verdad! Mi boca se selló, rehusándose a decirlo en voz alta.

—No tengo ganas de perder el tiempo, ¿sabes? Quiero almorzar y...— Se estaba dando la vuelta cuando hablé.

—Almuerza conmigo.— Le propuse agarrandola de la muñeca.

¡Por Dios!, yo le había dicho eso. Ella se giró y meneó la cabeza, visiblemente enojada...¿O confundida?

—No sé cuál es tu plan, pero no quiero ser parte de él.— Masculló. Su mirada fría me confundió, y acto seguido se desprendió de mi agarre.
—Mira Samantha, es obvio que hay algo entre nosotras que nos está incomodando.— Reconoció.—Creo que lo mejor será que lo olvidemos. Volvamos a un mes atrás, cuando no nos conocíamos, y nos alejamos.— Habló serena.

Sus palabras se sintieron como miles y misiles golpeándose, aún así no me desmorone.

—Hay varios inconvenientes.— Susurré logrando que voz saliera constante.

—¿Cuáles?

Abril entorno los ojos, parecía querer irse y querer quedarse. Las dos al mismo tiempo. Me apresuré a hablar antes de que se inclinará por la primera opción.

—Primero, soy una nerd.— Declaré sonriendo sin saber por qué.

—No hace falta que lo digas.—Acotó ella, devolviendome la sonrisa, aunque esta vez más sincera.

—Y como nerd.— Proseguí fingiendo no escucharla.—No suelo olvidar, solo recordar.— Soltó una risa que me hizo estremecer y se sentó frente a mí.
Evidentemente se había decidido por la segunda opción.— Segundo, no te conocí hace un mes. Te he visto todos los días desde que comenzamos la secundaria, que tu no me hayas visto es otra cosa. Y tercero...— Miré hacia mi comida, sin poder sostenerle la mirada.—No me alejó de las personas que quiero.

Ante mis últimas palabras, vi su cuerpo volverse rígido.

—Yo....no...— Balbuceó. Parecía nerviosa, en busca de palabras. Entonces se puso de pie y miró a su alrededor.—No debería estar aquí.

Si sus palabras habian sido como misiles, las últimas cuatro habían sido una bomba atómica. Me hundí en mi silla. Yo no deberia estar intentando decirte lo que siento, pensé. Aún así, lo estaba haciendo, lavé agarrando su bandeja y entonces sela quite. Ella me miró mientras la dejaba sobre la mesa, y sin dudarlo un mísero segundo más, atraje a Abril hacia a mi y la atrape entre mis brazos.

Un silencio abrumador se expandió en la cafetería.

—¿Qué haces?— Cuchicheó.

La vi tragar con fuerza.

—Voy a besarte.— Susurré mirando sus labios.

Pensé que ella se soltaría de mi, dándome una fuerte y merecida abortada, dejándome en ridículo. No sucedió. En cambio, sólo la vi sonrojarse.

—Todos están mirando.— Alegó.

—Y es lo que querías ¿no?— Cuestione.

Ella sacudió la cabeza a la vez que parpadea saliendo de su trance.

—No, Samantha. Yo...— Su voz se quebró.

—Perdiste una apuesta con la perray te obligo a besarla frente a todos? Eso me suena increíble.— Oí que se jactó una voz acercándose. No despegue la mirada de Abril, pero supe a quien pertenecía aquella voz que desbordaba crueldad.—¿Te  pagó para que la beses Rivera?— Volvió a entrometerse Raul, llegando a nuestro lado.

—No.— Le respondí.

Entonces tomandola de la cintura posé mis labios sobre los de Abril. Al principiome fue difícil controlarme, pero rápidamente me tranquilice y la besé con suavidad. Ella tenía la fórmula perfecta para hacerme débil.
E increíblemente paciente.

Consciente de todas las miradas alrededor, dejó dos besos castos en sus labios que lograron serenarse y me alejé mordiendo su labio inferior.

Sabía que lo hecho tendría consecuencias. Y por la expresión de Abril, supe que no serían buenas.

Así que adelantandome a su accionar, me fui de ahí.














Si me sé la de actualizar 😠

Estúpida Rivera || AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora