Lo que tendría que ser una noche fueron varias lunas. Los soldados se veían más que atentos a cualquier movimiento.
La carretera continuaba su típico desierto desolado cada kilometro que caminaban, las casas y altos edificios habían desaparecido por completo y lo único que los rodeaban eran enormes montañas y pequeños cerros que se dibujaban por el cielo nocturno.
Los adolescentes no encontraban otra solución más a su cansancio que dormir montados sobre los guanacos. Aquellos animales fuertes y aguerridos ocultos por una enorme capa de ternura y docilidad eran capaces de caminar varios kilómetros día y noche cargando con el peso constante que se concentraba en sus lomos.
Fue sí no uno de esos tantos amaneceres radiantes cuando una nueva noticia aconteció a los adolescentes.
Un fuerte sonido seco hizo despertar a más de uno. Francesca fue la primera en despertar pero al hacerlo su cuerpo cayó duramente contra el piso de piedra y tierra. Una mata de polvo marrón se levantó sobre el aire. Mientras las piedras y suciedad se dicipaban Francesca conseguía ver mejor donde se encontraba.
_ Nos contrataron para cuidar a los guanacos, no para perderlos_ Explicó Amelie levantando a Francesca suavemente del aspero piso. La chica testeó su alrededor, su guanaco había desaparecido por completo de la zona segura.
_ ¡Intenta cubrirme antes de que venga Christian o Raymond!_ Ordenó Francesca a la última estrella que podía confiar.
La chica no escatimó en tiempo y se echó a correr sobre el piso rocoso e inestable. El ambiente árido de las montañas secas comenzaba a disiparse dándole comienzo a la vegetación y los enormes árboles de un bosque oculto.
La chica había corrido más de lo que debía pero su angustia no le permitía darse cuenta de su alrededor. Su voz continuaba llamando al animal pero éste parecía no responder a ningún llamado. La única información que Fran tenía de aquel animal era su género y su nombre.
_ ¡Salvador, vuelve aquí Salvador... ummm tengo una deliciosa tarta de roedores y lo que sea que se supone comes!
Insistía la adolescente pero continuaba oyendo los sonidos típicos de la naturaleza. Fue su misma torpeza la que la hizo tropezar nuevamente esta vez rodando sobre las ramas y hojas del bosque.
Nuevamente la chica se encontraba en el suelo con la piel completamente lastimada y un enorme moretón en su frente.
_ ¿Te encuentras bien?_ Preguntó una serena voz que provenía de los árboles.
La chica intentó levantarse pero las ramas que seguían en el suelo se habían incado una por una en su piel.
_ Déjame ayudarte por favor_ Contestó la voz. Segundos después Francesca se encontraba de pie totalmente desconectada con su situación. Pero al empuñar su mirada se encontró con una grata sorpresa, sorpresa que jamás pensó que ocurriría.
_ ¡Lady Margaret! ¿Pero cómo?_ Preguntó la adolescente.
_ Ví a una bonita criatura correr y pensé que se había perdido. Creo que lo estabas buscando a él_ Respondió la profesora de Astronomía señalando a un enorme guanaco pastando tranquilamente.
_ Sí, es a él a quien busco pero me sorprende que estés aquí... quiero decir, pensé que estabas involucrada en el tema de la bestia pero no a este punto.
La sorpresa de Francesca se desbordaba de sus ojos nítidamente como el brillo de un diamante azul.
_ Te lo diré pero primero volvamos a la campaña antes de que sea tarde_ Respondió Margaret. La mujer se encaminó devuelta a la improvisada campaña junto con la adolescente y el animal.
Una vez rodeados de soldados hubo uno en especial que no pudo evitar pedir socorro.
_ ¿Has encontrado algún atajo Lady Margaret?_ Preguntó Raymond, aquel valiente soldado se veía más que angustiado y la sola presencia de aquella mujer hacía ver las cosas más amenas.
_ Busqué por muchos hábitats, me fui hasta al bosque pero todo sigue igual, la ruta sigue más que atascada que antes. Nuestra única forma de continuar es atravesando el caos que se formó en tierra del fuego_ Respondió la mujer. Pero lo más sorprendente de sus palabras no fueron sus afirmaciones sí no el objeto que utilizaba para dar su explicación.
_ ¿Qué es eso?
_ ¿Esto? Un antiguo libro, su función es localizar a pesadillas, también sirve para ver los destrozos que ocasionan las mismas_ Respondió Margaret cariñosamente ante las dudas de su alumna.
El libro era del tamaño de una palma humana, pequeño y con pocas hojas pero al abrirlo y pronunciar unas palabras en código se produce unos dibujos que señalan caminos y accidentes naturales ocasionados por esos seres extermiandores.
_ No cualquiera puede manipular este libro Fran, por eso me necesitan a mi en esta guerra_ Pronunció la profesora dejando cernidas todas las dudas.
_ Tengo que admitir que hay más razones detrás pero tal vez habrá otro momento para charlarlo, ahora te necesitan en la cocina_ Respondió la profesora empujando a la adolescente a la deriva de una enorme campaña instantánea.
_ Menos mal que apareciste. Nos están buscando para hacer toda la comida que necesitamos las próximas semanas, espero que tengas ganas de pelar papas_ Informó Ben tomando rápidamente a la chica del antebrazo.
Ambos penetraron una enorme lona beige que escondía una improvisada cocina repleto de miles de ingredientes y vegetales.
_ ¿Una sopa sólo de vegetales? Somos demasiados en este campamento, los soldados no se llenarán con esto_ Respondió Francesca bastante sorprendida con las pocas verduras que abastaban en la enorme olla de hierro.
_ Eso es porque todavía no viste la vaca.
_ ¿Qué vaca?
Pero ese fue su error. Amelie levantó una enorme lona de cuero que ocultaba el cuerpo despellejado de una enorme vaca gorda.
_ ¡Amelie ya basta!_ Gritó Leila tratando de tapar su nariz con todos los dedos de su mano.
_ Este es el colmo, no toman en cuenta a los que siguen una dieta vegana_ Resongó Brian repudiando el hecho de tener al cadáver muerto de una vaca sin pelaje en la enorme mesa de madera.
_ ¿Quiénes, yo no veo a ningún vegano?
Preguntó Amelie para segundos después ver la mano en alta del adolescente con una notable furia en sus ojos.
_ Vas a tener que hacer las pases con la carne de ternero joven, ustedes se ocuparán de mutilar cada parte de la vaca y de hacer cocinar esto. No se preocupen por la hora, tenemos una estancia de dos días aquí_ Dijo Raymond dejando caer otro saco de papas al piso.
_ ¿Y qué vamos a comer nosotros?
La mirada hambrienta de Leila se cruzó con la sonrisa del soldado. Minutos después Raymond lanzó al suelo una enorme bolsa repleta de chocolates, galletas, budines e insignias de pesadilla.
_ Muy bien, antes debemos racionar las porciones en partes justas para que todos estemos bien con...
Pero nadie hizo caso a las palabras de Brian. Cada uno tomó porciones impares de comida dejando sus bocas repletas de comida y dulces.
_ Las insignias de pesadilla no son comestibles, creo que Raymond se equivocó de bolsa_ Dijo Ben hurgando el resto de alimentos que habían quedado en la bolsa.
_ Sí qué lo son. Están pensadas para alimentarnos después de que las golosinas se acaben pero como ahora se comieron todo en menos de un segundo esto es todo lo que nos queda.
Todos miraron a Brian con sus cachetes rebozados de comida, incluso Jacobo había optado aquella inusual conducta.
_ Da igual, no nos hará daño morder una que otra remolacha_ Respondió Amelie poniendo sus manos a la obra comenzando a pelar las primeras papas.
Minutos después las chicas se encontraban pelando los vegetales y los chicos masacraban a la vaca por un bien mayor.
Los ruidos de los hachazos y los huesos rotos se escuchaban a kilómetros.
El único chico que se encontraba acompañando al grupo de niñas era Maximiliano pero su presencia se veía más que apagada.
_ ¿Qué tal tu vida Max, ya lo has visto a tu padre?_ Preguntó Amelie tratando de iniciar una conversación aunque su mirada se cruzó con los gestos que hacía Francesca a cada rato para detenerla.
_ ¿Dije algo malo?_ Preguntó la gótica pero el silencio fue el único en contestar.
Maximiliano continuaba pelando las zanahorias sin prestar tanta atención. Sus movimientos eran articulados más su mente se encontraba inundanda en un mar de presión.
Fue en una de esas tantas cortadas que el cuchillo se llevó un trozo de piel de su dedo.
Leila corrió por un botiquín de primeros auxilios y Amelie se acercó comprensiva a su primo.
_ ¿Es por tu papá verdad?_ Insistió Amelie sentándose a la altura del chico. La chica se veía más seria que de costumbre y sus manos no paraban de tocar las de su primo.
_ Todavía no pregunté por su apellido... tengo miedo de que no este aquí_ Respondió el chico permitiéndose largar las primeras lágrimas que tanto intentaba suprimir.
_ ¿Prefieres que esté aquí o no?_ Preguntó su prima. El chico se tomó unos minutos para responder. Después de todo esos últimos meses su mente iba de un lado al otro con la misma incógnita.
_ Es que no quiero verlo pero a la vez necesito saber cómo está, necesito saber qué piensa después de tantos años... necesito saber qué siente por mí_ Respondió el chico casi gritando su dolor.
_ Perdón por meterme Maxi... pero se trata de tu papá. A pesar de que te dejó cuando tenías nueve años seguro te sigue hechando de menos como el primer día_ Respondió Francesca a las incógnitas que tan ahogado lo tenían al muchacho.
_ Lo sé pero... últimamente hay algo en mí... no sé cómo decirlo... pero siento que mi papá tiene que saberlo...
Pero Maximiliano no pudo continuar con su auto descubrimiento. Jacobo azotó con fuerza la lona y dejó caer en la enorme hoya bastantes pedazos mutilados de vaca incluida la cabeza.
_ Todavía nos queda muchas raciones pero seguro que alcanzará para toda una semana... ¿Pasó algo?_ Preguntó Jacobo observando a las chicas y en especial a Maximiliano rodeado por ellas con un dedo ensangrentado.
_ Se cortó el dedo pelando una zanahoria, ¿qué te importa? Vuelve al trabajo ya_ Resongó la gótica sacando al chico de una patada.
_ La mejor forma de afrontar tus miedos es descubriendo la verdad. Después de que terminemos con la comida iremos a preguntar por tu papá_ Respondió Serena dándole al dedo de Maximiliano un gran respiro vendado la herida punzante.
Las horas seguían pasando como en cámara lenta. La sopa de carne y verdura ya estaba casi lista y la luna estaba en el punto más alto en el cielo.
A pesar de estar bajo amenaza de una posible masacre todo alrededor se notaba tranquilo y perfecto para una buena noche de descanso.
_ Busquen una campaña y duerman bien, al final zarparemos por la mañana, tenemos que cruzar tierra del fuego antes de que la nieve se ponga peor_ Ordenó Christian deslojando a los niños de la cocina improvisada dejando a la sopa reposar en su propio jugo.
_ ¿Nieve?_ Preguntó Rubí casi saltando de su asiento.
_ Así es. Tierra del fuego está atravesando la peor de las tormentas de nieve producto por los poderes de la bestia así que necesitamos estar todos en forma para soportar todo tipo de circunstancias. Les daremos ropa especial para invierno al amanecer, ahora descansen_ Respondió el soldado dejando a los chicos a la deriva de su propia suerte.
Los niños encabezados por Brian encontraron una enorme y plácida campaña de descanso para dormir aunque sea un par de horas acostados y no sentados en un animal.
_ Yo estaré al tanto de no dormirnos, necesitamos estar bien depsiertos y nítidos para mañana a la mañana, probablemente no podremos dormir por muchas semanas producto de la nieve así que no hagan ninguna pijamada por el amor de Andromity_ Ordenó Brian casi al borde de un colpaso nervioso. Él era consciente de que nadie nunca le hacía caso pero aun así seguía intentándolo.
_ Que buen líder, me imagino que debes de ser así siempre en estas circunstancias_ Respondió una voz de mujer.
_ ¿La profesora de Astronomía?_ Preguntó Amelie entrecerrando sus ojos.
_ Ay sí, es ella. En nuestro salón nos contó su historia de vida, que suerte que tenemos de tenerla a nuestro lado_ Respondió Daniela corriendo a los cariñosos brazos de la mujer para recibir un fuerte abrazo.
_ También es grato para mí tenerlos cerca después de tantas malas noticias_ Anticipó la profesora reuniendo a todos los jóvenes en una ronda plácida de charlas.
_ Ahora que estamos todos reunidos podré contar lo que Francesca esperó oír todo el día_ Propuso la mujer observando relucir la estrella en el pecho de la niña.
_ Todo comienza en mi infancia. Provengo de una familia militar, tanto mi padre como madre fueron en su momento grandes coroneles en las fuerzas armadas y yo me crié con esa mentalidad. Desde chica ya tenía en mente quién y cómo quería ser. Empecé a entrenar mis capacidades físicas a los doce y desde entonces no he parado. Luego comencé a formarme en las fuerzas armadas pero al cumplir los dieciocho años se presentó ante mí la noticia más importante que jamás escuché. En su momento no sabía que existía pero acepté unirme sin dudar.
Meses después de mi graduación ya estaba trabajando como cazadora de pesadillas semana completa. Me pagaban bien y además me daban clases especiales. Pero mis ganas de aprender eran más grandes. Comencé la carrera de Astronomía y me gradué con honores, experimenté la muerte y muchas otras situaciones que me trajeron hasta aquí... mi trabajo como astrónoma me hizo trabajar enseñando a la familia real y muchos otros puestos más... pero lo importante de todo esto no son los logros sí no el camino que me guió a quien soy yo hoy en día. Padecer la muerta tan cerca me hizo replantear tantas cosas y fue esa situación límite la que me hace estar esta noche presente con ustedes... ahora les pregunto yo a ustedes, ¿están dispuestos a vivir esto para afrontar la vida que les depara de ahora en adelante?_ Las pupilas brillantes de la profesora se centraron en todas las retinas luminosas que la miraban con orgullo y felicidad.
_ ¡Por supuesto que sí, por algo estamos todos juntos ahora, no pienso volver atrás y si vuelvo atrás lo haré con mis amigos de mi lado!_ Respondió Daniela levantando por lo alto su hermosa vos.
_ Ese es un buen punto. Ustedes tienen la dicha de tenerse cerca en una guerra tan cruda como esta, sin en cambio muchos guerreros tuvieron que lidiar con situaciones límites en completa soledad_ Respondió Lady Margaret dirigiendo su fuerte vos por todo lo alto de la pequeña reunión mientras las antorchas brillaban en la oscuridad como un faro de esperanza.
_ No se preocupen por el resto de la travesía, yo los ayudaré en todo lo que necesiten para afrontar esta estancia de sus vidas_ Respondió la mujer dándole por finalizada la pequeña reunión.
Cada quien tomó una manta y se recostó sobre el apiedrado suelo para entrecerrar sus ojos y poder por fin dormir.
_ Maxi, tendrías que hablar con Margaret al amanecer, ella te va a ayudar en todo lo que necesites_ Dijo Francesca acostada al lado del chico. Maximiliano a pesar de su profunda tristeza logró emitir una pequeña sonrisa de esperanza en respuesta.
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Aprendiz De Emperatriz II: El Despertar De Una Mujer Alada|Brenda Pérez Miranda
Novela JuvenilEl primer año de Francesca Dy Crystal termina dándole comienzo a un segundo año en la escuela secundaria. Todo va marchando bien a principios de año, sin embargo unos extraños sueños empiezan a amenazar con la vida de la joven. Con el correr de los...