Gina me guiaba desde el asiento del acompañante hacia ese lugar sorpresa del que tanto habló durante el día. Afortunadamente había programado un almuerzo familiar el domingo para celebrar mi cumpleaños, liberándome de compromisos el resto del fin de semana. Ella siempre estaba en todos los detalles y era muy organizada, por lo que el día viernes ya tenía todo listo para celebrar. Es por eso que dormí tan tranquilo. Ella insistió en que así fuera, así que comencé a sospechar que mi sorpresa está vinculada a un encuentro de esos que tanto disfrutamos desde hace unos meses.
Espero estar en lo correcto, pensé con entusiasmo. Me sentía un pequeñito ansioso por saber de qué trataba todo eso.
La tomé de la mano y la miré de manera entrecortada, pues debía concentrarme en el camino. Pero resultaba complejo con semejante obra del universo a mi lado.
Por mucho que la ame y disfrute cada encuentro que tenemos, siento que aún no puedo abrirme por completo a mis más bajos placeres. Moriría si algo la lastimara o simplemente le diera miedo.- Buscá un edificio moderno en la próxima cuadra - dijo desconectándome de mis pensamientos y repitiendo la altura exacta 2 veces para que la buscara.
- ¿Será acá? - le pregunté.
- Si, es acá. Entremos con el auto. - dijo algo nerviosa.
El lugar se veía como un edificio de altísima clase pero no más que eso. Muchas ventanas, una puerta de vidrio inmensa y un portón para ingresar al estacionamiento.
La entrada se habilitó ni bien subí el vehículo a la vereda. Seguidamente conduje por un pequeño pasillo hacia un parlante.
Bajé el vidrio de mi auto y escuché que una voz femenina casi de locución preguntaba:- Código de acceso por favor. -
Gina saltó sobre mí con el fin de acercar su cabeza a mi ventanilla para responder.
- 270-720-13 - dijo casi gritando.
- Bienvenida señorita Gina.- contestó el parlante. - Por favor, deje su vehículo y diríjase al ascensor, piso 15, puerta G. -
Gina me sonrió mientras volvía a su lugar. Bajamos del vehículo y de una puerta salió un joven de traje completamente negro y extendió su mano solicitando la llave del vehículo. Al bajar divisé la puerta del ascensor.
Marque el piso 15 y mientras se cerraba la puerta voltee a observarla. Estaba sudando de nervios, se agarraba las manos y miraba el suelo.- ¿Estás bien? - pregunté preocupado.
- Si, solo un poco de ansiedad- sonrió y me guiñó un ojo. Solo pude devolverle el gesto y confiar en que lo que me esperaría sería grandioso y basándome en su reacción, un evidente desafío para ella.
Al llegar caminamos hacia la puerta que se encontraba al final del hall. Había cámaras por todos los rincones, evidentemente la seguridad era un tema importante en este sitio.
Nos detuvimos y la puerta se abrió inmediatamente.- Carmela? -
- ¡Hola Ale! ¡¡Feliz cumpleaños!! Vengan pasen, pónganse cómodos. - dijo la amiga de mi esposa en un tono festivo, mientrass nos saludaba con un cálido abrazo.
- Gracias Car! Gina me querés explicar qué está pasando? - Le dije en voz baja fingiendo sonreír y con los dientes apretados.
- La paciencia es una virtud- concluyó.
Con la poca información que manejaba sobre la sorpresa, comencé a desilusionarme. No tenía idea que estaba sucediendo, porque estaba en ese sitio tan fino y por qué Carmela se encontraba en ese cuarto con nosotros. Todo esto hizo desvanecer cualquier pizca esperanza sobre un posible encuentro con Gina.
Tomé aire y crucé la puerta. El lugar me dejó atónito. Era una especie de Loft con un inmenso living con sillones, todo decorado perfectamente moderno. El espacio era inmenso y elegante, de majestuoso gusto.
Carmela se acercó a un rincón del departamento que tenía una pequeña barra con frigobar incorporado.- ¿Qué quieren tomar? Si van a ingerir alcohol que sea poco. - dijo en tono serio. Mis dudas crecían más, no comprendía de que iba está reunión de a tres.
- Gin tonic porfa - dijo Gina relajándose.
- Un clásico. ¿Y vos Ale? -
- Lo mismo gracias. - respondí casi sin pensar en si realmente deseaba eso.
Al finalizar con los tragos, nos invitó a sentarnos en el sillón, juntos. Ella en cambio ocupó uno individual enfrentada a nosotros.
- Bueno amor, este es mi regalo. Pero antes de revelartelo quiero que sepas que si lo rechazas, no me ofende y lo comprendo perfectamente. - dijo Gina algo temerosa.
- Gina que carajo pasa? No entiendo nada, me pones nervioso.- dije con ansiedad.
Mi esposa miró a su amiga, quien comenzó a explicarme de que se trataba el asunto.
-Tranquilo Ale, a tu mujer le cuesta un poco hablar de ciertos temas, así que te cuento yo. Sabes dónde estás?- pregunto a modo juguetón.
- No - conteste algo ofuscado.
- Este edificio es mío. Un emprendimiento personal. -
- Aja. Y? -
- Este no es cualquier hotel Ale. Alquilamos mazmorras para prácticas fetichistas.-
Sentí como si mi mandíbula tocará el piso. El asombro que me dieron sus palabra era inmenso.
- Sorprendido? Bueno, ahora quiero que sepas cuál es tu regalo. Le ofrecí a Gina una sesión de 4hs en mi mejor mazmorra, todo incluido. A partir de qué firmen esto, serán mis invitados de honor y me aprendices favoritos.- dijo deslizando una pequeña pila de hojas impresas.
- No entiendo nada Gina, que hacemos acá?
- Lo que Carmela nos está ofreciendo es asesorarnos durante la sesión.-
Sus palabras me dejaron sin aliento. Abrir mi matrimonio con Carmela era demasiado fuerte. Es la mejor amiga de mi esposa, como podría?
Mientras mi mente divagaba, Carmela expresó:- Ale, es una ayuda para ustedes. Si no se sienten cómodos yo me retiro de la mazmorra y la disfrutan ustedes. Pero dense la oportunidad de aprender un poco más de esto y de ustedes mismos. Soy una profesional, me dedico a esto. Jamás les faltaría el respeto. Lean el contrato y conversen tranquilos. Cuando estén listos me escriben y charlamos.
Carmela se retiró del lugar con la elegancia que la caracterizaba, dejándome a solas con Gina.
-Gina, esto me parece muy fuerte para vos. Carmela es tu mej….- mis palabras se vieron interrumpidas por sus labios. Me devoró la boca con tanta pasión que fue inevitable rendirme a ella.
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Educando a Gina
RomansaDesperté un día anhelando cumplir mis fantasías. Un simple relato leido la noche anterior encendió una chispa que estuvo apagada durante unos 6 años de desconexión. La magia de internet. Su presencia y su compañía jamás dejaron de ser una necesidad...