Aarón perdió su vida un 15 de junio a las 6:40 de la tarde y unas horas más tardes prologaron la mía. Lo irónico es que cuando literalmente tienes una parte de él es cuando sientes que te lo arrancaron.
¿Qué harías si tuvieras que vivir con el cora...
Aquí sigues doliendo como si te hubieses ido ayer, aquí el tiempo no hizo su magia, ya sabes eso que dicen que el tiempo lo cura todo.
Lissbeth SM.
¿Por qué tenía que ser él? ¿Por qué su vida se acabó y la mía se prolongó? Me pregunté eso tantas veces. No lo niego, odié a todos los que sabían, aún sigo haciéndolo, eso incluye a todos los que me rodeaban: a los médicos que me conocían de años, a las enfermeras, a mis padres, a mis hermanos, a mis amigos. Sentí que me mintieron, que me robaron algo.
Y pensar que casi se cumple un año... muchos creen que un año es la medida universal del tiempo, que un año es igual para todo el mundo, pero si hablamos de un año para un anciano, puede sea poco, para un bebé de dos años, es la mitad de su vida. Un año puede ser más o menos trescientos sesenta y cinco días, pero un año para una persona que ha perdido el rumbo de su vida, es una eternidad y aún así, no ha sido suficiente.
Que el tiempo es relativo dicen, y concuerdo, porque para muchas personas unos meses es suficiente para sanar, olvidar, perdonar, pero para mi no, este tiempo lejos de todos ha estado lleno de culpa y sufrimiento, y si les dijera que recuerdo haber sido feliz, les miento.
Aveces la vida te cambia en un segundo, las situaciones te arrastran, te devoran, pero al final hay que renacer, como el ave fénix, ¿no?
Por eso he decidido hacer esto, un relato de mi proceso de duelo, de mi búsqueda interna de Aarón, de mi encuentro con su familia, de mi reconciliación con los míos, de mi transformación personal. Es un homenaje a Aarón, a su generosidad, a su legado. Es una invitación a reflexionar sobre el valor de la vida, de la muerte.
Es una historia de amor, de dolor, de esperanza. Es la historia de dos corazones que latieron al unísono.
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