Recibí su mensaje y mi respiración se detuvo por un instante para intentar comprender si lo que leía era real o no.
Me encontraba trabajando otro fin de semana más. Horas extra, porque el salario no es suficiente.-HOY VAS A GASTAR PLATA. VAS A INVERTIR EN MÍ.
VAS A COMPRAR EL CONJUNTO QUE QUIERAS VERME PUESTO ESTA NOCHE Y LO VOY A USAR SIN CUESTIONARTE.-Desde aquel encuentro nocturno y fugaz, la siento diferente. Es como si una energía abrumadoramente sexual se hubiera apoderado de ella.
Y así como en aquella ocasión, recibí la oportunidad con los brazos abiertos.En mi vida la sexualidad siempre fue un pilar importante, pero ella lo era más. Mucho más. La amaba tanto que estaba dispuesto a tener una vida asexuada. Simplemente un orgasmo semanal bastaba para sobrevivir a mis desenfrenados deseos. Siempre y cuando fuera con ella.
La conozco hace tanto tiempo que puedo leer su mirada, sus gestos. Siempre la observo en detalle aunque ella no lo note. Sus cejas, sus labios, el perfil de su mandíbula, sus pechos, su culo. Amo deslizar mi mano recorriendo su abdomen hasta toparme con su mayor virtud. Su sexo es mi debilidad, es perfección y es placer.
Jamás necesitamos usar las palabras para entender que deseaba cada uno. La química entre nosotros siempre fue estupenda. Pero los años y las obligaciones hicieron lo suyo y un día la pasión se extinguió. Y todo se convirtió en rutinas, tareas y responsabilidades. En consecuencia, el sexo se volvió casi inexistente.
Extrañaba su olor. Ese que desprende cuando suda subida a mi regazo cabalgando para mí. Extraño sus expresiones de placer, sus palabras, su lengua en mi miembro, extraño todo de ella.
Aquella noche, la del sopresivo encuentro, volví a descubrir el deseo en el brillo de sus ojos.
Y la bestia que hay en mi comenzó a pedir salir. Deseaba tomarla por el cabello y embestirla con brutalidad hasta que saciaramos nuestra sed. Deseaba mover mi lengua sobre su clítoris al ritmo que ella tanto disfrutaba. Deseaba meter mis dedos en su precioso culo mientras la penetraba en cuatro patas. Deseaba que dijera que sí a todo lo que mi mente imaginaba. Pero dudé. Tanto tiempo sin encuentros apasionados me hicieron sentir que esos pensamientos eran perversos. Y cedí a tener sexo "de costado" una vez más.
La diferencia está vez, fue su entrega.Me permitió acariciar cada centímetro de su piel. Y besarla. Besarla como hacía años no nos besábamos. En esta ocasión no note rigidez en su cuerpo. Ella se movía como si una oleada de placer la sacudiera. Y me excite más. Llegar al orgasmo juntos fue sublime. Su vagina latía aún con mi pene saciado dentro de ella. Deseé que todo eso se repitiera diariamente.
-Tus deseos son órdenes- expresó
Mi mente solo pensaba en lo peligroso que podía resultar dejar salir todas mis fantasías del ático.
El mensaje recibido simplemente fue como darle un giro a la llave que abría aquella puerta hacia mis deseos.
Comencé a buscar desesperadamente en internet lencería. Quería elegir algo que la hiciera sentir bien, sabiendo lo mucho que le cuesta verse a sí misma.
Si pudiera verse con mis ojos tan solo 10 segundos, lo entendería todo... - pensé.
En el fondo, ansiaba hacerle tantas cosas que no pude evitar buscar también algunos elementos de sex shop. Tímidamente miré geles, juguetes vibradores y algunos elementos más. No quería excederme por respeto a ella, pero en mi mente no paraban de circular imágenes de esposas, sogas y quizá alguna mordaza también.
Durante el resto de la tarde continuamos enviándonos mensajes. Su actitud era completamente diferente.
-Solo por curiosidad, ¿qué pensás comprar?- me escribió.
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Educando a Gina
RomanceDesperté un día anhelando cumplir mis fantasías. Un simple relato leido la noche anterior encendió una chispa que estuvo apagada durante unos 6 años de desconexión. La magia de internet. Su presencia y su compañía jamás dejaron de ser una necesidad...