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Capítulo 11

Dalia

Estábamos en el mismo lugar de la primera cita, bajo un árbol que le daba sombra a un espacio bastante prolongado y un mantel sobre el césped. Yo había llevado un cuaderno de dibujos, unos pinceles y algunos botes de pintura. El trajo consigo su cámara que como siempre no podía faltar a cualquier lugar donde él iba.

Yo llevaba un vestido azul con un corte de princesa que dejaba ver mis piernas largas y bien formadas, pero en algunos momentos estuve indecisa entre usarlo o no, pero después de mirarme muchas veces en el espejo y ver que estaba hermosa sabía que no me iba a arrepentir de usarlo. Una diadema adornaba mi cabello suelto y para terminar usaba mis tenis blancos de tiro alto-Siempre he dicho que los tenis son mejor que los zapatos de tacón, comodidad ante todo. Eliah por otra parte usaba un pantalón beige, una playera blanca y sus botas negras. Su cabello largo por debajo de las orejas llevaba encima una gorra del mismo color de su pantalón que terminó en mi cabeza unos minutos después.

—La experta eres tú ¿No? Tienes que enseñarme a dibujar—Dijo Eliah mientras jugaba con dos de mis pinceles.

—En realidad es fácil, puedes hacer la teoría del tamaño solo con un pincel y una hoja de papel—Agarré uno de los pinceles y el cuaderno de dibujo que tenía cerca—Mira, ahí hay un ave—Señalé a un pequeño pichón que picoteaba la tierra cerca de ahí.

«Si colocas el pincel de esta forma y cierras uno de tus ojos lograrás medir al modelo, en este caso al ave—Eliah me miraba muy concentrado en lo que decía, hasta que lo vi quitarme rápidamente de las manos el cuaderno de dibujo y agarrar un lápiz negro.

—Creo que entendí, pero lo haré a mi forma, sé que si me complico midiendo y todo lo demás me saldrá horrible—Me reí y lo vi acomodarse para comenzar a dibujar. Con suaves trazos y líneas le fue dando forma a un pequeño pájaro muy parecido al modelo de antes, y eso que no sabía dibujar según él.

Mientras él ponía todo su esmero en el dibujo yo aproveché el momento para sacar mi celular y hacerle unas fotos, seguro no tendrían la calidad de las fotos que él toma con su cámara profesional, pero son perfectas para guardar el momento. Me fijé en como movía su mano derecha con cada trazo y en lo calmada que era su respiración, mientras que la mía era más que agitada por estar ahí, con él.

A pesar del poco tiempo mi cuerpo estaba comenzando a reaccionar a él, al igual que mis sentimientos, era imposible negar la atracción que sentía por Eliah. Se me aceleraba el corazón a grandes velocidades cuando su mano acariciaba un mechón de mi pelo o bajaba rozando mis muslos.

Cuando vi que el chico que estaba frente a mi me mostró el resultado final del dibujo fue que desperté del adormecimiento que me produjo mirarlo haciendo una tarea tan satisfactoria como dibujar. La hoja en el cuaderno dejaba ver a un ave con una cola corta y muchas plumas.

—Acabo de recordar una frase de un poema, creo que va perfecto con esto—Dijo él y después escribió algo debajo del dibujo, cuando terminó leí en alta voz la frase:

—"Me pidió que le escribiera un poema de amor, dibujé un pájaro y se fue"—Recordé que había leído eso mismo en uno de los libros que me había enviado.

Después de un rato pintando cosas sin sentido en el cuaderno me dijo que no podía permitir que nadie más dibujara en él, que cada vez que me viera dibujaría algo nuevo para mi. Y entonces recordé algo que traía en la bolsa y era muy importante, los colgantes a juego que había comprado. Estiré la mano para agarrar la bolsa y los saqué sin que Eliah me viera, colocándolos detrás de mi espalda.

—Necesito que cierres los ojos—Le pedí todavía sin ponerme de pie.

—¿Y eso para qué?—Preguntó curioso al ver mi expresión nerviosa.

—Solo cierralos, no los abras por nada del mundo hasta que yo te lo pida. ¿De acuerdo?—Él asintió y yo me puse de pie colocándome detrás suyo cuando cerró sus ojos.

Tomé uno de los colgantes y le abrí el enganche, era muy complicado teniendo en cuenta que me sudaban las manos y era un torbellino de nervios. Cuando logré abrirlo alce mi regalo por encima de su cabeza y el todavía permanecía con los ojos cerrados mientras yo le ponía el colgante.

—Espero que este sea el primer libro de muchos que leamos juntos—Le dije mientras me volvía a sentar frente a el y refiriéndome al libro "El chico que dibujaba constelaciones"—Puedes abrirlos ya.

Eliah abrió los ojos y agarró el dije del colgante con una mano analizandolo con un gesto sorprendido y cuando levantó la vista hacia mi me sonrió de una forma tan arrebatadora que dejaría sin aliento a cualquiera.

—No se que decir—Fue su respuesta, pero luego se acercó rápido a mi y robo un corto beso de mis labios—Yo también espero que leamos juntos muchos libros más.

Y después de eso se dio cuenta de que en mi mano quedaba otro colgante y se ofreció a ponermelo—Más bien me obligó, porque no me dejó hacerlo por mi misma—Y sentir sus manos en mi cuello hizo que se me pusieran todos los vellos de punta. Mientras yo miraba el dije él me agarró del mentón y subió mi cabeza hasta que tuvo mi vista clavada en sus ojos y la de él bajó a mi boca, provocando en mi las mismas ganas de mirar y probar la suya. No me dio tiempo a pensar nada más, me robó otro beso mientras enredaba uno de sus dedos en mi colgante.

Pasaron algunos minutos y mientras comíamos unas galletas de chocolate me fijé con más atención en algunos de sus tatuajes visibles.

—¿Qué significan tus tatuajes?—Le pregunté mientras me sacudía las migajas de galletas adheridas en mis manos.

—Bueno este—Señaló una patita de cachorro que tenía en el brazo izquierdo—Me lo hice porque tenía una mascota que quería mucho, un perro, se llamaba Tom, pero murió de una enfermedad hace un año.

—Lo siento mucho—Me sentía mal por sacar el tema, hasta llegué a pensar que sus tatuajes solo eran por estética, comúnmente las personas hacen eso, tatuarse sin ningún mensaje o significación sentimental, sino por el simple hecho de que le quedan bien a su cuerpo o les gusta el modelo.

—No te preocupes, también tengo una mariposa tatuada—Me dijo con una sonrisa pícara en su rostro.

—¿Ah si? ¿Dónde?—Me mataba la curiosidad.

—Justo en el estómago, aquí—Y después hizo algo que no me esperaba, agarró una de mis manos y la llevó con la suya hacia el lugar de su tatuaje, descolocandome totalmente con ese acto.

—Y...¿Qué significa este?

Me soltó la mano un minuto después y puso las dos suyas cubriendo cada una de mis mejillas de forma cariñosa y sin retirar su vista de mis ojos me dio una respuesta que quedaría grabada siempre en mi mente.

—Significa que estás enamorado, esa sensación de tener mariposas en el estómago—Su mirada seguía intensa y fija en mis ojos—¿Has sentido eso alguna vez, Dalia?

Agosto huele a MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora