Capitulo 8. -No los perdono.

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Había pasado un mes desde que me habían trasplantado el corazón. Un mes desde que había vuelto a nacer, gracias a un donante "anónimo" que me había salvado la vida. Un mes desde que Aaron se había ido de viaje y no sabía nada de él. Un mes de dolor, de agradecimiento, de confusión.

No sabía nada del donante, solo que era compatible conmigo y que había dado su consentimiento para donar sus órganos. Me habían dicho que era una persona joven, sana y generosa. Que había hecho un gran acto de bondad, que había dado esperanza a muchas personas, pues no solo donó su corazón si no que también otros órganos. Que había sido un héroe.

Yo quería saber más, quería conocer su nombre, su rostro, su historia. Quería agradecerle, decirle que su corazón estaba en buenas manos, que lo cuidaría y lo honraría. Quería saber quién era, y por qué había hecho lo que hizo.

Pero nadie me decía nada. Mis padres, mis médicos, mis amigos. Todos guardaban silencio, como si hubiera un pacto de secreto entre ellos. Como si hubiera algo que no querían que supiera. Algo que me ocultaban.

Con los días no pude evitar pensar lo peor, y no pude más. Necesitaba saber la verdad, necesitaba salir de dudas. Así que caminé como pude hasta la habitación de mi hermano. Me acerqué a él, que estaba sentado en el sofá, mirando la televisión con gesto ausente. Le toqué el hombro y le dije:

—Hey, ¿puedo hablar contigo un momento?

—Claro, ¿qué pasa? -me respondió, apagando el televisor.

—Es sobre Aarón... -empecé, sintiendo un nudo en la garganta.

—¿Qué pasa con él? -preguntó mi hermano, mirando al techo.

—No sé... no ha venido a verme desde que salí del hospital. Ni siquiera me contesta los mensajes. ¿Sabes algo de él?

Mi hermano suspiró y me miró con una mezcla de pena y dolor. Me tomó de la mano y me hizo sentar a su lado.

—Hay algo que tengo que decirte, pero no sé cómo... —dijo, con voz temblorosa.

—Dime, por favor. ¿Qué pasa con Aarón? ¿Le ha pasado algo? ¿Está bien? —insistí, sintiendo un escalofrío.

—No, no está bien. Está... está muerto. -soltó mi hermano, con lágrimas en los ojos.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? -balbuceé.

—Fue hace un mes, el mismo día que te hicieron el trasplante. Él fue el donante. Él te dio su corazón. —me explicó sin más, abrazándome. — pasó su mano por el rostro. —No podía decírtelo, era su voluntad. Él me lo pidió antes de morir. Me dijo que te quería tanto, que no podía soportar la idea de perderte. Que prefería morir él a que murieras tú. Que su corazón era tuyo, y que quería que siguieras viviendo con él. Que era la única forma de demostrarte su amor. —me contó mi hermano, sollozando.

—No puede ser... no puede ser... no puede ser... —murmuré, abrazando mi pecho, donde latía el corazón de Aarón. El corazón que me había salvado la vida, pero que me había quitado la razón de vivir. El corazón que ahora me dolía más que nunca.

Sentí que me faltaba el aire, que me ahogaba, que me moría. Sentí que su corazón latía en mi pecho, que me hablaba. Sentí que lo odiaba, que lo amaba, que lo extrañaba.

Yo me negaba rotundamente a creer en las palabras de mi hermano, ¿Y es que cómo? Nunca vi su cuerpo, su tumba, nada que me asegurara que sus palabras eran ciertas. Así que fui al hospital, donde se me hizo fácil acceder ya que mi padre trabaja ahí, entre a escondidas donde guardaban los expedientes de los donantes y los receptores. Me colé en el archivo, y busqué el mío. Lo encontré, y lo abrí con ansiedad. Y entonces, lo vi.

Lo Que Fue de Mí Sin Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora