— ¿Y qué pasa si me enamoro de ti? — me pregunta, acercando su rostro al mío. Siento su aliento cálido en mi mejilla, y el latido de mi corazón se acelera.— Mi hermano te mataría. —respondo con encogiéndome de los hombros. Es la verdad, él es muy sobreprotector conmigo, y no le gusta que nadie se me acerque. Menos si se trata de su mejor amigo, el chico que me vuelve loca desde hace años.
—Correré el riesgo. — bisbisea en mi oído, haciendo que un escalofrío me recorra la espalda. Su voz salió ronca, y yo por más que intente, mis palabras no salieron. Además, ¿Qué se supone que le debo contestar? ¿Qué siento lo mismo? ¿Qué me da miedo? ¿Qué no sé qué hacer?
Se aleja de mí y sale por la puerta de la cocina, dejándome confundida y nerviosa. La abuela nos observa con una sonrisa cómplice, como si supiera lo que está pasando entre nosotros. Me guiña un ojo y me dice:
—No te preocupes, hija. El amor siempre encuentra la manera. — Y se pone a cantar una canción que habla de besos y sueños.
—Tierra llamando a Abigail. — dice Lucas, mientras chasquea los dedos frente a mi cara. Su voz me saca de mi ensimismamiento, y me hace volver a la realidad.
Sacudo la cabeza y trato de enfocar mi vista. Estamos en la sala de la casa de la abuela, rodeados de fotos y recuerdos.
—Perdón, como que me teletransporté al pasado.— me disculpo con él, sintiendo un nudo en la garganta. — Recuerdas cuando te enteraste que salíamos.
Él sonríe con nostalgia y asiente con la cabeza.
—Lo quería matar. —admite, viendo la foto en mis manos en la cual estamos los tres. Él, yo y Aaron. Se la tiendo, y él la toma con cuidado, como si fuera un tesoro. — Estuve meses sin hablarle, no podía creer que de todas las chicas estuviera saliendo justo contigo, mi hermanita.
Pongo los ojos en blanco y agarro otra foto, pero en esta no solo estamos los tres, sino también Zoé.
Lucas y Aaron eran amigos desde la adolescencia, mientras Zoé y yo desde el jardín infantil. Por lo que veníamos aquí con frecuencia cuando mis padres trabajaban, ya que la abuela nos cuidaba. A veces nos quedábamos incluso hasta dormir, ellos eran y siempre serán parte de la familia.
Miro a Lucas, quien está centrado viendo otra foto.
—No me dijiste qué decía la carta. —le recuerdo, depositando la foto sobre la mesa y comenzamos a caminar por todo el pasillo viendo todas las imágenes que cuelgan alrededor de toda la pared. Hay fotos de nuestra infancia, de nuestros cumpleaños, de nuestros viajes, de nuestros momentos felices. Y en todas ellas, están ellos. Aaron y Zoé.
Él desvía la mirada hacia la ventana y suspira con fuerza.
—No te puedo decir, no por el momento. —me dice, con voz evasiva.
— ¿Insisto? — le pregunto, siempre que no me quería decir algo dejaba claro si quería que le rogara un poco o si definitivamente no me iba a decir.
—No cambiaría nada. —Admite, y me limito a asentir.
Comenzamos a caminar por el corredor que lleva al jardín; era una noche fresca, y las estrellas brillaban como nunca antes, el aire - fresco y suave - rozaba mis mejillas con delicadeza y agitaba las hojas de los árboles.
El jardín estaba rodeado de árboles por ambos lados, y al final del camino se podía divisar la pequeña casa en el árbol, esa en la que tanto jugamos.
Este lugar me hace recordar toda mi infancia, fui tan feliz aquí, recorriendo sus caminos y trepándome en sus árboles, respirar el oxígeno puro que nos regalaban las plantas, admirar las flores, escuchar los pajaritos cantar, leer un buen libro y contemplar el cielo cubierto de nubes. Recuerdo que de niña solíamos acostarnos los cuatro aquí y comenzábamos a buscarle forma a las nubes.
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Lo Que Fue de Mí Sin Ti.
Teen FictionAarón perdió su vida un 15 de junio a las 6:40 de la tarde y unas horas más tardes prologaron la mía. Lo irónico es que cuando literalmente tienes una parte de él es cuando sientes que te lo arrancaron. ¿Qué harías si tuvieras que vivir con el cora...