Una mano temblorosa cubre su boca ligeramente abierta, ojos nublados me observan con gran estupor. Ningún cambio brusco se presenta, no hay comportamientos agresivos o siquiera algún intento de refutar mis palabras. Solo mantiene silencio, ensimismado. Estoy preparado para confrontarlo si decide mentir, incluso aunque me falten evidencias físicas. Admitirlo es vergonzoso, pero muy cierto: olvidé tomarle fotografías a los terribles mensajes, carezco de cualquier prueba significativa. Sentí demasiada tristeza cuando supe la verdad, apenas lograba permanecer cuerdo. Huí lejos, escapando tan patéticamente.
No importa, todavía poseo mi propia memoria como testigo, también podría hablar con Dan Hamilton y pedirle que envíe cada imagen si es necesario.
—Eliminé todo, por supuesto —interrumpo nuestra sórdida calma, poniendo ambos pies en el suelo—. Jamás notaste que Hamilton te había escrito. —Analizo su rostro pálido, la creciente incertidumbre se forma sobre aquellos finos rasgos—. Quise ir en tu lugar para evitarte nuevos problemas, buscaba protegerte.
—Yo... —Carraspea durante varios segundos, incapaz de formular oraciones simples. Ha quedado mudo otra vez, luciendo consternado.
—Nos reunimos justo donde están los vestuarios masculinos, allí descubrí cuán ingenuo y crédulo fui. —Trago saliva, mordiéndome la lengua con brusquedad—. No intentes soltar más engaños, es inútil seguir causando tanto daño, ambos sabemos la verdad: nunca me amaste.
Aaron se levanta bruscamente, frágiles lágrimas descienden por sus mejillas. El inesperado movimiento consigue asustarme, provocando que retroceda unos pasos hacia atrás. No debo permitirle más cercanía: desconozco al chico frente a mí, es imposible deducir qué acción tomará y si esta involucra violencia.
—Te amo, Dominik. —Su mirada intensa, rebosante de emociones, me atraviesa sin piedad—. Jamás lo dudes.
Quiero cortar mi garganta por cómo una declaración tan corriente, falsa y ruin, logra acelerarme el estúpido corazón.
—¿Amor? Tenemos sexo, nada más —siseo con veneno poco disimulado. No disfruto la mueca de dolor que aparece entre aquellos suaves labios, ya sea real o actuada, pero tampoco seguiré callando todo este sufrimiento que él mismo nos trajo—. Esas fueron tus malditas palabras, Miller.
Hay genuina aflicción bajo los ojos grises, rozando cierto arrepentimiento casi imperceptible. ¿A quién pretende estafar con su inocencia sobreactuada? Es fácil comprender qué le sucede: se encuentra en una situación desfavorable, necesita recuperar el control.
—Cuando le envié mensajes por primera vez, a principios de diciembre, nuestra relación aún era demasiado inestable y me costaba admitir cuánto te adoraba. —Aprieta los dientes bruscamente, su mandíbula empieza a tensarse en consecuencia. Contengo la respiración, aturdido—. Odiaba verme vulnerable, parecía menos indigno fingir desinterés.
No es verdad.
Solo busca generar confusión, caos. Nadie creería una absurdez de tal magnitud, ni siquiera posee el mínimo sentido. ¿Entonces por qué recuerdo cómo inventaba excusas cada vez que su preocupación hacia mí se volvía evidente? Me salvó la vida dos veces, durante ambas ocasiones intentó minimizarlo restándole valor o aparentando indiferencia. Sin mencionar cuando le pedía a los empleados domésticos que me trajeran comida y luego fingía no haberlo hecho. ¿También fue parte de un maquiavélico plan para vengarse? ¿Estuvo tanto tiempo planificando hasta el menor e insignificante detalle?
—¿Indigno? —Cierro los puños, clavando otra vez mis uñas contra la magullada piel mientras cierta impotencia se desliza por mi cuerpo—. Todo lo que hiciste fue indigno, patético y vergonzoso.
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Laguna Inestable |BL| ©
Misterio / SuspensoPlanear un asesinato tiene su complejidad, sobre todo si tu víctima es quien te dio la vida. Dicha complejidad aumenta cuando descubres que aquel amigo, el cual te trató horrible porque rechazaste sus avances amorosos, en realidad lo hizo bajo mani...