07 ~Negación~

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Estaba negada a entregar todo lo que conocía por una noche de pasión. Por más increíbles que sonarán los planes de Carmela, me sentía amenazada por su sensualidad.
Alejandro era el hombre más importante de mi vida y no quería compartirlo con nadie. Desde que comenzó a dominarme, progresivamente fue adquiriendo confianza y todo se volvió sublime. En ocasiones parecía leerme la mente.
Entendía perfectamente que la oferta de mi mejor amiga era tentadora y una gran oportunidad. Pero pensarlo expuesto a sus ojos me desarmaba de celos.

Tomé mi móvil y abrí el chat con Carmela.

- Hola amiga. - escribí tímidamente.

- Hola amiga. ¿Hablaste con Alejandro? - soltó sin más preámbulos.

- No. No puedo, mi mente no está lista para tanto. - escribí mientras me ardían los ojos de la angustia.

- ¿Qué es ese "tanto" para lo que tú mente no está lista Gina? -

- Para verlo con otra. Para que otra lo vea desnudo. No me mal interpretes. Te adoro con el alma, pero no puedo controlar mis celos. - me sinceré.

- Creo que no leíste el contrato, hacelo como un favor personal. Vas a entender mejor. No quiero que sientas que deseo a tu hombre. Solo quiero que logre hacerte sentir una bomba sexual con todo lo que te haga. Esa inseguridad que te vuelve celosa debe desaparecer ahora. Sos mucho más que un manojo de nervios. -

La pantalla indicaba que seguía escribiendo, por lo que decidí darle tiempo a terminar para responderle.

- Gina, lamento haberte presionado a responder en el bar. Debería haber respetado tus tiempos. Te propongo algo. Invitalo a salir el sábado, algo sorpresa por su cumpleaños. Y traelo a mi hotel. Tenemos la charla personalmente los tres, leemos el contrato y si queres te presento a mi amo. - concluyó de escribir con aparente decisión.

Me tomé unos minutos para releer el mensaje.

La idea no estaba mal. Me daría la posibilidad de ver la reacción de Alejandro, de saber más sobre qué sucederá y de establecer límites con Carmela.

Si solo le impido que lo toque, ¿será suficiente? Ay por favor Gina! Ya estás hablando como si fuera a ocurrir en verdad!

Mi mente divagaba con el chat abierto esperando por mi respuesta.

- Está bien Car, lo llevó el día de su cumple. Pero si no estamos de acuerdo o algo no nos gusta nos vamos. -

- Si algo no les gusta o no están de acuerdo y desean finalizar, seguirán siendo mis invitados de honor. El turno ya estaría reservado para ustedes. No tenés más que ordenarme que me retire del lugar. Todo va a ser genial, ya vas a ver. Te quiero amiga. Los espero el sábado. - concluyó.

Esa semana estuve terriblemente excitada. Él parecía desconcertado ya que le permití cogerme tantas veces que a penas podíamos recuperarnos.

La ansiedad por la reunión del sábado me estaba matando.

- Buenos días. Feliz cumpleaños mi amor. - dije en un suave susurro al oído de Alejandro para despertarlo.
Le había preparado el desayuno para comerlo en la cama. Disfrutaba agasajarlo. La noche anterior logré que descansara profundamente, tal como Carmela me pidió. Distinto fue mi caso que no pude pegar un ojo.

Lo miré reaccionar, era hermoso. Rápidamente me tomó para besarme. Me quedé en sus brazos algunos minutos, sintiendo que me había ganado la lotería. Lo olí deseosa, el perfume de su piel era perfecto. Creo que lo notó rápidamente ya que comencé a sentir su erección.

- Feliz cumpleaños, señor. Ya pidió sus tres deseos? -

- Gracias dulce Gina. Si, ya pedí mis deseos. -

- ¿Permiso para escuchar sus deseos, señor? -

- Claro. Fácil. 3 deseos idénticos: pasar un día entero cogiéndote a mi gusto. -

- Sus deseos son órdenes. -

Me besó y no pudimos evitar comenzar a acariciarnos. La pasión de su lengua hacía que mi vulva esté empapada de deseo por sentirla.
Repentinamente, la  puerta se abrió y los chicos entraron a saludar a su padre.
Lamenté no haber podido sentirlo en mí, tocandome, mordiéndome y azotándome. Pero verlo como papá resultaba una imagen cautivadora y emotiva.

Que bien elegí, pensé. Y por un instante la vida me supo a miel.

Esa día mi suegra recogió a nuestros hijos temprano y los llevó a su hogar para hacer una pijamada. No solo era una gran mujer sino que se desempeñaba impecablemente en su rol de madre y abuela.

Afortunadamente logré tomar una siesta reparadora antes de enfrentarme a mi más excitante miedo del momento.
Dormí profundo durante dos horas, reponiendo por completo la pesadez que sentía desde que me había despertado.

Al abrir mis ojos lo busqué, pero no estaba junto a mí. Escuché ruidos en el baño y me acerqué. El agua corría y la puerta entreabierta permitía ver el vapor salir de aquel espacio.
Sin dudar un instante, me despojé de mi ropa y entré.
No lo notó ya que fuí silenciosa. Al estar junto él lo encontré con los ojos cerrados y el agua corriendo justo sobre su cabeza. Se veía tan relajado.
Acerqué mi mano y acaricié su pelo. Me miró con sorpresa y me dedicó una cálida sonrisa.
Se puso frente a mi y me ofreció sus manos para que me sumara al baño.
Los besos desenfrenados, el agua chorreando por nuestras caras, sus dedos en mi sexo, mis pezones erectos siendo vilmente pellizcados por mi señor y cada vez con mayor intensidad. Todo parecía fluir, sin decir una palabra.
Me puso de espaldas, me penetró con fuerza y comenzó a embestirme sin compasión. Yo me humedecía cada vez más. Aún así continuaba consciente de que sin el permiso de mi señor no debía alcanzar el orgasmo, lo que se dificultaba bastante en el contexto en el que me encontraba.
Él mientras tanto parecía estar sumergido en algún trance ya que su ritmo aumentaba a cada instante.
Sin poder seguir resistiendo, comencé a frotar mi clítoris resbaladizo a un ritmo feroz.
Entre tanta rudeza, ambos alcanzamos el orgasmo al unísono. Me tomo por el mentón obligándome a pegar mi espalda a su pecho y susurró a mi oído:

- Te amo Gina, te amo como jamás amé a nadie en esta vida. -

- Yo también lo amo, señor. -

- ¿Le vas a decir a tu señor a dónde vamos hoy? - preguntó con curiosidad.

- Si le digo deja de ser sorpresa, solo deseo que mi señor disfrute del regalo. -

- Estoy ansioso por saber de qué se trata. -

- Ya lo verás… -

Educando a GinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora