El año pasado aprendí lentamente, y con asombrosa resistencia, a confiar más en las personas. No fue nada sencillo, tampoco ocurrieron muchas situaciones que me permitieran destruir los muros tan obstinadamente construidos alrededor de mi mente. Aaron seguía odiando cualquier cosa relacionada conmigo, buscaba la primera oportunidad que se le presentara para atormentarme; Rebeca era demasiado hostil (comportamiento lógico al tratarse del chico que torturó a su hijo, no puedo culparla); Patrick también estaba ansioso por gritarme y arremeter contra mi persona ante el más pequeño movimiento. Sin mencionar todas aquellas malas experiencias con estudiantes que solo intentaban hablarme por ser un Evans, dándoles completamente igual quién se hallaba detrás del sobreestimado apellido. Y como agregado especial, sumaré cuando creí que Fred me había fallado.
Mi único amigo hombre, cuya personalidad siempre lograba transmitir comodidad, de repente parecía odiarme con vehemencia.
¿Qué trastornado querría confiar así? Ninguno.
Casi vuelvo al punto cero, otra vez convirtiéndome en el chico apático y distante que toda la vida fui, sin embargo ella lo impidió. No durante ese momento exacto, allí estaba lo suficientemente enamorado de Aaron para que él fuera también una gran motivación, pero con Takara fue muy diferente. Ya había sembrado sus semillas meses atrás, las cuales comenzaron a formar enredaderas sobre los fríos muros, filtrándose a través de ellos.
Me encontró.
El problema surge cuando descubres que abrir tu corazón implica conocer otros corazones, aparece una enorme necesidad por mantenerlos seguros. Confío en Takara, sé con gran certeza que podría confesarle mis peores secretos, pero elijo no hacerlo. Prefiero cuidarla. No quise decirle nada sobre la situación entre Aaron y yo, mucho menos lo ocurrido durante el incidente de hace dos semanas, porque significaría mentir mirándola a los ojos. ¿Cómo le explico que no estaba depresivo únicamente gracias al rubio? Cada maldito error cometido por mi novio es la menor preocupación que tengo. Sí, todavía no he leído los mensajes de Fred y debemos hablar en algún momento (¿con qué jodida cara voy a enfrentarlo sabiendo que Aaron sigue siendo mi pareja y follamos todas las noches?), sin embargo pierde importancia al recordar ciertos planes de asesinato.
¿Cómo reaccionaría o me sentiría si ella viera el lado más cruel y retorcido que poseo?
No son fantasías inofensivas, se han convertido en objetivos. Takara jamás vería correcta la mitad de atrocidades que deseo realizar, intentaría hallar otra solución menos peligrosa. No me delataría, por supuesto, pero estaría aterrada. Su miedo sería un evidente obstáculo. ¿A quién pretendo engañar con mi discurso de mejor amigo protector? Le oculto tantas cosas porque necesito los menos inconvenientes posibles, no actúo solo bajo un interés benevolente. Quiero cuidarla, es ilógico negar algo tan obvio, pero está lejos de ser la única motivación: hay fines egoístas detrás.
A veces pienso que cuanto más odio siento hacia Patrick, menos amor queda para los demás.
Ya no disfruto las mismas cosas que antes me daban demasiada alegría, leer con Aaron se ha vuelto aburrido y prefiero evitarlo, por ejemplo. Es el primer San Valentín que pasaremos juntos, no me emociona para nada la idea. Intento disimularlo, jamás querría provocarle ningún tipo de tristeza a mi novio. Lo amo, mataría y moriría por él, es solo que cada día cuesta más fingir. Takara también me produce la misma sensación, durante esta última semana solo deseaba alejarla. Fue una presencia constante, siempre acompañándome en los recesos entre asignaturas. Ella lidia con sus propios problemas, parece tan cansada todo el tiempo, no es justo. Merece algo mejor. ¿Qué mierda pasa conmigo? ¿Inconscientemente busco arruinar las pocas relaciones saludables que tengo?
—Soportamos una hora de charla antisuicidio barata y condescendiente, trajeron al psicólogo menos informado que pudieron contratar —Takara sigue quejándose en voz demasiado alta mientras caminamos hacia los casilleros, aún furiosa—. ¿Para qué, Dominik? Les da igual nuestra salud mental, solo quieren evitarse problemas. Ni siquiera asignaron una miserable detención todavía. Amenazan con suspender a quienes se burlan, pero el único suspendido es Aaron. —Arruga la nariz brevemente, frunciendo el ceño disgustada—. Me retracto, tampoco lo quiero defender, nada de esto habría ocurrido si no fuera por él.
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Laguna Inestable |BL| ©
Misteri / ThrillerPlanear un asesinato tiene su complejidad, sobre todo si tu víctima es quien te dio la vida. Dicha complejidad aumenta cuando descubres que aquel amigo, el cual te trató horrible porque rechazaste sus avances amorosos, en realidad lo hizo bajo mani...