Capítulo 7

14.2K 1.2K 1K
                                    

Este será mi último año en el colegio Alpha, debería sentirme al menos un poco emocionado, pero todo lo que puedo hacer es observar con molestia y asco los ridículos mechones rubios. Miller se ha dejado crecer el cabello durante las vacaciones de verano, tres meses completos. Llega hasta sus desgarbados hombros, parece una chica bastante femenina. ¿Tiene tan poco cuidado? ¿Nadie le ha dicho que verse así no está bien? ¿Cuántas lecciones más necesita aprender? Primero fueron aquellos dibujos repugnantes, cuya fijación por ellos costó erradicar, luego la forma nada masculina de expresarse, demasiado suave e inocente. ¿Y ahora quiere provocarme otra vez? Ningún marica apestoso se saldrá con la suya mientras yo siga respirando.

—Tú también lo notaste, ¿verdad? —Alex murmura desde el asiento contiguo, inclinándose en mi dirección—. Incluso le permitieron entrar al salón sin uniforme, lleva puesta ropa muy elegante para alguien tan corriente.

—Es cierto —respondo irritado.

Nosotros siempre tenemos que utilizar la estúpida camisa azul acompañada por los aburridos pantalones negros. Es una exigencia para todos venir con ellos, así nos incomode o mate del mal gusto y simpleza, nadie se salva. ¿Entonces por qué Becado Miller puede vestirse como quiere? Tampoco es la única extrañeza en lo que al imbécil respecta, ni siquiera ha seguido mi estricta rutina matutina: inclinar la cabeza cuando esté cerca para mostrar respeto, traerme su almuerzo antes de nuestra primera clase (obviamente no pensaba comerlo, qué asco), parecer invisible, hablar solo si se le permite, jamás mirarme a los ojos, etcétera. Evitó hacer todas esas malditas cosas. Hoy demostró que haber pasado tanto tiempo educativo juntos fue inútil, apenas bastaron unos meses libres para volverlo arrogante, pero le recordaré cómo debe comportarse.

—Y luce algo saludable, definitivamente menos esquelético, su piel tiene más color. —Levanta ambas cejas, pensativo—. ¿Fue a la playa? Hasta se ve bronceado.

—Supongo —espeto tosco, apretando con fuerza el lápiz entre mis dedos. Cierto fastidio intenso aumenta mientras cada segundo transcurre—. Ojalá se hubiera ahogado.

—¿Los bañadores que usa también estarán llenos de agujeros como sus calzoncillos? —pregunta el moreno, divertido.

Por breves instantes olvido cualquier sensación molesta, observando al chico alegre que me devuelve la sonrisa inconsciente. Un hoyuelo se forma sobre su mejilla izquierda, haciéndolo lucir más humano (papá dice que algunas personas negras son animales salvajes, únicamente buenas para la explotación laboral, pero me deja ser mejor amigo de Alex Henderson porque su familia también es influyente). Los dos soltamos varias carcajadas, quedándonos sin aire demasiado pronto.

—¡Niños, presten atención! —un grito irritante interrumpe nuestro buen humor, la robusta y poco agraciada señorita Morton nos mira desde el nada organizado escritorio. Hay papeles sueltos, marcadores destapados y correctores esparcidos por toda la inmensa superficie, libros abiertos visiblemente maltratados. ¿Así pretende ganarse algo de respeto?

La reportaré más tarde, tanto desorden va contra el reglamento.

—¿Para qué? —Volteo los ojos, fastidiado—. Son temas demasiado fáciles, aburridos.

—Ya veo, entonces imagino que no tendrás problemas con explicar cuál es la parte más importante del cerebro humano —habla soberbia, frunciendo sus pobladas cejas.

Alardeas como si tu pregunta indirecta fuese intimidante, ridícula.

Bueno, tal vez este contenido se estudie años por encima del nuestro en colegios para gente promedio, pero nosotros justamente no somos gente promedio. Necesitamos más estímulos, información, y su metodología educativa es bastante pobre.

Laguna Inestable |BL| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora