Estúpida Rivera || Adaptación

0015.1

"Un maldito rompecabezas."
-Samantha.

Un mes ha pasado.

Un mes desde que "conocí" a Abril.

Un mes desde que vimos juntas Toy Story

Un mes desde que pasamos juntas cada hora de clases, hablando, riendo, pero sin hacer mención de ningún sentimiento ni del beso que compartimos en medio de la cafetería.

Beso que, gracias a Chio y sus contactos en el periódico, evitamos que aparecía en primera plana. O en los rumores.

Agradecía a Chio cada día por haber evitado ese tipo de notas.

Así que debido a ella, nunca volvimos a mencionar aquel hecho, ni tuve la oportunidad de repetirlo, es decir Rocio siempre estaba entre medio de Abril y yo. Ella era el muro que nos separaba, quizás no con ese propósito, pero lo hacía. Nos hicimos buenas amigas...¡con decir que hacíamos todo juntas. Almorzar, hablar en los pasillos, reinos de los mismos chistes.

Más aún con Ari. Todos los días, sin excepción alguna, la llevaba a su casa.

Pero sentía que iba a explotaren cualquier instante si no le decía que estaba enamorada de ella. Era muy loco, porque había conocido a su abuelo, a su padre (alguna vez la acompañe al cementerio), y también a su gata. Y podía asegurar que cada uno de ellos sabía de mis sentimientos, incluso su padre desde el cielo.

-¿Cuándo se lo dirás?.

-Mañana.

Ese había sido el dialogo entre Chio y yo durante el último mes, cuando Abril no estaba cerca.

Rocío me presionaba para que yo le confensara mis sentimientos, sin embargo, cuando estaba con Ari me era imposible.
Me había acostumbrado tanto a ella, a su aroma, a respirar de su aliento cada vez que hablamos, que me daba pavor perderla. Porque sabía que si abría mi corazón y ella no me correspondía entonces perdería todo...incluida esa sonrisa siniestra y juguetona que esbozada cuando me llamaba "estupida".

Guarde las cosas en mi casillero, después de haber devuelto unos libros en la biblioteca, y me apresuré en llegar al auto.

¿Por qué me apresuraba? Porque como todos los días, Abril me estaba esperando allí a la salida de clases.

-Adiós cariño.- La despidió Raul.

Pude escucharlo a lo lejos y vi como él le soplo un beso.

Inspiré, apretando los puños, y me repetí una y otra vez que yo era nerd, no una boxeadora. Pero no podía evitar ponerme celosa cuando Raul le decía cariño o le gustaba; me daban ganas de estrangularlo. De golpearlo con mis libros.

Abril lo ignoró y se sentó en el capo de auto. Al verme, sonrío.

-¿Cariño.- Indagué acercándome a ella.

-Raul, es un idiota.

Su media sonrisa me tranquilizo.

-Creo que ha estado enamorado de ti desde primer año.- Le comenté, en parte cierta, y en parte para ver su reacción.

-Que se joda, el no me interesa.- Respondió encogiéndose de hombros.

Apreté los labios en gesto de duda.

-¿Quién te interesa?

Aburo simuló pensarlo, entonces se inclinó sobre si yme miró detenidamente.

-Tú.- Dijo posando su dedo en mi pecho. Me tensé y mi piel debío haber perdido color, porque vi una línea de preocupación en su frente.-Era una broma Sam, no te asustes.- Aligero viéndose avergonzada.

¡Claro que había sido un chiste!

¿Por qué sentía una punzada en el pecho?

-Quiero besarte.- Susurré sin soportar más la presión en mi pecho que pedía a gritos la confesión de mi estúpido enamoramiento de una vez.

Ella me miró y se sonrojo, luego pareció tener idea y rio con diversión.

-Es una broma, claro. Últimamente te has vuelto muy graciosa.- Conjetura poniéndose de pie.

-Parece.- Dije encogiéndome de hombros.-Pero sigo esperando el beso.

Abril me estudió por un momento entornando la mirada, y entonces se puso frente a mí.

-Puedes imaginarlo, ya sabes.- Murmuró.-Tú agarrándome de las caderas, yo con mis brazos alrededor de tu cuello. Nuestros cuerpos pegados. Tu mano subiendo hacia mía cintura.- Agregó sin prisa, invitándome a cumplir sus palabras. Me mantuve rígida.- Luego acariciando mi mejilla. Y finalmente tus labios sobre los míos...- Musitó acercandose peligrosamente.

-Encajando como un maldito rompecabezas.- Completé inclinando mi rostro hacia abajo en busca de sus labios.

Abril retrocedió antes de que nuestras bocas se juntaran,. Y entonces me di cuenta: ella había dejado de sonreír.

-Hay algo que tengo que decirte.

Y qué vivan los hombres 😍