Abigail en multimedia. 🫶🏽
La vida de Aarón terminó un 15 de junio del 2022, a las 6:40 de la tarde y unas horas más tardes prolongaron la mía. Me trasplantaron uno de sus órganos vitales, salvando mi vida. Sé que fue un acto de amor y generosidad, pero hubiese preferido mil veces que se quedara conmigo.
No pude ir a su funeral, no pude darle el último adiós. Los médicos me lo ocultaron, diciendo que era demasiado riesgoso para mi salud. Que podía sufrir un rechazo, una infección, una complicación. Que
tenía que cuidarme, por mí y por él. Pero yo solo quería verlo una vez más, abrazarlo, besarlo, decirle que lo amaba. Que lo extrañaba. Que lo necesitaba.Sentí rabia, dolor, culpa. Odié a todos los que sabían lo que Aaron haría, la decisión que había tomado, a todos los que me miraban con lástima o curiosidad. A todos los que me decían que tenía que ser fuerte, que tenía que seguir adelante, que tenía que vivir por él. ¿Cómo podían entender lo que sentía? ¿Cómo podían saber lo que significaba para mí?
Pasé un largo tiempo en el hospital, sometida a pruebas, medicamentos, terapias. El corazón de Aarón se adaptó a mi cuerpo, como si siempre me hubiese pertenecido. Como si fuera parte de mí. Y lo era. Era el regalo más precioso que me había dado, el símbolo de nuestro amor.
Cuando me dieron el alta, Zoé, mi mejor amiga, me entregó una caja que Aarón había dejado para mí. Dentro estaban las carta, una foto, una llave y dos pasaje de avión. En la carta, Aarón me decía que había planeado este viaje para mí, a un lugar que siempre habíamos querido conocer. Que quería que fuera a sanar, que disfrutara de la vida, que cumpliera mis sueños. Que me amaba con todo su corazón, y que siempre estaría conmigo.
Con el permiso del cardiólogo, tres días después Zoé y yo salimos del país, siguiendo las instrucciones de Aarón. El destino era Nueva Zelanda, un país de naturaleza exuberante y cultura fascinante. Allí me esperaba una casa de campo rodeada de naturaleza, donde Aarón había reservado una estancia por más de seis meses. La llave que me había dado era la de la puerta de entrada.
Durante todo este tiempo, me desconecté de todo y de todos. No tuve comunicación con nadie, ni siquiera con Zoé que siempre estaba a mi lado. Solo me dediqué a explorar el bosque y todo el lugar. A sentir la presencia de Aarón en cada lugar, en cada momento, en cada latido. A recordar los buenos tiempos, a llorar los malos, a sanar las heridas. A vivir.
Pero el tiempo se acabó, y ahora tengo que volver a la realidad. A Londres, donde me espera mi familia, mi carrera de ingeniería que termine y dado las complicaciones que tenía me prohibieron ejercer, mi vida. Una vida que ya no es la misma, que había cambiado para siempre. Una vida que tenía que reconstruir, con el recuerdo de Aarón como guía.
¿Estaba lista?
No.
—¿Nos vamos?— me preguntó Zoé con una sonrisa, mientras me ayudaba a cargar las maletas al uber que nos llevaría al aeropuerto. Miré por última vez la casa donde había pasado los últimos meses, tratando de grabar en mi memoria cada detalle. Era una casa sencilla, pero acogedora, con una vista a la cascada que me calmaba y me inspiraba. Había sido mi refugio, mi hogar, mi escape. Y ahora tenía que dejarlo.
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Lo Que Fue de Mí Sin Ti.
Teen FictionAarón perdió su vida un 15 de junio a las 6:40 de la tarde y unas horas más tardes prologaron la mía. Lo irónico es que cuando literalmente tienes una parte de él es cuando sientes que te lo arrancaron. ¿Qué harías si tuvieras que vivir con el cora...